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Octubre 12 del 1811 llegó junto que los ocho meses de embarazo de Harry.

Todo estaba bien, luego de tres meses de vómitos y cambios de humor constantes por fin la normalidad volvió.
Pero para mantenerlo normal tendrías que traerle frutillas a Harry aunque no sea la época de las frutillas porque si no es capaz de encerrarse en su nido por veinticinco horas. Lo sé por experiencia.

Ahora Harry estaba tomando una siesta en el nido con la pancita hacia arriba siendo acariciada suavemente por las manos del omega.

Atanea y Apolo estaban muy inquietos estos días. Louis casi llora cuando patearon su cara al besar la panza del omega una noche. Se había vuelto muy sensible cuando Atanea y Apolo comenzaron a moverse al sonido de su voz, todo era muy tierno.

Louis se había ido a hacer el control matutino de sus cosechas al otro lado de la ciudad esa misma mañana. Que por cierto iba muy bien.

Hoy Harry había estado acomodando la habitación de sus bebés con Rosa. Había quedado muy bonita y la ropita era súper chiquitita y los juguetitos eran tan tiernos que se sentía morir en ese instante que acomodaba la habitación.

Tuvo unos vergonzosos dolores en el ano que lo hicieron dejar a Rosa sola para ir a recostarse un rato en su nido para aliviar esos dolores. Algo había funcionadopero no lo suficiente ya que comenzó a doler mucho más.

De la nada se sentía mojado.

¿Se hizo encima?

Se levantó del nido y caminó al baño para cambiarse el camisón y darse un baño tal vez. Mientras caminaba al baño los dolores eran mucho más intensos pero soportables.
Tal vez era algún problema estomacal y tenía que ir al baño.

Cuando se vio en el espejo se paralizó.

No era el tiempo aún. Tenía ocho meses.

Camino rápidamente a la habitación de los bebés mojando el piso mientras caminaba. Cuando llegó Rosa lo miro extrañado.

— Amm... están por nacer.

Rosa padeció y me hizo correr a mi habitación para acostarme en la cama con las piernas abiertas.

—¿No te duele?

— Solo un poco.

— ALMENDRA, VE A BUSCAR AL DOCTOR. Ya vengo, tu tranquilo.

Salió corriendo de la habitación y volvió en menos de dos minutos con muchas toallas en sus manos. Estaba entrando en palco y solo sentía una presión en mi trasero.

— Bien, Harry, necesito que te pongas boca abajo y te sostengas con tus rodillas hasta que llegue el doctor.

Se sentó a mi lado acomodándose y tomando mi mano fuertemente cuando ya estuve en la posición que me ordenó. Sesenta tendrán y ansiosa. El dolor se hizo un poco más fuerte.

— Respira, vamos Harry, respira. Tu puedes, solo cálmate, todo estará bien.

Respira fuertemente y yo la imitó para intentar calmarla aunque creo que ella me estaba intentando a mi. No entendí muy bien lo que quiso hacer pero seguí respirando con ella.

Pasaron unos veinte minutos hasta que llegó el doctor poniéndose los guantes con Almendra atrás de el con un maletín grande. Las puertas se cerraron  y las ventanas se abrieron para dejar pasar el aire.

— Muy buen autocontrol Harry. Necesito que te mantengas así de tranquilo y necesito tu consentimiento antes de hacer cualquier cosa.

— Adelante.—dijo Harry emocionado de ver a sus bebés.— ¿Podemos esperar a Louis?

—¡No!

Gritaron los tres haciendo callar al omega. El beta levantó el camisón y comenzó a trabajar.

Veinte minutos después.

— FALTA POCO, HARRY. FUERZA TU PUEDES.

—¡QUIERO A LOUIS!

Almendra y Rosa estaban a mis costados sosteniendo mis manos mientras los tres respiramos nerviosos.
El doctor estaba esforzándose para sacar a los cachorros que quisieron nacer más temprano de lo esperado.

Una hora después...

—¡Vamos, Harry. Un poco más.

El doctor gritaba mientras sacaba las piernitas de los dos bebés que compartían bolsa. Estaban todos rojos aún no lloraban.

Almendra estaba vomitando en la ventana por pasarse de curiosa y Rosa simplemente se desmayó.

— ¡ YA CASI!

Un llanto fuerte de un bebé se escucho en la habitación y Harry sonrió entre lágrimas. Luego uno más fuerte se escucho y Harry supo que los dos estaban fuera ya. Acostó su cara contra la almohada mientras el doctor luego de cortar el cordón umbilical fue al baño para bañar a los bebés. Retiro a rosa de la habitación y Almendra exigió  cuidar a los bebés mientras el doctor terminaba de limpiar a Harry y juntar sus cosas.

Pero la puerta se abrió justo cuando el doctor estaba bajando en camisón de Harry tratando de tapar su trasero luego de limpiar la sangre, algo que normalmente tiene que hacer el alfa pero como vio que Harry se quedó paralizado en esa posición y no había alfa lo hizo el. No era la primera vez que lo hacía ya que habían muchos omegas sin alfa que se quedaban paralizados luego del parto y si no los limpiaban seguirían sangrando.

Pero Louis estaba en al puerta viendo como otro alfa veía el trasero de su omega, solos en su ha habitación.

Mataría a golpes a ese alfa y luego vería que hacía con Harry.

— ¿¡Quien eres tú!?
Dijo acercándose a pasos rápidos mientras Harry trataba de levantarse de la cama.

No le dio tiempo de contestar antes de golpearlo firmemente tirando al  alfa al suelo.

Harry empezó a moverse pero no podía caminar.

—¡Harry, quieto, no puedes caminar aún.

—¡TU NO LE DAS ORDENES A MI OMEGA!

—¡LOUIS ES EL DOCTOR, LOS BEBES NACIERON!

Louis detiene su puño antes de estrellar lo por cuarta vez en el rostro del alfa. Miro a Harry apenas respirar mientras no podía enderezarse de su posición de parto. Se levanta y camina a un lado de Harry para tocar su panza.

Los bebés no estaban.

Dos llantos se escucharon desde el baño y Almendra salió del baño con un hombrecito en sus brazos.

Apolo.

Sus bebés habían nacido.

Antes de tomar a sus bebés en los brazos camino hasta su omega y le dio un beso cariñoso en los labios.

— Gracias, amor mío.

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