Ella se sentó lentamente en la cama. Frunzo el ceño.
- ¿Kai? - dijo con duda. Pero entonces su mente comenzó a traer recuerdos a ella, recuerdos y más recuerdos de una infancia que hacía bastante que no recordaba - ¡Espera un minuto! ¿Eres Kai, Kim Kai? ¿Kim Jongin, alias Kai? - le preguntó parándose rápidamente.
- El mismo que viste y calza - dijo divertido.
- ¡No puedo creerlo!
- ¿Cómo estas? - le preguntó.
- Asombrada - contestó.
- ¿Para tanto?
- Kai, hace... 4 años que no se nada de ti. ¿Dónde estas?
- Llegue hace unos días. Y me instalé en casa de mi padre, busque tu número y el número de la psicópata castaña.
Minah rió divertida al recordar como él llamaba a Hyeri.
- Ya no es más castaña- dijo divertida.
- ¿Es una broma, verdad? - preguntó.
- No - dijo y se tiró pesadamente en la cama.
Aun no podía creer que estuviera hablando con su único amigo de la primaria. Kim Jongin había compartido con ella y con Hyeri los tortuosos años escolares. Pero cuando este llegó a su fin, su madre se lo llevó, ya que se había separado de su padre. Por ende la última vez que se vieron ambos tenían 13 años.
- ¿Sigues viviendo en la misma casa de antes? - le preguntó él.
- Si, aquí nací y parece que aquí voy a morir - dijo ella.
- ¿Y Hyeri? ¿Sigue viviendo donde vivía?
- No, Hyeri se mudó a una casa un poco más cerca del instituto.
- Tengo muchas ganas de verlas - dijo él.
- ¿Por qué no vienes a casa? Llamó a Hyeri y le digo que venga para acá.
- Enseguida estoy ahí, aunque no me lo creas. Te eché mucho de menos.
Ella sonrió levemente y sintió sus mejillas tomar un poco de color.
- Yo también, peligrito - dijo divertida.
- No puedo creer que lo recuerdes - dijo él.
- Lo recuerdo, lo recuerdo. ¿Cómo olvidarlo? Eras un peligro Kai.
- Aun lo soy, calabaza.
Ambos rieron. Un silencio se formó entre ellos.
- Mmmm, ¿vienes? - preguntó algo nerviosa.
- Claro que si - dijo él.
- Te espero - dijo y cortó.
Se sentó en la cama y miró sorprendida a su alrededor. Lo que menos ella imaginaba en este momento era que Kai estaría de nuevo ahí. Marcó el número que su amiga.
- ¿Hola? - la atendió.
- ¿A que no sabes quien me llamó? - preguntó Minah.
- No, no lo se - dijo Hyeri un poco extrañada.
- Utiliza un poco las neuronas, tonta.
- Mis neuronas en este momento, están despertándose de un doloroso transe de alcohol. Así que déjalas en paz.
- Buena, ¿estas lista para escuchar?
- Ya Minah, dime. ¿Por qué tanto misterio? Ni que fuera tu primo Sehun - dijo la rubia.
- ¿Quisieras que fuera él? - preguntó de manera picara.
- ¡Claro que no! - dijo rápidamente.
Minah rió divertida, sabía que en algún momento de su vida Hyeri estuvo perdidamente enamorada de su primo Sehun, pero Sehun era demasiado tonto como para darse cuenta de ello.
- Bueno, bueno tranquila. Solo bromeaba. Me acaba de llamar Kim Jongin.
No escuchó nada por varios segundos.
- ¿Kai? ¿El peligrito pelele? - preguntó.
Minah rió divertida. Hyeri siempre le decía así.
- Ese mismo - dijo divertida.
- ¡No puedo creerlo! ¿Y donde esta?
- Esta aquí. Viene para acá, así que vístete y mueve tu lindo trasero a casa - dijo Minah.
- Bueno, bueno. Voy, es increíble que haya vuelto.
- Si, eso mismo pensé.
- ¿Recuerdas que él fue tu primer beso, verdad? - preguntó.
