La heroína llegó a la academia y busco al héroe para enamorarlo pero...no encontró a la villana que propulsaría el amor.
Preguntando se dio cuenta que dicha persona no existía y empezó a impacientarse. Los personajes no estaban interesados en ella a...
El invierno llegó y la nevada tiñó todo de blanco. El verano y el otoño fueron cruciales para iniciar el negocio de comida y expandir las recetas entre los restaurantes y confiterías para darles su marca característica.
Durante las olas de calor nos dedicábamos a recorrer cuatro ciudades con nuestros navegadores. Todos empezaron vendiendo helado como les enseñamos, le siguieron los smoothies y ahora vendían postres para llevar. En cinco meses el ideal de negocios se diseminó por el continente vecino y ahora aprendieron a improvisar recetas.
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La abuela antes de irse, nos presentó al herrero Milton y al carpintero Paulie, que nos fabricaron los utensilios de cocina y los muebles que les pedimos a cambio de una suculenta ganancia.
Gracias a eso obtuvimos moldes y planchas para cocinar galletas, tartas y más cosas que se nos ocurriera con las recetas de la abuela para seguir dándoles un fuerte a los lugares más aburridos para resaltar.
Hace una semana, encontramos dos ciudades invernales en el país vecino que no tenían ningún atractivo decente. Según Whisky y Gipsy, ellos no sabían que hacer en invierno para divertirse, así que usaríamos sus cosechas de nueces, almendras y maní para presentar postres de estación.
Desde ayer no paramos de preparar las masas y las cremas en cantidades suficientes para que alcanzaran para promover el turismo. En cuanto a la actividad turística de las regiones, el patinaje sobre hielo y el esquí era algo que aquí ni siquiera se les cruzó por la cabeza, simplemente se desviaban de los ríos o lagos congelados o usaban raquetas para caminar en la nieve.
-Wayne trae la masa, las almendras y las nueces. Es hora de hacer galletas!-
Hicimos galletas de ositos y hombrecitos a los cuales les pusimos las semillas en medio y les doblamos los brazos para que pareciera que los abrazaban. Cuando se hornearon, las espolvoreamos con canela, azúcar glass o las bañabamos en chocolate.
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-Qué lindos son! Puedo comerlos?-
-Cómete las que se rompieron, estas son para la venta!- cuánto más puede comerse este idiota, ya se comió los flanes
