La calma

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Al ducharse, Tony había hecho todo lo posible por evitar que su antebrazo se mojara.

Por un momento, al salir al comedor, sintió que se estaba aferrando a ese nombre escrito en él demasiado. ¿Qué pasaría si Steve solo lo había hecho como un gesto pequeño pero no pensaba tanto de ello en realidad? ¿Y si Steve se había asegurado de limpiar sus garabatos al bañarse?

Cuando entró y vio a Steve sentado leyendo un periódico, todos sus temores se esfumaron cuando vio su nombre, claro y a la vista. Steve lo había conservado también.

Steve levantó la vista y sonrió al verlo. Caminó hacia él, tomó su rostro entre sus manos y le dio un cálido beso.

—Buenos días —le dijo.

—Mm, buenos días.

—No es que esté en contra de que hagan muestras públicas de afecto—habló Rhodey de repente a su lado—, pero ¿Tienen que hacerlo justo en la puerta de la cocina?

Steve se mostró avergonzado y se hizo a un lado. Rhodey les sonrió e ingresó, directo a preparar su desayuno. Tony lo tomó de la mano enredando sus dedos, y Steve se sintió sumamente feliz solo por eso.

Clint lo notó en cuanto entró a la cocina.

—¿Escribieron sus nombres el uno en el otro? —señaló sus antebrazos.

Tony sintió un nudo en el estómago. Una cosa era restregarles en la cara su relación con Steve, otra era mostrarles esta idea de llamarse almas gemelas cuando en realidad no lo eran. Aunque ellos dijeran serlo, y creyeran serlo, eso podría solo ser real en su pequeña burbuja ¿no es así?

Pero Steve apretó su mano con fuerza, y Tony se sintió más seguro solo con eso.

—Sí —le dijo sin dudar—, Tony es mi alma gemela ahora —declaró, como si eso fuera algo que simplemente se pudiera decidir. Como si pudieran simplemente ignorar que las almas gemelas son asignadas, que el nombre aparece de manera natural, no es que es colocado por alguien más. Que Steve tuvo un nombre que desapareció y que Tony todavía tiene un nombre sin completar.

—Qué cursis —fue el único comentario de Clint y pasó a buscar su comida alegando que, como era su último desayuno antes de retirarse de manera definitiva, deberían dejarlo comer lo que quisiera. Es decir, pizza.

Tony se giró para mirar a Rhodey quien, sentado comiendo algunos huevos, asintió con una sonrisa.

No sabría decir qué significaba exactamente el gesto, pero sabía que Rhodey lo apoyaba y siempre lo apoyaría.

Le dijeron lo mismo al resto de sus compañeros conforme fueron apareciendo a desayunar. Que eran almas gemelas. Y nadie los criticó, ni se burló, ni señaló que lo que hacían era incorrecto porque así no era como funcionaban las almas gemelas. Incluso fue Tony quien le dijo a Natasha.

—¿Ves como nunca supiste en dónde estaba la marca de mi alma gemela, espía? —le dijo mostrando su antebrazo.

Ella levantó una ceja. Y miró a Steve con simpatía. Tony por alguna razón soltó una carcajada ante la acción.

—¿Saben qué? —soltó Clint de la nada— Hay que hacer otra fiesta. De despedida para mí. De felicitación a este par.

—Clint —empezó a decir Steve con una voz seria que indicaba un sermón por venir, por lo que el nombrado de inmediato gritó a Tony.

—¡Mamá, dile a papá que acepte!

—¿Qué? —preguntó Tony, totalmente tomado desprevenido al ser llamado así.

Después de tu alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora