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Dentro de las instalaciones del ejército, Steve recordaba con claridad el camino, aunque ya habían pasado casi dos meses desde la última vez que había pasado por ahí.

Se asomó a una habitación donde un grupo de personas se encontraban sentadas en círculo. Una forma de hacer que todos estuvieran de manera igualitaria, allí nadie era más ni nadie era menos. Un hombre contaba sobre su muy probable próximo divorcio.

–Ataqué a mi esposa mientras dormía por culpa de una pesadilla – relataba con la cabeza baja y las manos entrelazadas entre las piernas – yo... creí que se trataba de algunos hombres como aquella vez en el frente. No es la primera vez que pasa, y ambos tememos que no vaya a ser la última. Ella ha sido muy comprensiva, pero al final nadie puede soportar tanto dolor por otra persona ¿no es así? Ni siquiera tu alma gemela – Steve sintió un nudo en la garganta sin despegar la vista de todas las demás personas que lo observaban compasivos –. Creo que, en especial tu alma gemela. Solo porque tiene tu nombre, no deberías arrastrarla contigo a un pozo sin fondo, al menos, se merece la oportunidad de elegir.

Y así, con unas sencillas palabras llenas de verdadero dolor y sacrificio, Steve, por primera vez se preguntó si lo que él quería implicaba arrastrar a Bucky de alguna manera. Solo porque era su alma gemela, solo porque un nombre los había unido y que, de hecho, ahora ya no estaba.

La sesión terminó con Sam Wilson despidiéndolos a todos, felicitándolos por su progreso y deseándoles una buena semana. Se fueron retirando poco a poco hasta dejar el salón vacío, entonces Steve aprovechó la oportunidad para acercarse a su amigo.

–Hey, Sam – lo saludó con una mano en alto. Este se giró a verlo y pasó por una expresión de sorpresa por un segundo para luego sonreírle con los brazos cruzados.

–Hey, capitán. Me alegra saber que no te has olvidado de mí.

–Nunca lo haría, Sam.

Lo acompañó por el resto del día. Sam le contó sobre algunos estragos que han tenido que estar pasando, a partir de la caída de S.H.I.E.L.D un caos absoluto había caído sobre demasiados asuntos del gobierno. Sam, que estaba retirado y aun así no quería quedarse sin hacer nada, para apoyar le tocaban algunos asuntos de oficina bastante aburridos.

Steve le contó sobre su reclusión y las cosas que debía estar aguantando en la torre. No era que la pasara mal, pero se sentía como un tiempo en pausa, un pequeño limbo en el que no debería estar y a la vez sí. Porque su lugar debería ser apoyando también cualquier estrago que se haya dado luego de lo de S.H.I.E.L.D, o buscando a Buck.

Luego de eso lo acompañó a su casa, al parecer eran bastantes las cosas que podían decirse de el tiempo que llevaban separados.

–No te creo que Stark pase sus días tratando de hacer que Hulk salga. Se supone que es un genio ¿Cómo podría ser tan idiota?

–Te sorprendería

Eran algunas de las cosas que salían a tema. O sobre cómo Sharon, la representante enviada por un departamento del FBI, había llegado a dirigir justo la zona en donde él se encontraba y había dejado entrever ligeramente que esos criminales a quienes estaban buscando se trataban realmente de algunos agentes perdidos de Hydra que aún seguían intentado revivir lo que alguna vez fueron.

Poco a poco la conversación fue moviéndose hacia atrás hasta llegar a la última vez que se habían visto, hasta esa ocasión donde habían peleado juntos. Cuando Sam se volvió el primer amigo en quien confió y cuando se encontró de frente con su alma gemela.

–No sentí la presencia de Bucky – comenzó a decir Steve girando la taza de café que tenía entre sus manos sentado en un sofá –. En el puente, en el helicarrier. Era como si se tratara de una persona desconocida, alguien más.

Después de tu alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora