Hyeri hablaba y hablaba, pero ninguno de los dos le estaba prestando atención. Minah concentrada colocaba la tintura en la cabellera de su amiga. Hyeri había decidido cambiar de look. Dejar a un lado el negro, para pasar al rubio. Mientras que Lay no dejaba de mirar a Minah. Ella podía sentir su fija mirada sobre ella. Levantó la cabeza para enfrentar sus ojos. Lay sonrió levemente, y se quitó los anteojos para tomar una galletita de limón. Le hizo un gesto y ella sonrió por lo bajo.
- Minah, ¿Me estas escuchando? - le preguntó Hyeri.
- ¡Eh! - dijo reaccionando - Si, si
- Mentida, no me estabas escuchando - le reprochó la futura rubia.
- Lo siento, estoy concentrada en tu cabello - se disculpo ella.
- Bueno, no impodta - dijo ella y siguió hablando.
Lay miró de nuevo a Minahy a su mente vino su boca. Él había mirado muy detenidamente esa parte de ella, y el impulso que sintió por besarla lo perturbo. Se puso de pie y tomo su bolso.
- Bueno chicas, yo ya me voy - dijo. Ambas se giraron a verlo.
- ¿Pod que? - le preguntó Hyeri.
- Tengo tarea que hacer y todas esas cosas - le dijo divertido.
- Esta bien - le dijo la ya rubia - Minah, ¿Puedes acompañad a Layd hasta la puedta?
- Si, claro - dijo ella.
Lay se despidió de su resfriada amiga y ambos salieron de la cocina. Minah abrió la puerta y le dio el paso. El se giro a verla.
- Quiero hacerme un tatuaje - le dijo. Ella lo miró bien.
- ¿Qué? - preguntó sin poder creerlo.
- Si, que quiero un tatuaje en mi espalda - dijo él. Minah rió divertida.
- Creo que a tu madre no le va a agradar la idea - dijo ella.
- Ella no se enterara - dijo.
Minah arqueo una ceja ¿Qué estaba pasando con el calmado y respetuoso Lay? Lo miró bien.
- ¿Quieres ser rebelde? - le dijo. Lay rió por lo bajo.
- No, solo quiero cambiar un poco - dijo y miró a su alrededor - Esta noche iré a verte a tu casa.
- ¿Qué?
- Si, tenemos que hablar sobre el trabajo para Minho y quiero hablar contigo sobre otra cosa.
Minah sintió un pequeño cosquilleo dentro de su estomago.
- Está bien, te espero - le dijo ella.
Lay se acercó y besó dulcemente su mejilla, provocando escalofríos por todo su cuerpo. Se fue dejándola totalmente desconcertada ¿De que le querrá hablar, además de lo de Minho? Eso la estaba intrigando.
Volvió a su casa después de pasar toda la tarde con su amiga. Después de cambiarle totalmente el look y dejarla como la nueva Hyeri. Entró y detuvo su paso ante el reconocido aroma. Comida. Pero no cualquier comida. Comida de mamá. Dejando así nomás las cosas en la sala, entró apresurada a la cocina. Eunji se dio vuelta a verla. Minah se acercó rápidamente a ella y la abrazó. Hacia aproximadamente una semana que no la veía.
- Hola mi cielo, mi vida ¿Cómo estás? - le preguntó amorosamente, mientras la abrazaba contra su pecho y besaba su cabeza.
- Bien mami, ¿Y tú? - dijo sin soltarla.
- Aquí como ves, excelente - le dijo y la soltó.
Minah se alejó y se acercó a la hoya en donde su mamá, hacia la cena. Sonrió al ver como preparaba su comida favorita, y su corazón se lleno de amargura al pensar en las noches que no la tenía en casa.
- Mamá, le conseguí trabajo a Minho.
Eunji dejó de cocinar para girar a verla. Sus ojos estaban bien abiertos y parecía que estaba más sorprendida de lo que esperaba.
- Juro que me hubiese impactado menos que me dijeras que estabas embarazada o algo así, mi vida. ¿Cómo que le conseguiste trabajo a tu hermano? - le preguntó. Minah sonrió levemente y se sentó a la mesa. Acomodó su garganta y miró a su madre.
- En realidad no fui yo, fue un amigo.
- ¿Un amigo?
- Si. Su nombre es Lay y es nuestro nuevo vecino. También va a mi colegio y a mi mismo curso. ¿No te había contado de él, la semana pasada?
- No que yo recuerde.
- Bueno. Entablamos una linda amistad con él, Hyeri y yo. Y hoy me dijo que le consiguió un empleo al vagabundo.
Ambas escucharon el sonido de las llaves. Ese de seguro era él, y ambas deseaban con todo su ser no que no viniera con Yoona. Esta noche querían dormir bien.
- ¡Hola Familia! - saludó alegre y entró a la cocina. Se acercó a su madre - Hola Eunji - la saludó y besó su mejilla.
Siempre la había llamado por su nombre. Desde chico. Y ella nunca supo porque. Lo hablaron, varias veces. No hay ningún problema entre ellos, pero él prefiere decirle así.
- Hola, hijo ¿Cómo estas? - le preguntó.
- Cansado - le contestó.
- ¿De que? - le preguntó Minah mirándolo bien.
- ¡Ay! hola enana de jardín, no te había visto - le dijo y besó su cabeza.
- ¡Aléjate apestoso! - dijo ella quitando su cabeza.
- ¿Lo ves Eunji? Ella es la que no quiere mi amor.
- Ya, ya - dijo ella divertida - Tu hermana tiene una noticia para darte.
Minho dirigió la mirada a su hermana. Minah se puso de pie y le sonrió orgullosamente. Él la miró extrañado.
- Te conseguí un trabajo, apestoso - le dijo.
- ¿Qué? - dijo sin poder creerlo.
- ¡Si, ahora no estarás cansado por nada! - dijo alegre y aplaudió unas veces.
- ¿Trabajo de que o que? - preguntó preocupado.
- Tranquilo apestoso, aun no se bien de que. Pero de que ya no serás un vagabundo de profesión, si estoy segura.
Los tres se sentaron a la mesa y compartieron una divertida cena. Ambas reían por lo preocupado que estaba Minho por comenzar a trabajar de algo. Y Minho reía, de que ellas reían. Hacia mucho que no la pasaban tan bien los tres juntos.
Terminaron la cena y limpiaron todo. Los tres estaban cansados. Aunque Minah todavía se preguntaba ¿de que demonios podía estar cansado Minho? ¿De tener sexo con su novia?
Se despidió con un tierno abrazo de su madre y se dirigió a su habitación. Se coloco el pijama y cepillo sus dientes, antes de meterse en su cama.
A su cabeza vino Lay, ¿Qué raro que no haya venido como le dijo? Tal vez tuvo algún problema y se le olvidó. Se acomodó en su cama y cerró los ojos. Un ruido hizo que abriera los ojos de golpe y se sentara en la cama. Alguien tocaba la puerta de su balcón.
Se puso de pie y tomó lo primero que encontró en su camino. Un paraguas. Lentamente se acercó a la puerta y comenzó a abrirla. Cuando lo hizo golpeó con fuerza a la persona que estaba allí. Este cayó al suelo. Rápidamente prendió la luz para encontrase con él.
- ¡Lay! - dijo sin poder creerlo y se agachó para socorrerlo - ¡Dios mío, Lay!
Lo sacudió un poco, pero Lay no respondió. Lo tomó de ambos brazos y lo arrastro hasta la punta de su cama. Con todas sus fuerzas comenzó a levantarlo.
- Vamos Lay, despierta - dijo con dificultad, ya que lo tenía casi encima.
No pudo soportar el peso de su masculino cuerpo y cayó a la cama con él encima. Todo el aire salió de su cuerpo al encontrarse aplastada por él.
- ¡Lay, despierta! - intentó de nuevo, pero nada.
Como pudo logró darlo vuelta y que quedara bien sobre la cama. Se acercó a él y vio el golpe en su frente. Se le había ido la mano. Hubiera sido mejor preguntar quien era. Pero, ¿ella que iba a saber que era él a estas horas?
Con mucho cuidado salió de su cuarto y fue en busca de hielo. Bajó las escaleras y fue hasta la cocina. Preparó las cosas y volvió a subir. Entró y aun estaba inconciente en su cama. Mordió su labio y se acercó a él.
- Lo siento tanto - dijo apenada, mientras colocaba hielo en el chichón de su frente.
