La heroína llegó a la academia y busco al héroe para enamorarlo pero...no encontró a la villana que propulsaría el amor.
Preguntando se dio cuenta que dicha persona no existía y empezó a impacientarse. Los personajes no estaban interesados en ella a...
Todo empezó cuando escapé y me uní al ejército. Vivía en una pensión con mi madre que trabajaba de prostituta.
Nací sin conocer a mi padre y siempre me culpó de ser un estorbo. Durante sus borracheras, me azotaba o me lanzaba a la calle a mendigar y comer de la basura.
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Lo único que aprendí de ella fue como conquistar al sexo opuesto para obtener ya sea placer o dinero. A los 9 años, me vendió supuestamente para ganar experiencia pero fue para llenarse los bolsillos.
Cansado de ser usado como juguete, tomé el primer tren a Zula y cuando vi a los reclutadores, me volví conscripto.
El ejército era el paraíso. Tenía comida, techo y abrigo siempre que siguiera las órdenes de los superiores. Las palizas y castigos eran recurrentes pero nada comparado con lo que le hacían al soldado Quill.
El estaba en otro regimiento y lo torturaban diez veces peor. Le arrojaban agua fría, lo apaleaban en grupo y hasta lo ataban para ahogarlo. Según un superior, el jamás se quejaba y tampoco hablaba mucho, solo existía para entrenar.
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Una noche salimos de expedición y por culpa del sargento nos cayó un alud, donde la mayoría terminó severamente herido. Nos llevaron a la enfermería y culparon a Lenford para golpearlo. Lo último que escuché fue un disparo y concluí que lo habían asesinado.
Estábamos sedados pero en medio del sueño, algo cayó sobre mi. Lo siguiente que recuerdo fue que sentí como algo se metió zumbando a mi nariz y luego se detuvo
Al despertar, todos me confundieron con Lenford, más bien, creían que era él. Quizás me metí en su cuerpo pero al mirarme al espejo era mi cara de siempre. Cada vez que intentaba huir, el zumbido me causaba dolor.
Para evitarlo, hice de cuenta que yo era él y funcionó, tanto que con el tiempo fui recibiendo mejores tratos debido a la habilidad de esgrima que brotaba solo cuando lo necesitaba. Me gané el respeto de todos y use eso a mi favor para hacer lo que mejor sabía, conquistar chicas solteras o casadas en la ciudad para quitarles dinero.
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