Sorry, but I won't give up [Kuroo Tetsurō x OC/Tú]

Capítulo 26: Recuerdos

Siento chocar en mi cara el viento que provocó la puerta al cerrarse. Intento deducir que es lo que siento por dentro, aunque no consigo distinguir si es miedo, ira, tristeza o nerviosismo. El primero en intentar articular una palabra fue Bokuto, aunque no logró decir nada con sentido.

— Chicos, ¿qué hacen aquí? No pueden estar rondando por la zona de las habitaciones — nos advierte una enfermera. 

— I-Ibamos a ver a una amiga — responde Morisuke con nerviosismo.

— Las visitas deben de ser de dos en dos como máximo, si aún están esperando para visitarla deberían de hacerlo fuera, en la sala que está al fondo del pasillo tres —  la mujer pasa por nuestro mirando cada una de las fichas que había en las placas a la puerta y se adentra en el cuarto de enfrente tras revisar uno de los documentos que llevaba en la mano. 

— Vayámonos — Akaashi da los primeros pasos, y es seguido por Kotarō y Yaku. Segundos más tarde se les une Lev en silencio.

— Tetsurō — llama mi atención mi compañero libero — Anda ven — se acerca a mí con pasos livianos y tira de la manga de mi sudadera.

— No entiendo nada — tenso mi mandíbula y trago con dificultad — Necesito respuestas.

— No creo que intervenir  en este momento sea lo más acertado... Tal vez solo consigamos entorpecer las cosas — alza ambas cejas y me habla con un tono sosegado.

Aguanto la respiración unos segundos y suspiro pesadamente. Tras dar una breve mirada de soslayo al castaño, arrugo mis ojos, giro sobre mis talones y paso mi mano por mi cabello. Llegué a chequear el reloj de mi muñeca un par de veces mientras caminaba, como si eso hiciera que el tiempo fuera más rápido.

— ¡Vamos, chicos! ¡Animen esas caras! ¡Parecen unos enamorados sufriendo! — exclama Kotarō poniendo sus brazos cruzados e inflando el pecho.

— Bokuto-san, eres demasiado ingenuo e inoportuno — le regaña Keiji.

— ¡Pero qué dices Akaashi! — empieza a hacer pucheros.

Esbozo una pequeña sonrisa y estiro mi espalda. Tamborileo los dedos de mi mano derecha un par de veces sobre el reposabrazos, mientras que sobre la izquierda descansa mi rostro. Las voces de los tres chicos sonaban en un segundo plano en mi cabeza, mientras que el tintineo marcaba el compás de los pensamientos que se reproducían como una película en mi cabeza. 

Para mí, sentir lo que estoy sintiendo había sido algo impredecible. Nunca me habría imaginado que me pasaría la mayor parte del tiempo pensando en alguien, en cómo está y si también habrá pensado en mí, aunque sea unos segundos; tampoco pensé en que me desviviría en cada entrenamiento, para impresionar a una sola persona, como si solo jugase para ella y para que viera de todo lo que soy capaz. Si tuviera que enumerar todos los motivos por los que ella me hace sentir... "vivo", llegaría a unos trescientos y podría seguir contando hasta perderme.