Capítulo 22

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Capitulo 22
Tan cerca y tan lejos de mi.

A penas llegaron a casa Shoto sintió que Sero estaba raro

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A penas llegaron a casa Shoto sintió que Sero estaba raro. Que estaba distante, que algo había pasado esa noche. Pero había decidido no darle importancia, había decidido no hablar del tema esa noche, por que ambos estaban cansados.

Y esa noche, como cada que Shoto se quedaba en su casa, durmieron abrazados, pero esta vez fue distinto. No se sentía cálido, no se sentía como ellos. Y eso estaba consternando a Shoto. Intentaba poner cada palabra dicha en su cabeza, cada pequeño detalle y no podía recordar que exactamente fue lo que hizo mal.

La mañana siguiente no recibió un abrazo de su novio, ni un piropo tonto en español. Ni el día siguiente. No había nada. Era como si de repente ya no fuesen nada. Y no entendía por qué. Y ahora era 24 de diciembre por la mañana. Todos en la casa estaban preparando la cena de noche buena.

El estaba preparando la masa de los dumplings para que en la tarde pudiesen prepararlos y cenar a las 7. El señor Sero y su novio habían ido por los regalos de navidad. El ya tenía los suyos en su mochila desde hace un par de días. Y de nuevo Hanta no le dio un beso o un saludo al despertar. Todo estaba tan tenso, demasiado tenso para el bien de todos.

Sero no parecía querer hablar con nadie, y de hecho había salido, dijo que quería hacer unas cosas antes de noche buena. Y nadie le impidió irse.

Shoto por su parte ahora estaba solo en el cuarto de Hanta, intentando arreglarse aunque fuese un poco para que sus ojos no se viesen muy hinchados por llorar, por que había llorado mientras su novio falso salía. Por qué no podía contener las ganas de llorar, peor no lo hizo en voz alta por que no quería alarmar a todos en la casa. Se sentía mal ser ignorado durante tanto tiempo. Se sentía como si ya no existiera.

Y es una sensación que conocía. El sentir que no te notaban, que no eras relevante, que cualquier cosa que dijeras estaría mal o cada pequeño detalle de ti fuese un desastre. Su padre le hacía sentir eso. Le hacía sentir que merecía ser ignorado, que debía cuestionar cada cosa que hacía para saber que había hecho mal y disculparse. Por qué el era el que tenía que disculparse.

Y al conocer a Hanta sentía que la validación de los demás no era importante, no era necesaria mientras el le dijera que estaba bien, que podía equivocarse y al final de igual forma recibiría un cálido abrazo, pero ahora ya no era así.

Ya no lo sentía cerca a pesar de que estaba a solo unos pasos de él, se sentía como si estuviese a 1000 kilómetros de distancia. Sentía que no podía respirar correctamente. Que se estaba ahogando en una botella.

Pero al menos se veía bonito. Con algo de brillo azul claro y delineador negro apra hacer resaltar sus ojos y un traje color azul. La señora Ximena no paro de decir lo bonito que se veía el día que lo compraron. Su sonrisa era la más hermosa que había visto en una mujer desde que tenía memoria. Y no es que su hermana no fuese hermosa, por que lo era, era una mujer muy bella, pero no era su madre.

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