Sorry, but I won't give up [Kuroo Tetsurō x OC/Tú]

Capítulo 15: Botella

Cuando me encuentro en medio de las situaciones más comprometidas, es cuando me empiezo a preguntar cómo acabo en ellas.

Aunque en el fondo sé que siempre es porque hay un tercero que me acaba inmiscuyendo, y yo como una estúpida término aceptando. En fin, cosas de la vida.

¿Que cómo fue esta vez? Bueno pues...

*FLASHBACK*

Después de una dura tarde de entrenamiento intensivo, los entrenadores tuvieron la gran idea de juntarnos todos, recalco "todos" los jugadores en uno de los pabellones porque afuera llovía. Ya olía a humanidad ahí dentro. Para colmo tenía hambre, y aún no llegaba la hora de la cena ni de lejos.

Su intención era que nos conociéramos mejor, ya que, y dicho literalmente por el entrenador Nekomata, a parte de rivales, éramos compañeros.

— ¿Alguien tiene comida? Voy a morir desnutrida — me quejé.

Busqué con la mirada alguna víctima que escondiera algún snack para tomar después de toda una práctica. Una de las managers del Fukurodani tenía algunas galletas entre las manos. Me acerqué y dejando mi orgullo atrás le supliqué por un par de esas galletas.

— Claro, toma — me extendió unas cuantas y la miré agradecida.

— Rena, te dije que comieras adecuadamente en el almuerzo — la capitana me golpeó la nuca haciendo que me semi-atragantara — Al menos comparte — estiré mi brazo alejando el alimento de su alcance.

Me miró mal, casi se me puso encima para lograr atrapar la galleta que sostenía. Escuché un leve crujido, la línea de mis labios se aplanó y mi ceño se frunció hasta su tope al ver que alguien se la había comido mientras me pillaba con la guardia baja. Caminé tras el culpable para echarle una reprimenda.

— Devuélvemela — golpeé el brazo del pelinegro que masticaba con despreocupación.

— ¿La quieres? — señaló su boca mientras terminaba de engullir mi preciado tesoro.

Dí un pisotón al suelo maldijendo por lo bajo al gran gato.

— Ya puedes joderte un rato — le miré molesta y me dí media vuelta, y como todo estaba abarrotado de gente, como era de esperar, choqué de frente contra alguien.

— Mierda, lo siento — me agarró para que no cayera — ¡Rena-chan! ¡Si eres tú!

Sinceramente estuve a punto de mandarlo a paseo, de no ser porque se disculpó antes. Era el ruidoso capitán del Fukurodani, aunque nadie es más ruidoso que Lev (o al menos eso creo).

— No, está bien fui yo la que se giró de repente — sus orbes amarillos me miraban como si fuera trasparente.

— Hey — el pelinegro apoyó su barbilla en mi cabeza saludando con la mano derecha al de cabello grisáceo. Aunque estuviera mandándole miradas asesinas desde mi lugar, prácticamente era imposible que se percatara.