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No daban siquiera las nueve de la noche y mi polla ya estaba más que preparada para la acción

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No daban siquiera las nueve de la noche y mi polla ya estaba más que preparada para la acción. 

Pero joder ¿Cómo podía no estarlo? Si entre cada beso, Aura soltaba suaves gemidos, apretando sus preciosas piernas contra mi cintura de paso y, sobra decir, que esa malditamente excitante melodía tenía un efecto poderoso en mi ser. 

Inspiré hondo por la nariz y aproveché la separación de sus labios para meter mi lengua dentro de su boca, al mismo tiempo, mis manos se aventuraron bajo su vestido, adhiriéndose con vigor contra sus caderas. Sonreí al reconocer la textura del encaje de sus bragas contra mis dedos y joder, luego de haberme entretenido por algunos días con las que hurté aquella noche en su casa, no había forma de que ese excitante detalle en su lencería pasara desapercibido para mí. 

—Espera, Ethan… —Su voz salió envuelta en pequeños jadeos, dejando un hilo de saliva entre su lengua y la mía al apartar el rostro, mirándome. —No podemos hacerlo aquí. 

—Entonces ¿Vamos a un motel? —Pregunté contra sus labios, apenas logrando contener las ganas de arrancarle las malditas bragas y follármela allí mismo. Contrario a lo que esperaba, Aura apoyó sus manos en mis hombros, apartándome de ella con un fuerte empujón. 

—¿Disculpa? —Preguntó claramente confundida— ¿Qué quieres decir con “motel”?

—¿No los conoces? Un motel es un lugar donde…

—¡Claro que los conozco! —Exclamó con la molestia asomándose en su voz —Solo me sorprende lo poco que te esfuerzas por esto.

—¿Lo poco que me esfuerzo?

—Sí.

—¿A qué jodida mierda te refieres? 

Ella rodó los ojos, lanzando un largo y pesado suspiro que estuvo a nada de convertirse en un grito desgarrador. 

—Según has dejado claro, tus intenciones conmigo no son otras que llevarme a la cama ¿Cierto?  —Inquirió en un tono algo más sereno, como intentando explicarle a un niño algo que hizo mal. Yo me limité a asentir con la cabeza, apretando ambas manos contra el asiento de mi motocicleta. —Bien, pues no es la cama de un motel a donde vas a llevarme.

—¿Ah? ¿Y porqué no? Estoy pensando en tu comodidad.

—¿Mi comodidad?—Según su tono de voz, di por hecho que aquello la ofendió, aunque no entendí el motivo, hasta que ella misma lo aclaró. — ¡Los moteles son asquerosos! ¿Has pensado cuántas parejas follan en esas camas al día?

—No me pondré a hacer matemáticas ahora.

— Joder ¡Las malditas sábanas no deben lavarse en meses!

De acuerdo, ella tenía un punto, aunque no pensaba detenerme a pensar mucho en ello. Es decir, he cagado en sitios en los cuales muchos otros lo han hecho antes y nunca me he quebrado la cabeza con eso. 

𝕮RIMINAL. ᴠᴏʟ. ɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora