Son las cuatro de la mañana cuando por fin termino con el apartamento. Estoy tan muerta de sueño y cansancio que podría desmayarme en cualquier momento.
―¿Y bien? ―apoyo mis manos en la cintura y contemplo el lugar. Una pared blanca, otra verde, otra blanca, y la siguiente verde. El color intercalado me resulta armonioso y bonito.
―No es como yo lo habría hecho―señala Harry a mi lado―, pero no está nada mal.
―¿Nada mal? Está increíble.
He desempacado hasta la última caja, y todo parece tener un lugar. El sillón blanco está frente a una mesita pequeñita de café con unas revistas encima. Dos pufs marrones se ubican a cada lado y debajo de todo eso hay una alfombra. No tengo televisor y no creo necesitarlo, ya que nunca fui amante de la televisión por cable ni nada de eso. Mi hermosa guitarra está en una esquina apoyada de su sujetador, y cada uno de los trípodes de mi cámara están perfectamente acomodados sobre una estantería junto con unos libros.
La verdad es que mi sala parece sacada un quizz de Buzzfeed, y eso como que me encanta.
―Al menos ya no hay cajas por todas partes.
―Vas a poder moverte mejor―él asiente varias veces, pero no dice nada―. ¿Pasa algo?
―Ah, no―sacude la cabeza y voltea a verme con una sonrisa que no le llega a los ojos―. Me gusta lo que has hecho con el lugar―hace una pausa y luego añade―: me habría gustado hacer algo yo también, en mí tiempo.
Imagen: corazón encogido y triste.
―Puedes hacerlo, aun―le digo―. Bueno, yo lo haré, pero tú me dirás que lo que quieres―él vuelve a sonreírme y niega con la cabeza―. Vamos, ya sé que te di lata en la tienda con que era mi apartamento, pero tienes razón. Llegaste primero que yo, y aun sigues aquí, así que tu opinión cuenta.
―Es muy amable de tu parte, Laurel, pero los dos sabemos que no es cierto―se acerca al mueble y se sienta allí―. Perdí mis derechos sobre el apartamento cuando abandoné mi cuerpo.
―Agh, no puedes seguir haciendo eso―me quejo.
―¿Qué cosa?
―¡Eso! Utilizar la carta del chico muerto para hacerme sentir mal. Tienes que parar.
―¿Te hago sentir mal?
―Sí. Estás como, varado aquí o algo, sin poder hacer nada pero sin poder irte. Eso me pone triste.
―Te doy lástima.
―Sí―él sonríe ante mi honestidad―. Creí que era obvio.
―No me tengas lástima, querida Laurel. No tiene sentido.
―¿No?
―La lástima te impulsa a hacer algo por eso que la provoca―explica―. Si ves un perrito en la calle y te da lástima, tienes el deseo de traerlo a casa ¿no? querrás hacer algo por él, para mejorar su situación―asiento―. Bueno, no puedes sentir lástima por mí, porque no hay nada que puedas hacer por mí.
Imagen: chica con un hoyo en el corazón.
―Creo que te equivocas.
―Creo que tú lo haces.
―Debe haber algo que pueda hacer por ti, Harry―digo con insistencia―. Vamos, si te veo es por alguna razón, ¿no crees? Quizás estoy aquí para ayudarte.
―¿Quieres liberar mi alma o algo así? ―se ríe―. No creas eso, no te pongas esa clase de presión.
―Hablo en serio―digo―me gustaría ayudarte.
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