Inicio del caos

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Desde que Tony había anunciado que habían terminado el Hulkbuster y que había que probarlo, debían tener un ojo sobre él.

Aunque aparentemente Steve era el único que se preocupaba. Al principio Pepper también lo limitaba, pero desde que el castaño había llevado a Bruce al límite de empezar a respirar agitado con profundos bufidos y ponerse ligeramente verde en frente de ella, había anunciado que era más de lo que podía manejar y se había tomado unas vacaciones en Francia donde actualmente seguía.

Por eso al principio, por no invadir su privacidad, preguntaba por su ubicación a J.A.R.V.I.S cada tres o cuatro horas. Tony siempre estaba molestando a Bruce y tenía que ir a detenerlo. El genio pronto se dio cuenta del aproximado de tiempo que manejaba y empezó a hacerlo en esos intermedios que le quedaban así que Steve tuvo que reducir el tiempo y volverlo más aleatorio. Aun así, el otro pudo adaptarse y volvió a ajustarlo. Al final era estar casi detrás de él todo el día, todo el tiempo.

Clint no ayudaba, de hecho, le divertía la idea de provocar que Hulk apareciera, porque al parecer el espía no tenía sentido de la preservación ni consideraba los daños colaterales. No insistía tanto como Tony y su "En nombre de la ciencia", pero también se veía en la obligación de estar al pendiente de su ubicación y lo que hacía. Su forma de distraerlo había sido mandarlo a las misiones nivel 1 con las que antes él se entretenía y a las cuales ya no podía acudir por temor a regresar y ya no encontrar la torre en donde la dejó. No le agradaba mandar a Clint a misiones cuando por fin había regresado de una que había durado tanto tiempo, pero no se le ocurría otra cosa.

Bruce, por su parte, trataba de mantenerse sereno. Él había ayudado a Tony a crear a Verónica, pero no confiaba lo suficiente como para dejar salir voluntariamente al otro sujeto. Se la pasaba moviéndose por la torre porque no se atrevía a salir. Y precisamente por eso había tratado de buscar las maneras de sacar al millonario de su propia casa con cualquier excusa a cualquier lugar.

–J.A.R.V.I.S. ¿Dónde está Tony ahora? – preguntó Steve luego de considerar que ya llevaba demasiado tiempo sin saber la ubicación exacta del otro.

–Se encuentra en su taller – le contestó la I.A. Steve se dirigió hacia allá de inmediato. Tal vez exageraba, pero cualquiera que hubiera estado presente las últimas dos semanas sabría que ninguna precaución era demasiado. Estaba más agotado de lo que había llegado estar en algún otro momento de su vida. Al llegar a la puerta del taller tuvo que tomar aire. Honestamente, debió discutirle más esa contraseña que ahora se negaba a cambiar.

–Este es el capitán guapo rocanroleando en el 45 – tuvo que decir en voz alta. La puerta se abrió y él ingresó con la ligera sensación de que incluso J.A.R.V.I.S. se reía un poco de él. Esperaba no tener que decir eso frente a nadie más.

El taller estaba en silencio y con las luces bajas. No veía a Tony. Avanzó rodeando varios proyectos y prototipos que estaban en el suelo, detrás de las mesas. Según entendía, fuera de la vista de Pepper por si acaso se asomaba por ahí. Porque sí, Tony seguía ocultándole que se pasaba horas completas allí abajo. Steve no sabía cómo, pero lo que fuera que hiciera, funcionaba. En la parte más profunda del taller, Tony estaba acostado y dormido en un sofá bastante pequeño en el que apenas si entraba su cuerpo, varias tazas de café desperdigadas y restos de varios tipos de comida que, sospechaba, llevaban varios días ahí.

Steve sonrió. Tony se veía bastante diferente completamente quieto, incluso indefenso. Trató de acomodar su cabello, pero estaba demasiado sucio y aceitoso por una larga temporada sin bañarse. Era sorprendente lo fácil que perdía algunas rutinas básicas de salud e higiene cuando Pepper no estaba.

El genio empezó a poner una mueca y apretar los puños, su cuerpo se tensó y de inmediato una ligera capa de sudor comenzó a aparecer en todo su cuerpo. Steve lo vio removerse como si fuera un escalofrío y trató de moverlo para despertarlo. Suavemente lo llamaba por su nombre mientras colocaba una mano sobre su hombro y lo meneaba con delicadeza.

Después de tu alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora