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Alucinada, esa es la única palabra que podía definir mi estado en ese maldito momento

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Alucinada, esa es la única palabra que podía definir mi estado en ese maldito momento.

A pesar de medio haber dormido, me había despertado una hora antes de lo usual. ¿Lo jodido? Era sábado, Teddy seguía de acampada con sus amiguitos del vecindario y yo, en lugar de dormir hasta tarde como tanto me habría encantado, estaba allí, tendida en la cama, con la mirada perdida en el techo mientras recordaba a detalle lo ocurrido la noche anterior.

Ethan, Ethan, Ethan. Todo en mi cabeza era Ethan y su perfecto cuerpo desnudo sobre mí. Sus tatuajes, su aroma, sus cicatrices, sus lunares, su ya casi recuperada herida.

¿Lo habré lastimado? Espero que no.

Solté un suspiro, abracé mi almohada y volví a sumergirme en los recuerdos de aquel increíble momento. En la intensidad de sus besos, de su mirada, de su agarre, de cada una de sus estocadas...

—Maldito rubio. —susurré.—Maldito sexy y ardiente rubio.

Sacudí la cabeza y me froté el rostro con ambas manos. Aquello había sido una maldita locura, sin embargo, estaba segura de que jamás volvería a ver a Ethan y que, con el pasar de los días, mi vida volvería poco a poco a su ritmo normal.

Aunque "Normal" significara haber renunciado al hombre que me había dado el sexo más caliente y más intenso que pude haber experimentado en la vida.

—¡Agh! ¡Ya basta! —exclamé, levantandome de un salto de la cama para correr hacia el cuarto de baño y meterme a la ducha apurada. No tenía caso darle más vueltas a ese asunto. Ethan y yo llegamos a un acuerdo, tuvimos sexo y ahora correspondía a cada uno mantenerse al margen con respecto al otro.

Aunque para mí resultaría particularmente fácil. Después de todo, no sabía una mierda de él.

Cerré los ojos y me relajé un momento bajo el agua de la regadera, sonriendo al percatarme de mi propia mentira. Claro que sabía cosas sobre Ethan, eran cosas tontas pero que al final de cuentas demostraban lo simple que podía llegar a ser debajo de toda su rudeza.

Sabía que amaba las hamburguesas con mucho tocino. El café tibio y las cervezas frías. Sabía la marca de cigarrillos que le gustaba fumar y sobre todo, cuán loco se volvía por mis tetas.

Y después estaba su oscuro pasado.

El corazón se me encogió al imaginar a un pequeño Ethan vivir una situación tan traumática y dolorosa como aquella. Si bien, la muerte de mi madre me afectó sobre manera; yo no tuve que verla morir, mucho menos en manos de mi padre. Aunque con Arthur en casa, habría sido solo cuestión de tiempo para que algo tan terrible como el pasado de Ethan ocurriera en nuestra "familia"

Solté un largo suspiro, apartando cualquier rastro de recuerdo amargo de mi cabeza.

Terminé de ducharme, me envolví en mi toalla y salí de nuevo a la habitación. No tardé mucho en vestirme, usando un conjunto de lencería roja, jeans, blusa de tirantes anchos y mis viejas deportivas.

𝕮RIMINAL. ᴠᴏʟ. ɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora