capitulo 23

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-¿Adónde vas? -le preguntó Dulce atónita.

-Voy a descubrir qué es exactamente lo que sabe ese tipo sobre la desaparición de Poncho.

-En ese caso, voy contigo.

-No, tú quédate aquí, Dulce.

-Ni hablar. Adonde tú vayas, voy yo. Pensé que te lo había dejado claro.

-Quédate aquí, Dulce -insistió él. Fuera cual fuera la razón que la llevó a hacerle caso, se sintió muy aliviado cuando ella suspiró y asintió, aunque de mala gana.

Chris se bajó del todoterreno. Estaba muy cerca de la furgoneta, cuando, de repente, la puerta se abrió v el conductor se bajó rápidamente. Era el mismo hombre que había llevado las flores. Entonces, comenzó a correr como loco en la dirección opuesta.

El sudor le goteaba a Dulce por la espalda, haciéndola temblar. Se giró en el asiento para ver cómo Chris se acercaba a la furgoneta. Entonces, abrió la puerta. No se iba a quedar en el todoterreno bajo ninguna circunstancia. Necesitaba saber dónde estaba Poncho tan desesperadamente como Chris, podía ser que incluso más. Si aquel repartidor podía proporcionarle esa información, iba a sacársela.

El frescor que reinaba en el interior del coche había enmascarado el calor que hacía. El asfalto parecía estar blando, dándole la impresión de que las sandalias se le hundían en él a cada paso. Cerró la puerta con mucho cuidado para no llamar la atención de Chris y se dirigió hacia la furgoneta.

Estaba a mitad de camino, cuando vio de nuevo al repartidor, que se dirigía hacia el lugar donde estaban arreglando la carretera.

Maldita sea. Dulce vio cómo Chris comenzaba a perseguirlo. El calor resultaba tan insoportable que le resultó imposible echar a correr. Vio que Chris estaba muy cerca del hombre, mientras ella estaba todavía mucho más atrás, separada de los dos hombres por una fila de coches.

El sudor le caía por la frente y se lo iba limpiando mientras avanzaba.

De repente, el repartidor se giró en su dirección y pasó por delante de ella. Dulce extendió la mano y lo agarró por la camisa. Sin embargo, el hombre siguió corriendo, arrastrándola a ella tras de sí. Chris no tardó en alcanzarlos.

Los tres cayeron sobre una sección de la carretera que acababan de asfaltar. Dulce no estaba segura de qué le hizo más daño, si las piedras que se le hundieron en las rodillas desnudas, el alquitrán caliente o la mano, sobre la que Chris cayó.

Él se levantó rápidamente e inmovilizó al otro hombre.

-¿Quién diablos eres y dónde está Poncho?

-¡Suélteme! -gritó el hombre-. No sé de qué diablos me está hablando.

-Yo creo que sí -replicó Chris-.Te lo volveré a preguntar. ¿Quién eres?

-¿Qué quiere decir con eso de quién soy? Ya lo sabe... Reparto flores.

-Respuesta equivocada -dijo Chris, apretándole un poco más el cuello de la camisa-. Vuelve a intentarlo.

El hombre comenzó a toser.

-Le dijo la verdad, hombre -susurró-. Mire en la parte trasera de la furgoneta.

Chris se volvió hacia Dulce y le indicó que fuera a mirar. Entonces, él también comenzó a empujar al otro hombre hacia la furgoneta. Cuando llegaron a ella, le ordenó a Dulce:

-Abre la puerta.

Dulce rodeó rápidamente la furgoneta y miró por la ventana trasera. Estaba vacía, aparte de una tela impermeable y de unas herramientas. Cuando se volvió para decírselo a Chris, vio que el repartidor estaba tratando de zafarse de su carcelero y que los dos se habían enzarzado en una pelea.

Amante desconocido  ***HOT***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora