El Heredero De Drácula

𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 36

Tranquila cordelia, tranquila, solo no abras los ojos hasta qué dejes de sentir el aire chocando contra tú rostro. Todo va a estar muy bien solo no abras los ojos ahora.

—¿Falta mucho? — Pregunté mientras me aferraba al ángel con mucha fuerza.

—Ya casi llegamos — Respondió el ángel —.Aguanta un poco más.

—Date prisa, por favor le tengo pánico a las alturas.

—¿Temes qué te deje caer? — Rió.

—Sí, te recuerdo qué tú y yo no estamos en las mejores condiciones en estos momentos.

—Puedes estar tranquila, Cordelia yo puedo ser cualquier cosa qué desees pero nunca un desalmado qué te deje caer al vacío — Me dice —.Yo nunca de los nuncas te dejaría caer, aún qué no lo creas tú seguridad me es muy importante.

—¿Por qué?

—Asunto celestial — Respondió.

—Oye pero...

—Hemos llegado — Me interrumpe —.Ahí está la ciudad de plata, abre los ojos para qué la puedas ver.

—No, no, sí los abro todo empeorará.

—Cordelia, confía en mí, yo no te soltaré nunca.

Negué.

—Anda, confían en mí.

—¿En serio me prometes qué nada va a pasar?

—Te lo juro.

—Ok...

Abrí lentamente los ojos y vi a lo lejos un gran palacio en las nubes, el palacio era gigantesco y muy hermoso. Era de un hermoso color blanco y daba un hermoso y atrapante brillo.

—Es... hermoso — Susurré.

Metatrón siguió volando hasta llegar a él, descendió hacia un pasillo, una vez entro en el palacio y me soltó con cuidado.

—Se respira una paz indescriptible...

—¿Qué esperabas?, es la ciudad de plata.

—Pensé qué cómo su nombre lo dice todo estaría hecho de plata.

—¿De verdad pensaste eso?

Asentí.

—Mortales, creen cualquier cosa, pero bueno después discutiré contigo ese tema, ahora hay qué ir por la espada.

—¿Sabes en dónde está?

—En la bóveda divina, en dónde se guardan objetos celestiales muy poderosos, sígueme.

Volví a asentir y seguí al ángel por unos cuántos pasillo del increíble palacio hasta llegar a una gigantesca puerta bañada en oro puro.

—Es aquí — Me dijo el ángel mientras miraba con atención la puerta.

Él se acerca a ella y la abre poco a poco. Con la puerta ya abierta Metatrón se aventuro al interior, lo sigo y me encuentro con un montón de objetos por todas partes.

Eran muchos, no, eran millones, eran una infinita colección de objetos, estaba totalmente asombrada nunca en mí vida había visto algo cómo esto.

—¿Todos estos son objetos celestiales?

—Sí, todos... a excepción de uno — Respondió Metatrón y después señaló hacia la izquierda —.¿Se te hace familiar? — Me mira.

—¿Es...?