Lo miró detenidamente. Se veían tan lindo dormido. Su respiración era leve, sus rasgos eran delicados y bien marcados. Su nariz era perfecta para su bello rostro. Bajó su mirada a sus labios. Eran finos y alargados. Miró sus ojos, sus pestañas, sus cejas. Luego sus mejillas, para volver a sus labios. Volvió a su frente.
Comenzó a moverse, ella se alejó como para darle aire. Lay se llevó una mano a la cabeza y siseó al tocarse el moretón.
- ¡Auch! - dijo y se sentó sobre sus codos.
- ¡Lay! ¿Estás bien? - le preguntó ella. Él la miró.
- Minah....... ¿Qué......sucedió? - le preguntó.
- Lo siento, de verdad. Pero cuando abrí la puerta del balcón y entraste te golpee con un paraguas, pensé que eras un ladrón - le dijo muy apenada. Él rió.
- ¡Auch! - volvió a decir.
- Lo siento - repitió ella.
- Tranquila, tranquila no pasó nada - dijo y se recostó de nuevo en la cama. Estaba algo mareado - Yo también hubiese hecho lo mismo.
Minah levantó la mano y volvió a poner el hielo sobre su frente. Lay cerró los ojos ante el frió causado por este. Abrió sus ojos y la miró. Ella sonrió levemente.
- Pegas fuerte - le confesó.
- Lo se - dijo divertida - ¿Pero que hacías entrando por el balcón?
- Es algo tarde Minah, y no iba a tocar el timbre. Tu hermano sería capaz de golpearme por eso ¿No lo crees?
- Va a golpearte si te encuentra aquí - le dijo ella.
- Eso también lo se - dijo asintiendo.
- ¿Por qué no viniste antes?
- Espere a que mis padres se durmieran - dijo y se sentó de nuevo.
Ella volvió a colocar el hielo sobre su frente. Lay giro su cabeza para quedar con su rostro justo frente al de ella. Mirándola fijamente a los ojos descubrió que en verdad no había venido tarde por sus padres, sino que para estar a solas con ella. Nerviosa, se alejó un poco y bajó la mirada.
- Mmmmm, ¿Qué pasó con el empleo para Minho? - le preguntó un tanto nerviosa.
- ¿Recuerdas que me dijiste que a Minho le gustaba arreglar computadoras y esas cosas?
- Si.
- Bueno mi padre trabaja en una empresa de Autos y necesitan una persona que este siempre a su disposición para arreglar las computadoras que se tildan cada dos por tres.
- ¿Entonces eso quiere decir que va a tener un trabajo fijo?
- Al parecer si - dijo.
Ella sonrió emocionada y brinco un poco en la cama. Lay negó divertido con la cabeza y le pidió el hielo.
- ¿Cuándo comenzaría a trabajar? - le dijo ella.
- Mañana tiene que ir a hablar con mi padre, para que él lo lleve hasta ahí. Y luego todo queda en manos de él.
- Oh Lay, de verdad no se como voy a hacer para pagarte esto que estas haciendo por mi hermano.
- No lo hago por tu hermano, lo hago por ti - le dijo. Ella sintió como la sangre llegaba rápidamente a sus mejillas.
- ¿Te molesta si fumo? - le preguntó.
- No es de mi agrado que lo hagas, y lo sabes. Pero no me molesta - dijo.
Ella rió por lo bajo y se puso de pie para abrir la puerta del balcón. Tomó su bolso y busco su caja. Tomó un cigarrillo y se sentó a la puerta para que el humo no quedara en su habitación.
Lay se puso de pie y se acercó a ella, se sentó al frente y miró hacia fuera. Su casa se veía desde su balcón. Volvió su mirada a Minah. Ella también lo miró.
- ¿De que otra cosa me tenías que hablar, Lay? - le preguntó.
Él se tenso. Se había olvidado por completo que en la tarde le había dicho que quería hablar de otra cosa con ella. ¿Y de que era lo que le quería hablar?
- ¿Cómo de que quiero hablarte?
- Si - dijo ella asintiendo - Hoy me dijiste que tenías que hablar conmigo de algo más que lo de Minho.
- Mmmm, en realidad no tenía que hablarte de nada más - le dijo. Ella lo miró bien.
- ¿Entonces?
- ¿Entonces que? - dijo él
- ¿Para que viniste además de eso?
- Para verte a ti.