*ESCENAS MÁS FUERTES*
Bajó más sus besos. De su oreja a su cuello. De su cuello a sus pechos. Minah aguanto la respiración cuando él besó con cuidado uno de sus pezones.
Lay siguió bajando hasta su plano vientre. Ella se retorcía y gemía levemente ante cada tierno beso que él le proporcionaba. Era tan dulce. Con cuidado él fue quitando el molesto culotte de su camino.
Minah sintió la sangre concentrarse en sus mejillas. Lay volvió a su rostro para mirarla tiernamente. Sonrió ante el rojizo color de sus facciones.
- Eres hermosa, no tengas vergüenza de mí - le dijo.
Ella sonrió levemente. Bajó sus manos hasta la cintura elástica de sus calzoncillos. Sin dejar de mirarlo a los ojos fue deshaciéndose de ellos. Se agito al comprobar lo que había sentido. Él era verdaderamente grande. Sonrió divertida y él también lo hizo.
Volvió a besarla en los labios, tomando de ellos su dulce sabor. Su dulce miel.
Con una fuerza sobre humana de su parte, giró sobre él para quedar sentada sobre su cuerpo de nuevo. Se inclinó hacia delante y lo besó con pasión.
Lay gruñó roncamente, dándole a conocer cuan necesitado estaba de ella. Colocó sus grandes manos en la espalda desnuda de ella. Dulcemente la acarició, de arriba a bajo. Marcando con sus dedos las delicadas líneas de su cuerpo. Su cintura, sus caderas.
Mientras que ella se encargaba de que el éxtasis de sus bocas aumentara más y más, sus lenguas se mezclaron en un caliente movimiento. Dejándolo sofocado, comenzó a bajar sus mojados besos por su masculino cuello. Llegó a su oreja, la cual mordió levemente, poniéndolo más duro aun.
Las manos de Lay continuaban acariciando tiernamente su espalda, haciendo que toda su piel se erizara.
Minah se deslizó para abajo sobre él, para comenzar a besar su pecho. Con su lengua envolvió una de sus tetillas, para luego pellizcarlo levemente con los dientes.
Él metió una de sus manos entre las ondas de su largo cabello, tomándola de la nuca buscó su boca con desesperación. Ambos gimieron ante las sensaciones que estaban compartiendo. Tal vez era una locura. ¿Qué pasaba si Minho entraba por esa puerta? ¡Al diablo con Minho!
Con cuidado giro para quedar sobre su pequeño cuerpo de nuevo. Se alejó para mirarla a la cara. Lo que vendría ahora sería un poco más.......intenso.
- ¿Lo tienes, verdad? - le preguntó agitada.
- Claro que si. ¿Acaso piensas que sería tan irresponsable de no cuidarnos? Además...
- Ya, ya - dijo divertida y acaricio su rostro - Solo quería cerciorarme.
Él sonrió de costado, encendiéndola.
- Aun estás a tiempo de que detengamos todo. De verdad Minah, no me sentiría bien si te sientes obligada a hacer esto.
Ella meneo levemente las caderas bajo él, provocando que Lay apretara los dientes.
- Mírame - le dijo. Él clavo sus ojos en los de ella - Mírame a los ojos mientras lo haces. Y fíjate que es lo que dicen.
Ella se acomodó mejor bajo su cuerpo, y abrió las piernas para invitarlo a entrar. Sin dejar de mirarlo a los ojos, esperó que él lo hiciera.
Él no quería que ella se arrepintiera de esto, no lo quería. Preparándose para leer lo que sus ojos le decían, sostuvo su mirada y se deslizó profundamente en el calor aterciopelado de su cuerpo. Su cabeza se tambaleó ante el placer que le produjo. Por el placer de ella.
Minah siseó, arqueando la espalda mientras se agarraba firmemente a sus hombros.
La miró fijo a los ojos. No había arrepentimiento en ellos. Es más, estaban encendidos con pasión y otras emociones tiernas. Sonrió bobamente, deleitándose con el regalo que ella le estaba dando. Comenzó a mover suavemente las caderas, para conocer como se sentía ello. Gruñó levemente.
Minah no podía respirar mientras lo sentía duro y palpitante dentro de ella. Nunca imaginó que se sentiría así. Entraba despacio y suavemente, era delicado y dulce. Gimió levemente y se arqueo más hacia él.
Lay inclinó la cabeza y tomó sus labios para besarla al mismo ritmo que imponían sus caderas. Esto era increíble, ella era increíble.
Ella subió y bajó sus manos sobre sus hombros y musculosa espalda. Era increíble la sensación de su cuerpo bajando y subiendo sobre el de ella. Las firmes y gruesas líneas de su cuerpo empujaban en su interior con un ritmo y una fuerza, perfectos.
Lay descendió sobre ella para mordisquear dulcemente su cuello. Su oreja. Escalofríos bajaron por él al sentir sus pequeñas manos acariciando su espalda. Ambos gimieron al sentir mayor necesidad uno del otro. Él busco sus brazos, bajó sus manos por ellos, hasta encontrarse con las manos de ella. Tiernamente entrelazó sus fuertes dedos con los fríos y delgados de ella. Gimiendo su nombre, él elevó con cuidado sus manos hasta el costado de sus cabezas. La besó dulcemente.
Minah se derritió ante la ternura de sus acciones mientras se movía despacio y duro contra ella. Era tan dulce.
Él se alejó de sus labios para volver a su cuello. Esto era mucho mejor de lo que él se hubiera imaginado. Gruñó mientras sentía como ella levantaba sus piernas y lo envolvía por las caderas.
Su fina piel resbalaba contra la suya. El sudor de sus cuerpos empezaba a ser más notorio a medida que el tiempo pasaba. Y el tiempo pasaba y eso era cada vez mejor.
Ella se arqueó enfebrecida de deseo hacia él. Quería más, necesitaba más de él. Su cuerpo se lo pedía, se lo pedía a gritos. Los gemidos de Lay resonaban en su cuello y en su oreja, excitándola más y más. Su cuerpo fuerte y pesado sobre el de ella. Sus manos no estaban quietas, la acariciaban suave y despacio, con deseo. Si esto no era una buena primera vez, nada lo sería.
Él empujo más hondo en su interior. Quería más, necesitaba más de ella. Sus manos acariciaban su espalda suavemente. Sus piernas lo rodeaban. Sus gemidos caían en su hombro y oreja, encendiéndolo. El aroma que desprendía su piel estaba volviéndolo loco. Su pequeño y fino cuerpo moviéndose necesitado debajo del suyo. Si esto no era una buena primera vez, nada lo sería.
Minah sintió que algo se despertaba dentro de ella, algo que la estaba abrumando. Necesitaba liberarse. Abrazándose más a él comenzó a gemir más seguido.
Lay gruñó ante el placer que le provocaba que ella gimiera en su oído. Elevó su cabeza para mirarla a los ojos. Inclinó su rostro y capturó sus labios.
- Por dios, Yixing - dijo agitada sobre su boca.
- ¿Quieres que deje de hacerlo? - le preguntó sin dejar de besarla.
- No, no, no - dijo rápidamente - Voy a golpearte si dejas de hacerlo.
Él sonrió y volvió a besarla. Sintió sus uñas marcar su espalda, mientras ella llegaba a su clímax. Gruñó profundamente ante el placer de escucharla. Metió una de sus manos debajo de su pequeña espalda, y con un simple movimiento, hizo que ambos quedaran sentados sobre la cama. Quedándose quieto dejó que cada chispa de placer se escurriera del cuerpo de ella.
Minah tenía los ojos cerrados. Su cuerpo daba pequeños temblores. Eso había sido mucho más de lo que le había contado su mejor amiga. Se alejó un poco de él y lo miró fijo a los ojos. Se acercó dulce a sus labios para besarlo de la misma manera. Podía sentirlo palpitante dentro de ella. Comenzó a moverse suave sobre él.
Lay gimió levemente. Levantó sus manos y las colocó en su espalda, para abrazarla mientras hacían el amor dulcemente.
Ella rodeó su cuello y comenzó a besar su rostro. Sus mejillas, su nariz, sus labios. Lo miró a los ojos, y sintió sus mejillas tomar color. Él las acarició.
- Hola - la saludó.
- Hola - dijo divertida.
Ambos se movían despacio, compartiendo más que un simple acto sexual. Había algo mucho más intenso en todo esto, algo que ninguno se animaba a pensar y mucho menos a decir.
Ella se alejó de sus labios para empujarlo levemente hacia atrás.
Él apretó los dientes mientras veía como ella se movía eróticamente sobre él. Poniéndolo más duro aun, más necesitado.
Levantó una de sus manos y acaricio su mejilla, para luego con uno de sus dedos acariciar sus labios. Volvió a sentarse para besarla con pasión.
Minah cerró los ojos mientras la besaba y volvió a correrse en sus brazos, nombrándolo agitada.
Él necesitaba liberarse de toda esa pasión que tenía dentro. Se recostó con ella encima y volvió a girar.
Ella soltó un gemido divertido y busco sus labios para morderlo mientras sentía como el buscaba un poco de paz dentro de ella.
Lay gimió sobre su boca cuando sintió como llegaba a ese lugar que ella ya había logrado llegar dos veces.
El éxtasis de ese momento aumento cuando juntos sentían compartir aquello.
Minah se agarró con fuerza a sus hombros, mientras lo sentía otra vez.
Lay apenas podía respirar ante el placer que sentía entre sus piernas. La miró fijo a los ojos y se acercó a más sus labios. La nombró agitado cuando logró su objetivo. Se dejó caer sobre ella, abrumado, rendido.
Ella tenía los ojos cerrados, su cabeza daba vueltas. Si no fallaban sus cálculos, él la había hecho llegar perfectamente tres veces a su centro. ¡Oh dios santo, él era increíble! Se acercó a él y besó su hombro dulcemente.
Él levantó la cabeza para mirarla, se inclinó y besó sus labios con cuidado.
Ambos sonrieron bobamente sin dejar de besarse ¿Por qué se sentían así de idiotas estando juntos? ¿Qué era todo eso?
Salió de ella y enterró su rostro en su cuello, aspiró profundamente el aroma de su piel. Con cuidado acarició su piel con su nariz.
Ella acariciaba despacio su espalda y nuca. Sonrió sin que él la viera al pensar que no podría volver a mirarlo a los ojos sin sonrojarse por ello.
Lay se abrazó firmemente a ella y giró sobre el colchón para que Minah quedara sobre su pecho. Volvió a besarla.
No podían decirse nada, nada de nada. Era mejor dejar que las miradas y los besos hablaran por ellos. Ninguno sabía que decir. Ella se alejó despacio de su boca y apoyó su cabeza en su pecho. Escuchaba con claridad los latidos frenéticos del corazón de Lay. Una linda melodía.
Lay acariciaba con cuidado sus cabellos. De arriba a bajo. Aun no podía creer lo que habían hecho. ¿Ahora como debían continuar las cosas entre ellos?
Minah sonrió levemente y levantó la cabeza para mirarlo. Se acercó más a él y lo besó con cuidado.
- Gracias... - le dijo dulce cuando se alejó de sus labios.
Él abrió los ojos para mirarla y sonreír levemente.
- No, gracias a ti - dijo.
- Yixing yo...
- No digas más nada. Las palabras sobran aquí, Minah.
Ella le sonrió y volvió a apoyar su cabeza sobre su pecho. Cerró sus ojos levemente. Estaba agotada, pero eso había valido la pena.
Él besó su cabeza para luego cerrar los ojos también. Lo mejor era dormir, y hablar mañana. Ni siquiera hacía falta hablar.
Ambos dejaron que el sueño se apoderara de ellos, y de ese mágico momento que habían compartido, y que nunca iban a poder olvidar.Apagó el auto. Estaba realmente cansado, había sido una larga noche junto a Yura. Pero en realidad no iba a volver a su casa hasta la tarde. Pero decidió volver porque sintió que dejar sola a su hermana, no era algo muy bueno. Se bajó del auto y entró a su casa. Minah aun no estaba levantada. Eso era extraño. Dejó las llaves encima de la mesada de la cocina y decidió subir a la habitación de la enana de jardín.
- Minah - la llamó antes de tocar. No recibió respuesta a su llamado. Frunzo el ceño y volvió a tocar. Otra vez, nadie contestó - Minah, voy a entrar.
Con cuidado abrió la puerta. Su mirada se centró en el suelo de la habitación. ¿Zapatos de hombre? ¿Desde cuando Minah usaba zapatos de hombre? Siguió mirando y vio una camisa, una corbata. Entró un poco más y vio un vestido tirado. Miró hacia otro lado y encontró un sostén, zapatos de mujer. Sin dejar de mirar al suelo, respiró profundamente. Olor a noche de...... dejó de pensar y miró rápidamente hacia la cama de su hermana.
Su corazón casi se sale de lugar al verlos allí. ¡Oh no, eso no podía ser cierto! Miró de nuevo al suelo y los volvió a mirar.
Ella dormía sobre el pecho de él, y no quería ni pensar que ambos estaban......sin ropa. ¡Oh maldito perro, él se había acostado con su hermana! Debía matarlo, ¡Iba a matarlo!
- ¡Lee Minah! - gritó provocando que ambos despertaran.
Ante el feroz grito, ella abrió rápidamente los ojos. De la misma manera se giró a verlo.
- ¡Minho! - dijo sin poder creerlo. ¿Qué hacía él aquí? Se suponía que volvería por la tarde.
- ¡¿Qué diablos significa esto?! - le preguntó mientras clavaba su mirada en el azulino.
Lay lo miró con temor. No contaba con que él los descubriera.
- Minho......hyung, esto....esto no es lo que parece - le dijo él sin dejar de mirarlo.