Capítulo 36: Mereces ser feliz

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[ATENCIÓN: Si te identificas con algunos de estos síntomas, o sientes que podrían parecerse a la forma en la que tu cuerpo se comporta últimamente, acude a un profesional para obtener ayuda. NO TE AUTODIAGNOSTIQUES, las enfermedades mentales no son un juego ni una moda. Siéntete libre de contactar conmigo si crees que necesitas hablar con alguien].

Soy del club de los que permanecen despiertos por las noches hasta altas horas de la madrugada mientras la ciudad entera duerme. De las que viven el calvario de tener que verse abrumada por los pensamientos recurrentes y los dolores de pecho que terminan en crisis que degeneran un insomnio que me hace esclava de las sábanas.

Y es que todo esto no es nuevo para mí. Llevo  conviviendo con ello desde que tenía doce. Pero es que me ha tomado casi dieciséis darme cuenta de que es algo que ha estado siempre ahí, porque... Once años tenía cuando por primera vez colapsé, diez cuando empecé a envidiar al resto de familias, nueve cuando la cuenta de mis lágrimas perdí, ocho no recuerdo bien, siete y seis, y si tan solo cinco minutos me dieran para decirle a la niña insegura que fui, que el problema no está en ella, sino en el resto... Podría haber sido más feliz.

Faltar a clase dejó de ser una opción cuando comenzó el último mes del penúltimo semestre. Me limitaba a ir a  ocupar mi asiento y no obtener más faltas debido a mi ausencia, hacer los deberes y escupir la teoría en los exámenes.

El voley paso a un segundo, incluso a un tercer plano, al igual que mi vida social.

Hasta ese momento no me había percatado de lo popular que era Tetsurou con las chicas. Sé que habíamos tenido un distanciamiento debido a que no me sentía demasiado bien conmigo misma, y que todas esas arpías que le rodeaban lo habían notado; por eso se lanzaban sobre él como animales en celo.

Pero no podía evitar sentirme insegura.

Últimamente, cada vez que me veía al espejo recordaba todos esos insultos que me decían durante mis primeros años de instituto.

Porque si, eso es lo que hacen las malas rachas en las personas como yo, te hunden hasta dejarte en el fondo del abismo.

— Oye Rena, ven a comer con nosotras — me invitó Shizuka.

— No tengo hambre, pero gracias chicas — sonreí en una débil mueca mirando a la pareja de jugadoras, que siempre solían ir juntas.

— ¡Por lo menos acompáñanos! — insistió esta vez Megumi.

— Es que me encuentro mal.

— Ya... — murmuró la que había hablado anteriormente.

— Voy al baño y si se me pasa bajo al comedor, lo prometo — alcé el meñique en señal de promesa y me alejé con pasos torpes.

Deambulé por el pasillo hasta toparme con la puerta del servicio para mujeres. Entré tratando de hacer el mínimo ruido posible, pero no pude contener la arcada que me estaba provocando tanto malestar, por lo que corrí hasta la taza del váter y no me levanté hasta que eché todo lo que tenía en el estómago. Me incorporo con pesadez y me acerco al lavabo para mojarme la cara.

— Oye, ¿estás bien? ¿Llamo a un profesor? — preguntó una alumna que parecía mayor que yo que acababa de entrar al baño.

— N-No gracias, solo me ha sentado mal la comida.

Recogí mi cabello en una cola baja y salí a toda prisa. Sin darme cuenta, choqué con alguien que casi me estrella contra la puerta que acababa de cerrar a mis espaldas.

— Mira por donde vas niñata — se quejó.

— L-Lo siento.

— Anda, si es la que se hizo la valiente con Kuroo delante. ¿Os acordáis? — me miró cínica.

Sorry, but I won't give up [Kuroo Tetsurō x OC/Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora