Ella lo miró bien a los ojos. Trató de retroceder, pero la puerta la hizo saber que no podía alejarse. Su corazón latió tan rápido que su respiración se volvió pesada. Tragó saliva y relamió sus labios.
- Lay - su nombre salió despacio de sus labios.
Pero entonces algo pareció despertarse dentro de ella, rápidamente se acercó a él para colgarse de su fuerte cuello y apegarlo a ella en un apasionado beso.
Lay la tomó de la cintura y la acercó más a él. Sus lenguas bailaron juntas.
Minah enterró sus manos en sus cabellos y sus dedos se entrelazaron en su cabeza. Tembló levemente al sentir los fuertes brazos de Lay abandonar su cintura para subir sus ágiles manos a los botones de su camisa.
Él, sin soltar su boca, comenzó a desabrochar aquella prenda. Junto a ella se sentía decidido y fuerte. Llegó al último botón y se alejó de sus labios para mirarla.
Minah le sonrió agitada y trajo sus manos hacia su musculoso cuerpo.
Lay se acercó a ella y junto sus frentes.
- Ya no puedo hacerme el imbécil - le susurró y terminó de desabrochar la camisa - No dejo de pensar en ti, en tus besos, tus caricias... en tu cuerpo Minah.
- Yo tampoco - le confesó ella.
Lay bajó su cabeza y comenzó a besar su mentón, para seguir bajando por su cuello. Minah sintió como todo su cuerpo se erizaba. Él la hacía sentir tan vulnerable y a la vez poderosa. Sus pensamientos estaban totalmente esparcidos, no podía pensar en nada concretamente. Sintió como la camisa caía al suelo.
Lay se alejó de su cuello y mirándola intensamente se deshizo de aquella pequeña musculosa blanca. Él estaba desesperado por hacerla suya de nuevo. Sentía que su corazón latía como loco. Había un fuego en su interior que lo estaba quemando. Un animal hambriento que quería salir... hambriento de ella, con ganas de ella.
Minah caminó levemente hacia atrás y chocó la fría puerta de madera. Su piel se volvió a erizar al sentir aquel contacto frío con su piel caliente. Ella levantó la mirada y enfrentó la de él. La luz gris que entraba por la ventana jugaba con el color de sus ojos, con la expresión de su mirada. Él la miraba tan intensamente, que ella podía jurar que sentía que la estaba tocando.
Una luz azulada relampagueó en todo el cuarto. Ambos miraron hacia la ventana y al instante escucharon el sonido de la lluvia.
Lay volvió su vista a ella, y Minah también lo hizo.
- Llueve - le dijo él.
- Que lindo va a ser hacer el amor contigo mientras escuchamos la lluvia - le dijo ella.
- Con lluvia o sin lluvia, va a ser hermoso igual. Porque hacerte el amor es lo más hermoso que he hecho en toda mi vida...
Capturó sus labios rápidamente. Despacio mordió su labio superior y tiró de el suavemente. Ella bajó su mano por su musculosa espalda. Volvió a temblar al sentir sus manos pero ahora en los botones de su pantalón. De manera veloz se deshizo de ellos, dejándola solo en ropa interior.
Lay la tomó con más firmeza de la cintura y la alzó del suelo, para terminar contra la puerta.
Al instante Minah alzó sus piernas y rodeó a Lay con ellas.
El bajó sus besos su mi boca al cuello.
- Hueles tan bien... - dijo agitado cerca de su oreja - Sabes tan bien.
Ella no podía pensar en nada, apenas podía respirar. Gimió levemente cuando sintió una de sus manos sobre su pecho. Aun traía puesto el sostén.
- ¿Me deseas? - le preguntó él y volvió a acercarse a sus labios.
- No tienes ni idea de cuanto - dije ella inmersamente perdida en el placer.
Entonces ella sintió como sus grandes y calientes manos la tomaban con firmeza de los muslos y la apegaba más a él. Volvió a gemir. Su sexo estaba hinchado debajo de sus pantalones y presionaba contra su centro.
Minah, inconcientemente, se movió sobre él, sintiéndolo más.
Gruñendo pesadamente él enterró su rostro contra su suave cuello y se frotó contra ella, haciendo que Minah se agarrara impávidamente de él.
- Oh, Yixing - susurró agitada mientras él se movía suavemente mostrándole un poco del placer que podía darle. Sintió que él deseo iba a enloquecerla, ella quería sentirlo ya. No quería esperar, no podía esperar - Lay.....a la cama Lay - dijo agitada.
Él alejó su rostro de su cuello y tomando su boca comenzó a caminar a ciegas hacia la cama que estaba frente a ellos. Cayó de lleno en ella y Minah quedó encima de él.
En ningún momento sus bocas se alejaron. Hasta que la simple necesidad de respirar lo hizo. Al instante Lay giró sobre la cama para quedar sobre ella. La miró fijo a los ojos, su corazón latía como loco, rápido y furioso.
- No puedo ocultarlo más Minah... yo no te veo como mi amiga - le dijo agitado.
- ¿Cómo ves? - le preguntó ella.
- Como la mujer con la que quiero estar, como eso te veo. Te veo como a la chica a la que quiero hacerle el amor todos los días - ella rió levemente - Bueno, creo que todos los días sería demasiado acrobático...
- Bésame - le pidió ella.
Volvió a capturar su boca, pero esta vez de manera suave y lenta. Quería besarla de esa manera, demostrarle con un beso que no solo la deseaba físicamente.
- Yo también quiero que tú seas el hombre que me haga el amor todos los días... bueno no se si todos los días. Pero si me gustaría poder despertarme y tenerte al lado, tu perfume en mi piel, tu sabor en mi boca - le musitó ella soltando levemente sus labios.
Volvieron a besarse. Era algo que no podían dejar de hacer.
De una u otra forma Minah se deshizo de sus pantalones. Y entre besos, caricias y miradas el resto de sus ropas quedaron esparcidas por toda la habitación.
Ella se abrazó a él al sentir como despacio la llenaba completamente de él.
Lay se quedó quieto, respirando trabajosamente, sintiendo como el cuerpo de Minah, lo arrastraba un poco más dentro de ella. Levantó un poco la cabeza para mirarla a los ojos. Levantó su mano y acarició su rosada mejilla. Se inclinó y capturó sus labios a la vez que comenzaba a moverse dentro de ella.
Minah gimió levemente y cerró sus ojos, mientras lo sentía dentro de ella, y sentía la volátil sensación que el dejaba sobre sus labios al besarla de manera suave.
El sonido de la lluvia se mezcló con el sonido de sus agitadas respiraciones. Minah tragó sonoramente al sentir aquella abrumadora sensación dentro de ella. Él la estaba llevando a su clímax.
- Mírame Minah - le pidió agitado.
Ella obedeció y lo miró fijo a los ojos. Levantó sus manos y tomó su rostro con ambas, para acercarlo levemente a ella. Sus bocas rozándose, sus corazones sintiéndose.
Latían al mismo ritmo, con el mismo desenfreno y pasión. No, ya no podían ocultarlo. Ellos ya no podían hacerse los tontos y fingir que nada pasaba, porque si hacían eso serían las personas más idiotas del mundo.
¿Por qué negar un amor?
¿Cuál es el problema de ella?
¿Acaso esta mal que dos personas se quieran?
Minah alzó las piernas y lo rodeó por las caderas sintiéndolo más hondo aun. Gimiendo su nombre sintió como cada fibra de su ser se llenaba de aquel dulce éxtasis.
Lay aceleró sus embastes y se unió a ella, provocando que ambos se corrieran a la vez. Compartiendo la dicha de estar juntos, compartiendo el calor del momento y la extraña sensación que recorrió cada rincón de sus seres.
Él se dejó caer sobre ella, rozando su boca. Minah le acarició la espalda en forma dulce y lenta. Dejando que él recuperara fuerzas.
La lluvia aun caía y su sonido llenaba la habitación. Él la miró a los ojos y le sonrió dulcemente.
- Minah - la llamó.
- ¿Qué? - preguntó ella.
- Te quiero...
- Y yo a ti.
La besó y se abrazó a ella, dejando que la sensación más bella del mundo lo llenara de alegría. Pero su cabeza le hizo recordar aquello. China.
El viernes que viene el se iría a China. Alejándose de sus labios se alejó de ella y se acostó a su lado. Minah lo miró y se acercó a él, acurrucándose a su lado. Lay la abrazó con inquietud.
- ¿Qué sucede? - le preguntó ella.