La heroína llegó a la academia y busco al héroe para enamorarlo pero...no encontró a la villana que propulsaría el amor.
Preguntando se dio cuenta que dicha persona no existía y empezó a impacientarse. Los personajes no estaban interesados en ella a...
La ciudad era un océano de gente comprando y paseando sin control a pesar de ser tan temprano. Había más puestos de comida y souvenires que en años anteriores.
Wen estaba molesta ya que pensaba trabajar en su puesto de tatuajes este año pero este asunto debía terminarse hoy para obtener la ansiada paz y optó ir como camarera infiltrada para acelerarlo.
Cada quien cogió un puesto en los techos aguardando por esa mujer, que fue citada por Medusa cerca del área de la entrada a la ciudad.
-Aquí el Irlandés, acceso sudeste despejado.- me comuniqué con los puestos
-Lady Fortuna, sudoeste limpio- Jen se mantenía vigilante con Lenny apuntando al techo
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-La Tóxica ha arribado, repito ha arribado por la Av. Centenario. Se dirige a su posición, Irlandés- Kira observaba por los binoculares
A lo lejos, cruzando la calle; Magdalena y Hugh caminaban rumbo al hotel Gran Soriana, perteneciente a la familia MacLeod. Ingresaron dentro mientras aguaradabamos que entregara los objetos robados para aplacarla.
-Recuerden, debe entregar la mochila para luego dispararle los tranquilizantes. No hagan nada innecesario- Medusa Kramer se comunicaba a través del auricular mientras se hallaba en el restaurante del hotel.
Los comensales de la planta baja eran enviados de Tori, los cuales usaría para evitar que las personas de los alrededores saliesen heridas. Su visión, un tanto sombría sobre el destino de Gustav y Hugh, los relacionaba con un desastre en cuanto a Magdalena, no le era posible visualizar nada, por ello eligió prever cualquier incidente.
** -Buenos días al Gran Soriana! En que puedo ayudarles?- el alter ego peliazul de Sandy actuaba de acuerdo al plan
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-Estamos aquí para el desayuno con el Sr Sergei. Somos el Sr y la Sra Molière- Hugh los anunció
Sandy les indicó el camino a la terraza abierta y privada para que fueran a sentarse. Al llegar, no parecían convencidos al toparse con un hombre con un hoddie negro cuyo gorro y anteojos de sol cubrían su rostro e iniciaron su charla.
