Capítulo 4

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Capítulo 4
Estúpido príncipe

Sero no era una persona demasiado exigente, le gustaba creer que que todo pasaba por algo, le gustaba pensar que sí dejaba a las cosas ser entonces saldrían bien

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Sero no era una persona demasiado exigente, le gustaba creer que que todo pasaba por algo, le gustaba pensar que sí dejaba a las cosas ser entonces saldrían bien. Que todos podían escribir su destino, que las personas debían seguir sus pasiones para ser felices, que no debían renunciar por lo que los demás dijesen.

Le gustaba bailar, específicamente baile de salón, había competido un par de veces, era divertido. Con las personas aplaudiendo en cada presentación, en cada paso. Sin embargo no era lo que quería para su vida, solo era algo que le divertía hacer los fines de semana.

Era algo que tenía claro, por eso estaba estudiando gastronomía y no danza, por que no era esa cosa que amaba con fervor, no, eso era la cocina. Sus padres se habían casado en Japón cuando era un bebé, así que recuerda crecer en un ambiente donde todos hablaban en japonés, sus profesores, sus amigos, los señores de los supermercados, pero aún así aprendió el idioma de su madre, español, aunque no le fuese muy útil en ese entorno.

Conforme crecía veía que su mamá no cocinaba lo que otras mamás lo hacían, como katsudon, o sopa miso, onigiris o kimchi, no, su mamá hacía comida mexicana, y el no podía estar más que encantado por esa explosión de sabores que lo hacía saltar de alegría. Sin embargo se enojaba cuando iba a restaurantes que prometían comida mexicana y sólo se encontraba con esos tacos y su mal intento de tortilla.

Así que aprendió a cocinar la comida de su país de origen, encontrándose con que quería hacer eso por el resto de su vida, quería compartir su cultura mixta con todos, quería compartir como lograba que México y Japón se unieran en un plato y una persona. Así que hizo el examen para la facultad de gastronomía, aprobó, su madre quería hacer una gran fiesta en ese momento, estaba tan orgullosa de su hijo.

Tenía 18 años, estaba en su primer semestre de la carrera, sus profesores lo adoraban, más la de repostería, decía que era muy alegre y desinhibido aparte de que era un gran pastelero. Ahí fue donde conoció a Bakugo Katsuki. A comparación de Sero que hacía pasteles dulces y suaves decorados con flores perfectas de glaseado el hacía pasteles explosivos, en todo el sentido, se veían simples pero una vez que probabas un bocado podías sentir que había puesto algún ingrediente picante, como curry o pimienta. Sus profesores también lo alagaban mucho, sus compañeros siempre se quejaban de que eso no era comestible.

Pero oh sorpresa, Hanta creció rodeado de picante, podía degustar sus creaciones sin quejarse y con felicidad. Ahí fue cuando empezaron a hablar más, a conocerse más, pronto se hicieron amigos. Amigos con los que podían contar, lo sentían así.

Y ya que Sero le tenía la confianza suficiente a Katsuki esa noche le llamó. Algunos compañeros de la facultad de economía solían molestarlos, y ese sábado por la noche que salió de fiesta y los encontró en el lugar no fue la excepción, por mas que quería molerlos a golpes de una buena vez no quería que su mamá lo fuese a buscar a la cárcel.

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