En algún momento, Dulce creyó que la cabeza le iba a explotar con todos los pensamientos que tenía en su interior, por lo que se dirigió a la habitación de Chris y se tumbó en el colchón, con la intención de tumbarse sólo durante unos minutos. Dos horas más tarde, abrió los ojos. Vio que estaba anocheciendo y que tenía su blusa y traje, perfectamente planchados, a su lado.
Se incorporó y miró a su alrededor con nerviosismo. Sólo pensar que Esmeralda pudiera estar cerca de ella mientras dormía le resultaba aterrador. No quería ni imaginarse lo que la anciana habría estado haciendo mientras ella estaba dormida.
Con un suspiro, recogió sus ropas y se marchó al cuarto de baño contiguo.Aquella vez echó el pestillo de la puerta. Entonces, se lavó la cara y trató de peinarse, aunque sin todos sus productos capilares, le resultaba algo difícil domar sus rizos. Al final, se dio por vencida y se vistió, aunque dejó la chaqueta colgada detrás de la puerta.
Regresó en silencio al dormitorio. La casa estaba en absoluto silencio, pero el olor a comida la llevó hacia la cocina. Allí vio que Esmerelda estaba separando alubias.
Las tenía de todas clases, pintas, marrones, blancas...
El primer impulso de la joven fue preguntarle a la anciana si le echaba una mano, pero temía cometer un error delante de la curiosa mujer. Se sorprendió mucho cuando Esmerelda le colocó un bol lleno de alubias delante y asintió, como indicándole que comenzara a separarlas. Dulce se puso a hacerlo inmediatamente, fijándose muy bien en cómo lo hacía la ama de llaves. Sintió que la mujer no dejaba de mirarla. Al levantar los ojos, vio que la anciana sonreía. No dijo nada, pero el gesto fue suficiente para que Dulce también sonriera.
Cuando terminaron su tarea, Esmerelda se levantó y colocó las alubias en una cacerola.
-Chris es un buen hombre -dijo, de repente.
-Sí, sí, lo es -afirmó Dulce-. Como Poncho.
La anciana produjo un sonido que no pudo entender, por lo que Dulce decidió no seguir con aquella conversación.
-¿Cuánto tiempo lleva usted trabajando para Chris?
-Yo no trabajo para Chris.
-No lo comprendo. ¿Es usted pariente suya?
-De sangre no.
-¿Vive usted aquí?
-No.
-A ver si lo entiendo. Usted no es familia de Chris, ni le pagan por su trabajo. Se limita a venir aquí y cocinar para él...
-Y limpiar.
-Y limpiar para él sólo por la bondad de su corazón.
-No. Por la bondad del corazón de Chris -replicó la mujer, cuya atención parecía centrarse exclusivamente en el guiso-. Nuestro Chris no siempre ha tenido lo que tiene ahora -añadió, en voz muy baja, como si hablara consigo misma-.
Su padre se marchó antes de que él tuviera la oportunidad de conocerlo. Su madre... Bueno, siempre ha tenido amor, aunque dinero no.
-Entonces, ¿cómo consiguió criar a Chris?
-Lo criamos entre todos. La comunidad, aunque ninguno somos ricos, pero nos las arreglamos. Este rancho pertenecía al tío de Chris, un hombre tan testarudo como una mula. Nunca le pagaba a un hombre lo que debía. Al pobre Chris lo hizo trabajar como un esclavo por calderilla. Sin embargo, hasta los céntimos cuentan. Eso era lo que él solía decirle a su madre todas las noches, cuando regresaba a casa. Vivían en una casa pequeña, con una habitación y el suelo de tierra. No sé por qué Chris la tiene todavía. Debería haberla demolido cuando su madre y él se marcharon de allí.
-¿Cómo heredó Chris todo esto? ¿Se lo dejó su tío?
-Su tío no le habría dado un vaso de agua a un moribundo. Antes de morir, le vendió a Chris el rancho a un precio muy elevado. Esos centavos lo llevaron lejos. Comenzó a trabajar cuando tenía doce años...
-¿Y sus estudios?
-¿Has visto algún colegio por aquí?
-No.
-Todos le enseñamos lo que pudimos. Resultó muy satisfactorio cuando consiguió su diploma y se marchó a los Marines. Después de licenciarse, se apuntó a la universidad. Se graduó el primero de su clase y abrió su propia empresa de informática. Se trataba de un servidor o de algo parecido. La vendió hace unos años, cuando compró el rancho.
-¿Ha habido mujeres en su vida? -le preguntó Dulce, aunque no estaba segura de querer saberlo.
-Hubo una. Hace un año más o menos. La trajo aquí, aunque yo supe desde el momento en que la vi que no se iba a quedar.
-¿Por qué?
-Porque no hacía más que realizar inventario de los bienes de Chris, hasta cuando lo tenía entre las piernas...
-Siento cierta curiosidad... Usted no ha preguntado nada sobre mí. ¿Por qué?
-Lo único que necesito saber lo veo en tus ojos... y en los de Chris.
Dulce apartó rápidamente la mirada. Nunca había creído mucho en lo que los otros veían y no estaba dispuesta a comenzar en aquel momento. Sin embargo, la idea de que Chris pudiera sentir algo más que deseo por ella la atraía poderosamente. No obstante, se resistió al impulso de seguir preguntándole a Esmerelda y dijo:
-Yo estoy prometida con Poncho.
-¿De verdad?
Dulce se dio cuenta de que la mujer le estaba mirando el dedo donde debía llevar el anillo. De él, sólo quedaba una línea que el sol había trazado. Rápidamente, Dulce se cubrió aquella mano con la otra.
Al oír que se acercaba un caballo, se sintió como si el corazón le hubiera echado a volar. Antes de que pudiera plantearse lo acertado de aquella acción, se levantó y salió corriendo hacia la puerta. Desde allí, vio que Chris detenía al semental negro que había montado.
Aunque pareciera imposible, el breve tiempo que habían estado separados había hecho que lo deseara aún con más fuerza.
) Chris se había quitado la camiseta y se la había colgado del cinturón. Los vaqueros se le ceñían al cuerpo como un guante. El pelo negro le colgaba suelto, enmarcando sus rasgos. Parecía un guerrero indio que acababa de regresar del campo de batalla.
-Ve -le dijo Esmerelda, a sus espaldas-.Te está esperando. Y la cena puede esperar.
Con dedos temblorosos, Dulce abrió la puerta y salió antes de que su voz interior le dijera que se estaba equivocando. Tras un segundo de duda, Chris extendió un brazo y tiró de ella para que se sentara en el caballo, detrás de él. Cuando Dulce se hubo agarrado a él, el caballo comenzó a cabalgar.
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Amante desconocido ***HOT***
RomantizmDulce Espinoza siempre había tenido unas fantasías maravillosas. El problema era que esas fantasías jamás se habían acercado a la realidad... Hasta que se encontró a solas en un ascensor con el sexy Christopher Uckermann. Sin embargo, había otra cos...