- Hyeri, ¿Por qué siempre encuentras la manera de hacerme enojar? Eso fue hace un montón de tiempo.
- Si, pero recuerdo perfectamente lo emocionada que estabas cuando eso pasó.
- Tenía 12 años, con cualquier otro chico hubiese estado así.
- No lo se - dijo picara.
- Hyeri, cámbiate y ven - le dijo y colgó.
Suspiró levemente. Y se acercó a su placard para cambiarse de ropa. No sabía que ponerse, es que tampoco era la gran cosa. Pero quería.....no lo sabía.....verse...bien.
Se cambió poniéndose unos shorts de jean y una musculosa blanca. Buscó unas lindas sandalias de gladiador sin taco y bajó las escaleras.
Minho no estaba en casa. Le agradecía a dios eso, no quería tener que soportar sus celos de hermano mayor.
El timbre sonó, ella se puso un poco nerviosa. Se mordió el labio y caminó con prisa a la puerta. Se preguntaba si estaría igual que siempre.
Abrió y un muchacho de 1.78 de altura, cabellos castaños oscuros con unos ligeros mechones alborotados y ojos cafe chocolate se paró bien derecho frente a ella.
Lo miró y una amplia sonrisa se dibujó en ella. No podía creer que él estuviera allí.
Kai le sonrió abiertamente mostrándole una perfecta gama de dientes blancos y perfectos.
Ella sintió sus ojos humedecerse y sin seguir dando vueltas se acercó a él para abrazarlo. No tuvo que colgarse de él para abrazarlo como quería, ya que estaba un escalón arriba a causa de la puerta.
Lo apretó con fuerza y sintió esa cálida respuesta por parte de él.
Kai besó su hombro y se alejó para mirarla a los ojos sin dejar de sonreír.
- No puedo creer que estés aquí - dijo ella reteniendo sus lágrimas.
Él recorrió su rostro con la mirada. Ella......ella apenas había cambiado. Lo único que tenía de distinto era la mirada. Ya no era una niña, y eso se notaba.
- Yo no puedo creer que estés tan linda - le dijo él y tomó su rostro con las manos para acariciar sus mejillas.
Minah rió quedamente y sus lágrimas acumuladas escaparon. Kai subió el escalón que hacía que la diferencia entre ellos no fuera tan notoria, y la diferencia se notó.
Sin soltar su rostro limpio con sus pulgares las lágrimas de Minah.
Ella no pudo evitar quedarse perpleja ante su acción, y particularmente al darse cuenta de que ya no tenían 13 años y que sus hormonas actuaban de forma muy diferente ahora. Kai había cambiado físicamente, pero seguía teniendo el mismo rostro de niño bueno y peligroso.
- No llores por favor. Me haces sentir un imbécil con ganas de llorar también - dijo él.
- Eres un tonto - dijo divertida y volvió a acercarse a él para abrazarlo.
Esta vez su rostro quedó contra su pecho. Kai besó su cabeza y se abrazó a ella. De verdad había extraño a esa calabacita y la castaña platinada. Luego de unos cuantos segundos de estar en silencio y abrazados, Minah se alejó algo sonrojada.
- Lo siento - le dijo.
- No por favor, no lo sientas. Por mi seguiría abrazándote.
- Pero ven, entra - dijo y se alejaron de la puerta.
Entraron a la cocina y Kai miró fascinado a su alrededor. Todo estaba exactamente igual a como él lo recordaba. En aquella cocina él había pasado las mejores meriendas de su vida. No había galletas como las de Eunji.
- No puedo creer que todo esto este tan igual - dijo él.
- Kai, tampoco pasaron 100 años. Apenas 4 - dijo ella divertida.
- Para mi fueron una eternidad, lo juro.
Minah sacó un poco de jugo y unas galletas para darle a su invitado. Kai sonrió al ver que galletas eran.
- ¿Son las que estoy pensando verdad? - preguntó.
- Pero estas las hice yo - dijo ella.
- Mmmm, vamos a ver que tal son - dijo y tomó una para morderla.
Cerró sus ojos y saboreó aquel sabor tan familiar, que le traía tantos recuerdos.
- ¿Y? - preguntó ella ansiosa por saber su respuesta.
- Las mejores que probé en mi vida - dijo él sonriéndole dulcemente.
El timbré sonó y Minah miró en dirección a la puerta. Estaba segura de que esa era Hyeri, miró divertida a Kai.
- Escóndete que seguramente es Hyeri - dijo y corrió a la puerta.
Abrió y sus se abrieron bien al ver que no era Hyeri. Se quedó quieta mirándolo realmente sorprendida.
- ¿Qué haces aquí? - le preguntó.
Él la miró bien y entonces supo que ella no se acordaba lo que había echo ayer. No podía explicar con certeza porque había cruzado la calle y tocado el timbre.
- Minah, ¿Quién es? - preguntó él saliendo de la cocina.
Lay lo miró fijo, cuando Kai se acercó a la puerta detrás de Minah. Apretó sus labios y sonrió por lo bajo al sentirse un completo idiota.
- Mmmm, Kai el es Lay mi......vecino - se lo presentó ella un tanto nerviosa.
Kai estiró su mano para que Lay la tomara. El chico lo hizo sin muchas ganas, lo único que quería saber era quien era él.
- Soy Kai, amigo de toda la vida de Minah- se presentó el mismo.
- Si, me imagino - habló él.
Miró fijo a Minah y de verdad se sintió un imbécil al creer que ella podía llegar a sentir algo por él. Y entonces supo que las cosas que Hanni le decía eran verdad.
Minah podía buscar consuelo en cualquier hombre que buscara, lo tenía en la sangre. Era vulgar, una cualquiera...
- ¿Necesitabas algo Lay? - le preguntó ella sacándolo de sus pensamientos.
- No, ya......ya encontré lo que estaba buscando - dijo él - Hasta luego.
Minah vio como él se alejaba y tuvo ganas de salir corriendo detrás de él y preguntarle el motivo de su visita, pero se quedó quieta.
- Minah, ¿Qué haces aquí?
- ¿Acaso solamente tú puedes subir por los balcones? No, yo también puedo hacerlo.
- ¿Estas ebria?
- ¿Ebria? Ebria es una palabra demasiado fuerte. Yo diría, estoy feliz. Muy feliz.
Sacudió su cabeza ante ese extraño recuerdo que vino a su mente. Ella no recordaba absolutamente nada de eso, y entonces se preguntó si su estado de ebriedad tuvo que ver con eso. Se paralizó al pensar todas las cosas que pudo haber echo, y simplemente no recordar ni una sola.
- Calabaza, ¿Estas bien? - le preguntó Kai acercándose un poco más a ella.
- Si, si Kai. Quédate tranquilo - dijo ella y cerró la puerta.
Unos cuantos minutos después llegó Hyeri y se emocionó más que su amiga al ver al Peligrito pelele, realmente cambiado.
Pasaron una linda tarde recordando viejos momentos, y aventuras realizadas por los tres. Kai preguntó por la odiosa de Hanni y recibió todas las noticias de ella. Rió divertido al ver el odio que Hyeri le tenía.
La noche y llegó y era hora de volver a casa. Hyeri ya se había ido pues Yoon había ido por ella. Minah acompañó a Kai hasta la puerta.
Él se giró a verla.
- Muchas gracias morenita, la pase muy bien - le dijo.
- Y yo - dijo dulce - ¿Sabes hace cuanto que no me reía así?
- No lo se - dijo él - Pero me encanta que sonrías.
Minah bajó la mirada algo sonrojada. Kai se acercó a ella y besó despacio su mejilla.
- Eres un tonto - le dijo divertida. Él rió.
- Dile a Eunji que vendré a verla uno de estos días.
- No sabes lo contenta que se va a poner cuando le diga que estas aquí.
- Y ya me imagino lo odioso que se va a poner Minho - dijo divertido.
- Siempre es lo mismo.
- Lo se, lo se - acotó.
- Hasta mañana Kai.
- Hasta mañana Minah. Te quiero - le dijo.
Minah pestañeó varias veces y lo miró nerviosa.
- Yo.....yo también te quiero.