Sorry, but I won't give up [Kuroo Tetsurō x OC/Tú]

Capítulo 11: Sentimientos

Pude sentir como mis rodillas flaqueaban a cada paso que daba, y tenía muy claro que si decía algo más después de todo eso, mi voz se quebraría y sería algo penoso.

Giré mi rostro brevemente para mandar una mirada de soslayo hacia atrás, ya que en el fondo esperaba a que él me detuviera y se disculpara como suele pasar en esas estúpidas películas románticas que tanto nos han inculcado desde pequeños.

⟨⟨¿Por qué no te lo sacas de la cabeza imbécil? ¿Acaso no te quieres a tí misma?⟩⟩

En cambio se quedó allí parado con la mirada baja, y por alguna razón me dolió que lo hiciera. Comencé a correr alejándome, era lo mejor que podía hacer, o eso era lo que dictaba mi orgullo.

— ¿Dónde vas Rena? — escuché gritar a Shizuka algo lejos, sin embargo seguí corriendo, no quería que nadie viera que la irrompible Rena Ivanov, la que había aguantado tantas penas y luchado tanto por seguir adelante, se había quebrado en mil pedazos por una gilipollez de ese tamaño.

Salí del recinto y lo único de lo que soy consciente ahora mismo es de el dolor de piernas que siento.

Me tiré al pasto en una especie de descampado y me quedé mirando al cielo dejando pasar el tiempo. Malditas nubes, ellas pueden flotar despreocupadamente ¿en qué momento de mi vida comencé a envidiar a unas estúpidas nubes?

Suspiré y me tapé los ojos con el antebrazo.

⟨⟨Maldito sea el día en el que te conocí Kuroo Tetsurō, maldito sea el día que dejé que me importases tanto como para poder perdonarte, maldito sea el día en el que dejé que tantas estupideces me cegaran y maldito sea el momento en el que pasaste a ser la razón por la que siento que estoy enloqueciendo⟩⟩

— ¿Qué haces aquí tirada? — la voz de mi amiga y su cara con mezcla de enfado y preocupación me sobresaltaron —  ¿Sabes que te hemos estado buscando por horas? ¡No puedes irte de esa forma y sin decir nada! El entrenador ha dicho que si no volvías para las nueve tendríamos que llamar a la policía. ¡La pobre Shizuka se había puesto histérica porque te vió salir corriendo llorando!

— Cállate — murmuré — Estoy harta de todo, no puedo más — una lágrima cayó por mi mejilla, rápidamente la sequé con la manga de mi chaqueta — ¿Tan patética soy? — bajé la mirada y mi vista empezó a nublarse — En mi antiguos colegios todos creían que era un bicho raro y me aislaban, y siempre acabo alejándome de todo el mundo que no se deshizo de mí al conocerme.

— ¡Deja de decir estupideces y levántate de una vez! ¡Un montón de gente a la que le importas te está buscando aún! — me sacudió por los hombros — No está bien que guardes todos tus sentimientos, ¡no es bueno para tu salud! ¡¿Crees que no me he dado cuenta de que a veces te fuerzas a tí misma para ocultarlos?! — me volvió a sacudir — ¡Lo único que muestras es enfado! ¡Tienes que abrir los ojos pedazo de imbécil! ¡No puedes estar siempre amargada! — me tomó del rostro e hizo que la mirara directamente — Tú no eres patética, eres mi amiga — rompí en llanto y la abracé con todas mis fuerzas — No me importa que seas una pelmaza gruñona, solo quiero que seas una pelmaza gruñona feliz — me acarició la espalda.