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Harry tenía su cara presionada contra la almohada mientras su alfa tomaba todo de él. Calando su interior una y otra vez sin parar. A un ritmo rápido y violento haciéndolo gemir desesperadamente.

—Si, alfa. M-mas.

Louis roza sus colmillos con la marca ya cicatrizado y gruñe.

—Amo como me seccionas. Maldito desesperado, tu culo me traga como si no quisiera soltarme jamás.

—No quiere soltarte jamás.

Sale de su interior y lo da vuelta en un solo movimiento. Antes de que el omega pueda quejarse, el alfa lo embiste de nuevo.

—Oh. Mi. Dios.

Decia casa de Louis salía de su interior.

Unas embestidas más y Harry ya estaba en su pequeña nube orgasmica. Cerrando los ojos de a poco.

—Omega no te duermas, me falta poco.

Louis embistió más rápido y escucho a harry murmurar algo incoherente. Lego de unas embestidas también se corrió y su nudo creció dentro del omega.

Así fue como los dos se quedaron dormidos.

~

Unos años más tarde...

Era el cumpleaños número diez de los mellizos y estaban todos en el patio trasero jugando con el nuevo perrito que les habían regalado hace unos minutos. Sarah estaba vigilando a Apolo a un lado de Atenea intentando imitar su seriedad de alfa. Obvio se le escapaba una que otra sonrisita cuando veía a Apolo reír con el cachorro.

Enserio quería jugar con el. Pero tenía que ser una alfa como Atenea.

Esta última sintió sus vibraciones y todo los ojos.

— Ve con Apolo.

Sarah la miró confundida. Casi nunca le hablaba, por no decir nunca.

— Ve con el, no quiero tenerte a mi lado. Ni siquiera puedes mantenerte seria del todo. Y debes entender que esta es mi forma de ser no la tuya,no te copies y vete.

Ni siquiera miro de reojo, sabía que la iba a obedecer. Tenía que hacerlo. Así que Sarah corrió y embistió el suelo comandando a corretear al cachorro.

Apolo sonreía.

Atenea vio de reojo a su mamá riendo mientras su papá le sostenía la cintura posesivamente. Volvió su mirada a lo lejano del jardín teniendo asco.

Miro a Alexander por tres segundos y se le hizo suficiente como para caminar dentro de la casa. No soportaba a ese omega, siempre con su tierna voz taladrandole en las noches y molestandola hasta en sus sueños más extraños junto con sus ojitos brillosos y nariz recta. Le hacía querer matar a Sarah por acercarse tanto a él y hacerlo reír, pero ella tenía autocontrol.

Se miro al espejo del baño dando dos largos suspiros antes de escuchar a sus papás hablando fuera.

— Voy a buscar el trío amor mío. Por favor manten a Sarah alejada de Apolo

Por que sí. Habían tres nuevos integrantes en la familia. A los cinco años de los mellizos descubrieron que habían tres más en camino. Nana tenía razón.

—¡Alfa!

—Llego a verla poniéndole florecitas en el pelo y voy a...

—Tu ponías flores en el mío.

— Es diferente.

— Que ellos hayan encontrado a sus destinados tan fácilmente no tiene porque enojarte. Estoy seguro de que si yo te hubiese conocido a los diez me hubieses gustado muchísimo.

Atenea rodó los ojos.

— Ya, amor. Voy por los niños.

Salió del baño cuando no escucho nada más.

Camino a la cocina para poder comer un pedazo de hielo y salir a hacer absolutamente nada al patio otra vez.
Si se recordaba que solo era por que era el cumpleaños de su hermano se sentía algo mejor. Se dio la vuelta y...

Alexander estaba en la entrada de la cocina.

Estaba mirándole los ojos hasta que no pudo resistir y le miró las manos en busca de no dejar de mirarla cuando corría la mirada. Estaba nervioso podía notarlo.

Sabia que Alexander tenía un extraño enamoramiento por ella, al punto de no poder hablar a solas ni una sola vez desde que nacieron.

Así que para tener un poco de diversión camino hasta el con pasos lentos viendo como cada vez temblaba más. Cuando dio el paso para quedar frente a el, Alexander calló de rodillas con la mirada gacha y jadeante. Atenea levantó una ceja divertida, se parecía a su mamá cuando estaba por entrar en celo.

— ¿No eres muy joven para esas cosas?

Tenían casi la misma edad, atenea lo superaba por meses, pero Alexander era visiblemente más bajo de estatura y mucho más infantil. No sabía controlar bien sus emociones y palabras.

Paso por un lado del cuerpo jadeante de Alexander y salió por el ventanal del patio. Donde su mamá lo recibía con un fuerte abrazo.

— Estas enorme, mi linda alfa grande.— Le estaba llenando la cara de besos como era usual así que solo se dejó besar.— Parece ayer que dejaste los pañales y ahora ya estás toda una alfa.

La estrecho en sus brazos y luego de unos minutos suplicantes de Atenea se marchó.

~

Ahora al montoncito de cachorros se le sumaron otros tres de cinco años. Estos tenían mucha más energía y dos eran alfas, un omega. Ares y Artemis eran alfas y la pequeña y delicada como una flor Venus era una dulce omega. Sus hijos comenzaban a largar sus olores desde que nacían.

Atenea olía a canela y cafe.

Apolo a chocolate.

Ares a madera.

Artemis a whisky.

Y Venus a durazno.

Claro que nadie superaba el olor a  vainilla de Harry o el poderoso olor a tierra mojada y lluvia de Louis. Pero todos olían bien.

Ahora los papás fueron adentro para preparar la mesa dejando a sus cachorros solos ya que nunca pasaba nada y no tendría que pasar nada ahora.

O eso pensaban.

~

Sarah estaba haciéndole cosquillas a Alexander para que le devuelva la pulserita a Apolo mientras este anima a Sarah. Pero Atenea estaba  con la sangre hirviendo al ver cómo lo tocaba.

Como sus dedos se clavan en la lechosa piel de Alexander y la marcan. Dejándola de un color rosado/rojo tan solo al tacto por la sensibilidad de la piel. Su mirada le quemaba en la nuca a Sarah, así que cuando vio una mínima mueca de dolor en el rostro de Alexander se lanzó sobre Sarah haciendo a esta gemir del susto.

— ¡Por fin juegas!

Sarah estaba sonriendo hasta que sintió  a Atenea apretando y pellizcando su piel de manera violenta dejando marcas rojas que con el tiempo se pondrían moradas por lo sensible de la piel. La sonrisa de Sarah se borró cuando un puñetazo se estrelló en su cara.

— ¡AYUDA!

Atenea arrancó un pedazo de la camisa de Sarah y se lo metió en la boca mientras ponía de espaldas a Sarah contra el piso. Apolo lloraba tratando de detenerla pero sabía que si se metía terminaría mal y el trío gritaba alentando a su hermana. Alexander corrió a llamar a su mamá cuando vio que Atenea se cargaba a Sarah en el hombro y la metía en la casita.

~

— ¡SARAH ME ESTABA AGREDIENDO Y ATENEA SOLO ME DEFENDIÓ, PERO SE FUE DE CONTROL! ¡PERO NO FUE CULPA DE ATENEA!

Los demás padres sonrieron dejándolo pasar ya que era una pelea de niñas de diez años que no sabían ni dar una cachetada. Nunca pasaba más haya de eso.

Pero Louis y Harry se pararon desesperados y corrieron afuera.

360°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora