Minah sentía el mismo vacío que sintió cuando perdió a su madre. Pero este tenía algo distinto. Sabía que lo había perdido, sin siquiera haberlo tenido. Era un dolor amargo, un dolor trivial que le llenaba el pecho de incertidumbre y rabia.
Soltando unas cuantas lágrimas más dio media vuelta y salió del aeropuerto. Caminó hasta su auto y se subió. Miró el asiento del a lado, y se lo imaginó allí sentado mirándola, sonriéndole... aprendiendo a manejar. Cerró los ojos para tratar de no verlo más y apoyó la cabeza sobre el volante.
- Aaay Yixing - dijo y rompió en un desgarrador llanto - ¿Por qué mi amor? ¿Por qué?
Lloró sobre el volante durante unos largos minutos. Tenía la esperanza de que él saliera corriendo del aeropuerto y se subiera al auto diciéndole que no se había ido. Pero eso no pasaba, y ella se convenció de que no iba a pasar.
Levantó la cabeza y prendió el auto. Ya no tenía ningún sentido seguir allí estacionada esperando a que todo se solucionara.
Él se había ido, él iba a empezar una nueva vida, iba a conocer gente nueva, chicas nuevas. Esa última idea le hizo doler el pecho. No podía imaginárselo con otra. Sacudió su cabeza y prendió marcha hacia su casa.
Tenía que poner su mente en otro lado, así que estiró la mano y prendió la radio, necesitaba escuchar un poco de música, algo que la despejara.
- Y ahora una de los cantautores más romántico, nos ha dejado canciones de amor increíble. Así que para todos ustedes Wheesung con 'Night & Day'...
- ¡Genial! ¡Genial! - rugió ella y sin dejar de llorar estiró la mano y apagó la maldita radio - ¿Acaso hasta la radio esta en contra mío hoy? ¡Maldita sea Lay! ¿Por qué me dijiste eso antes de irte? ¿Por qué lo dijiste?
Frenó ya que el semáforo había cambiado a rojo. Sus labios temblaban levemente por las lágrimas que quería reprimir, pero no estaba funcionando. Las lágrimas caían y caían sin control, sin permiso. Rompiendo, a su paso, un poco más su golpeado corazón.
Su mirada se distrajo al ver a una joven pareja cruzar la calle. Él abrazaba a la chica por la cintura, mientras le decía algo al oído. Esa imagen se transformó en una imagen de ellos dos cruzando la calle, mientras iban a tomar un helado.
- Ya Lay, deja de decirme esas cosas -le dijo ella divertida.
- ¿Y que quieres que te diga? Es lo que siento... mejor dicho es lo que me provocas -dijo él y besó su mejilla.
- Eres un pervertido, mi amor...
- Pero soy tu pervertido, de nadie más.
- Te amo.
- Y yo a ti -le dijo él y se acercó a sus labios para besarla.
Una bocina la hizo salir de aquella ilusión, de aquel sueño. Giró su cabeza hacia atrás y vio una larga cola de autos detrás de ella. Con un poco de duda prendió marcha, los autos comenzaron a pasar por el costado de ella.
- ¡Muévete cariño! - le gritó algún imbécil.
- ¡Vete al demonio! - le respondió ella enseñándole su dedo índice.
¿Qué más iba a pasarle ahora? ¿Se lo iba a imaginar sentado al lado de ella en el auto? ¿Qué iba a pasar después? ¿Iba a soñar que él entraba a su cuarto y le hacía el amor?
¡¿QUE OTRAS COSAS IBAN A PASARLE A ELLA?!
¿Acaso no había bastado con todo lo que vio en los últimos tiempos como para agregar un dolor de estas características a su vida?
Es que no podía ser cierto. Su cabeza no dejaba de pensar en él. Nunca iba a poder olvidar aquellos ojos negros. Sus dulces besos, sus suaves caricias. Llegó a su casa y se bajó sin ánimos del auto. Su cara totalmente empapada de lágrimas, sus ojos rojos, sus labios temblorosos.
Sin querer miró la casa del frente. El gigantesco cartel de 'En venta' le hizo saber verdaderamente que él ya no estaba. Sin quitar la mirada de aquella casa, entró a la suya. Rápidamente subió las escaleras hacia su habitación. Entró y se tiró pesadamente en su cama. Tomó aquel pequeño osito que él le había regalado hacia varios meses atrás. Lo abrazó con fuerza contra su pecho, y volvió a llorar.
Sintió como la puerta de su habitación se abría y unos segundos después alguien se acostaba a su lado en la cama. Lentamente se giró a verlo y Minho levantó la mano para secar su rostro.
Minah giró completamente en la cama y se abrazó a su hermano para esconder su rostro en su protector pecho. Ahora sabía para que servían los hermanos mayores, para proteger, para consolar, para cuidar de una.
- Creo que le había dejado bien en claro que si te hacía sufrir sería un ñoño muerto - habló él.
Minah no pudo evitar reír al escucharlo. Su voz sonó profunda desde su pecho - Vamos Minah, no puedes llorar por ese ñoño - acarició su espalda en forma de consuelo.