Como asesino a sueldo, él no conocía los límites, hasta que la conoció a ella.
Cada noche, Ethan Price ocupa la misma mesa de siempre en un bar de carretera. Debido a su carácter, Aura Hughes es la única mesera que se atreve a atenderlo. ¿El detalle...
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Una parte de mi quería salir corriendo de allí. Huir, alejarme lo más que fuese posible de ese maldito y candente pervertido. Sin embargo, mis piernas no me respondían, se negaban a obedecerme y por el contrario, comenzaron a impulsarme de arriba a abajo, provocando que mi sexo se presionara deliciosamente contra la increíblemente dura y apretada erección de ese estúpido acosador.
—Mierda... Que bien te mueves —Gruño Ethan con sus labios apegados a mi cuello, el cual, succionó con tal descaro que provocó un leve pero excitante ardor en mi piel.
Yo no respondí, sujeté su cabello con fuerza y lo jalé hacia atrás para así obligarlo a levantar el rostro hacia mí. Nuestras miradas se encontraron y podría jurar que mi rostro reflejaba la misma maldita expresión de deseo y excitación que el suyo.
—¿Porqué tienes que ser tan guapo...? —Pregunté en un susurro y él sonrió con clara satisfacción.
—¿Eso te molesta?
Negué, aferrándome a sus hombros con fuerza mientras que él guiaba los movimientos de mi cadera sobre su pelvis, robándome un discreto gemido.
—Ethan… Tengo que irme y esto... No está bien.
—¿Desde cuándo algo tiene que ser correcto para poder disfrutarlo?... —Inquirió con voz ronca y sus deliciosos labios se torcieron en esa burlona sonrisa que tanto me encantaba, haciéndome suspirar.
—Pero… Hay alguien que me espera y... —Callé cuando Ethan presionó sus labios contra los míos mientras enredaba mi coleta firmemente alrededor de su mano y, de esta forma, me acercó a su rostro, inmovilizándome casi por completo. Para mi maldita desgracia, eso me encantó.
—Tu novio puede esperar ¿No lo crees? —Susurró mientras sus labios recorrían lentamente mi mentón, yo sonreí.
—Ethan Price… ¿Acaso estás celoso?
—Como no tienes una puta idea… —Gruñó, atrapando mi boca en otro hambriento beso.
Yo correspondí casi con desesperación, mordiendo su labio en el acto aunque a él pareció no importarle. Mientras tanto, Ethan continuaba impulsando la pelvis hacia arriba, presionando su erección contra mi ya humedecida intimidad. La ropa indudablemente comenzaba a estorbar.
—Espera… Esto no…
—Sé muy bien que quieres sentir toda mi polla dentro de ti... Que anhelas que te la meta... —Susurró contra mi oído y yo me derretí en sus brazos por completo.
Ethan apretó mis glúteos, guiando mis movimientos sobre él, haciéndome liberar un fuerte gemido como reflejo. El cómo me miraba, la forma en cómo se movía, el cómo tiraba de mi cabello y me apretaba contra su cuerpo, sus estúpidas y sucias palabras, todo en él me estaba desquiciando en ese momento.
—Ethan...
—Que bien se escucha mi maldito nombre cuando lo dices así...
—Cállate... — Susurré, incrementando el ritmo de mis caderas. El desenredó su mano de mi cabello y al hacerlo deslizó la liga con la cual lo había sujetado.
