"OCTAVIA ES LA REINA QUE TIENEN. TU ERES LA REINA QUE NECESITAN"
Lo que debieron ser cinco años, se volvieron seis. Seis años desde que Lyanna había formado su perfecta familia, seis años desde que se había despedido de su antigua familia y el amor...
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Rhaegar tenia frente a el un grupo de siete, una mezcla de niños y niñas pequeños. Todos tenían entre seis y doce. Algunos iban a la guerra, los mejores y mayores guerreros, los otros no, de entre ellos él mismo. Los había reunido a todos para que aprendieran a jugar, la definición de juego para ellos era entrenar con Seda. Por lo que con todos sus dotes persuasivos y de liderazgo heredados de su madre los había reunido a todos ahí, a niños que no lo conocían y que sin embargo lo habían seguido hasta que todos estuvieran juntos en un circulo.
—No entiendo que hacemos aquí, debemos ir a entrenar— Ethan se quejó, se veía mas un adolescente muy flaco a que un niño, traía su espada en su cadera de la misma forma que varios adultos. Roan había asesinado a alguien pero sin duda era mas inocente y mas niño que muchos de los que tenía en frente—. Mañana iremos a la guerra. No tengo tiempo para juegos infantiles.
—No todos vamos a la guerra— una niña de cabellos pelirrojos lo vio rodando los ojos, debía tener unos ocho años, pero se veía bastante madura.
—¿Por que estamos aquí príncipe de lobos?— un niño con rasgos asiáticos le preguntó, siendo directo.
Eso tomó de sorpresa a Roan que pestañeó un poco.
—¿Príncipe de lobos?— recordaba que varias personas del bunker que solo él podía ver le habían dicho eso, ese titulo resonando en su cabeza. Ya sabia que como su madre era una reina él era un príncipe, pero...ningún extraño lo había llamado así antes. Tio Neon y Diago pero nadie mas.
—Ya cállate, Alex— Ethan lo trató de silenciar.
—¿Como es el valle?— una niña de la misma edad del hijo de Nomondara le preguntó, tenía los ojos un poco rojizos ¿había estado llorando? el niño moreno se sintió triste ante esto pero le respondió su pregunta con una enorme sonrisa para animarla;
—Los arboles son tan altos que el sol se pierde en ellos— Rhaegar hizo exagerados gestos con las manos, sonriente al pensar en ese hermoso paisaje—. Las flores huelen muy bien y las fresas son deliciosas!
—¿Fresas?— una niña lo vio extrañada, algunos ni siquiera recordaban el sabor de algunos frutos o comidas.
—Si— él asintió pensando en el dulce y jugoso sabor en su boca—. Son rojas y dulces. Ojala tuviera unas conmigo así todos podríamos compartirlas. Los pájaros cantan muy bonito en la mañana, hacen chic chic, chic chic.
—¿Que más?— los niños se acercaron hacia él, curiosos, fascinados, apenas recordaban lo que era el mundo antes, se habían criado en sombras y oscuridad, Rhaegar en luz y sol.
—Las mariposas también son muy bonitas y bastante agradables.— él recordó su querido hogar—. El suelo, la tierra, es húmeda, se siente bien en mis dedos, rodar sobre el pasto también es muy divertido aunque mamá se enoja un poco porque me ensucio mucho.
