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Me coloqué el guante, abrí el horno y saqué de este el refractario con la lasagna que había preparado esa noche para Teddy

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Me coloqué el guante, abrí el horno y saqué de este el refractario con la lasagna que había preparado esa noche para Teddy.

Según la madre de uno de sus amiguitos, fuera de haber golpeado por accidente a su hijo con un balón de soccer; mi hermano se había portado muy bien durante la acampada, demostrando una vez más el dulce niño que era.

El domingo era sin duda, nuestro día favorito de la semana. No solo porque yo descansaba, tanto de las clases en la universidad como de mis pesadas jornadas nocturnas en el bar. Sino también porque era el día que pasabamos tiempo juntos, jugando, platicando o incluso saliendo de paseo a algún lugar.

Aunque ese domingo en especial, mi hermano lucía agotado por su acampada, por lo cual, optamos por pasar el día en casa, descansando.

—¡Teddy! —lo llamé y con sumo cuidado, tomé el refractario, dirigiéndome al comedor. —Lávate las manos y apaga el televisor que ya vamos a...

Las palabras se atascaron en mi boca y, por un instante, me paralicé de pies a cabeza al ver a Ethan sentado en la sala junto a mi hermano, mientras ambos lucían de lo más concentrados, mirando pokémon.

No puede ser... Esto no puede ser cierto.

¿Qué demonios hacía él allí? ¿En qué momento había llegado? ¿Y por qué Teddy lo había dejado entrar a la casa?

—¡¿Se puede saber qué haces aquí?! —exclamé casi en un grito, consumida por la furia. Tanto Ethan como mi hermano soltaron un respingo, virando el rostro hacia mí.

—¡Auri! —el pequeño saltó del sillón y corrió en mi dirección, abrazandose con fuerza a mi regazo. —Tu novio vino a verte ¡Y le gusta pokémon!

¿Novio?

Furiosa, posé la mirada en la sonrisa descarada del rubio, quien para mi maldita desgracia, lucía más guapo, elegante y ardiente que nunca.

Acostumbrada estaba a verlo vestir siempre en tonalidades oscuras y, aunque ese día no era la excepción, había algo en su elegante aspecto que me hizo morder instintivamente mi labio inferior.

Espabila, Aura.

—Ve a lavarte las manos. —ordené a Teddy, mientras colocaba el refractario con la cena sobre la mesa para después acariciar sus cabellos con ternura, esforzándome por esbozar la más amable de mis sonrisas. —Anda, ya vamos a cenar. —él asintió gustoso, corriendo a toda prisa hacia el baño.

Luego de eso, centré toda mi atención en el apuesto rubio frente a mí, aferrándome a mi molestia y dignidad mientras dejaba de lado las inmensas ganas que tenía de lanzarme encima suyo y devorar su molesta boca a besos.

—Y tú...

—Espera ¿Cuándo ibas a decirme que tienes un hijo? —me interrumpió de forma abrupta, apenas nos quedamos solos. Tuve que resistir las ganas de soltarme reír.

𝕮RIMINAL. ᴠᴏʟ. ɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora