capitulo 6

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Dulce estaba bailando cuando, de repente, casi sin que se diera cuenta, se cayó sobre el regazo cálido y firme de un hombre que estaba sentado al lado de la pista. Muy bien, el tequila se había terminado para ella.

Se echó a reír y, entonces, trató de ponerse de pie.

-Lo siento... Debo de haber tropezado.

Se retorció para poder levantarse y frotó... la parte más estratégica de aquel hombre. El gruñido que él lanzó la sorprendió. Entonces, cuando lo miró a la cara parpadeó. Volvió a parpadear, no porque tuviera dificultad para ver, sino porque, si no se equivocaba, acababa de aterrizar encima de la estrella de su última fantasía, el tipo que había visto entrar en la sala. ¡Dios Santo! De cerca estaba mucho mejor. No había tenido una reacción tan fuerte ante el físico de un hombre desde que era una adolescente y colgaba fotos de Sting sobre la pared de su dormitorio.

-No hay prisa -dijo el amante de sus fantasías, con voz profunda.

Al oír aquella voz, que era mucho más sugerente de lo que ella hubiera imaginado nunca, Dulce sintió un delicioso escalofrío por la espalda, que le dejó el vientre tembloroso y los pechos inquietos. Miró los rasgos del desconocido y vio que tenía una melena negra que le llegaba hasta los hombros. Admiró la fuerte mandíbula y la atractiva boca, que una mujer podría verse tentada a lamer. Tenía los ojos como el ámbar, unos ojos que parecían indicar peligro.

Al ver que él le devolvía la mirada con idéntica intensidad, volvió a parpadear. Sin embargo, fue la sonrisa que él esbozó lo que le provocó una extraña sensación en el vientre. El hombre se aclaró la garganta, haciendo que se le moviera la nuez de un modo hipnótico.

-Estaba yo aquí sentado, tratando de pensar en un buen modo para abordarla, cuando ¡zas!, se sienta usted directamente en mi regazo. Yo diría que eso es una buena señal...

Dulce se agarró a los hombros de él para no caerse al suelo. Se sintió muy atraída por los fuertes músculos que notaba bajo la franela de su camisa. Poncho era un hombre bastante fuerte, aunque no tanto.

Notó que tenía una buena porción de la tela de la camisa agarrada en el puño. La soltó y se puso a estirar las arrugas. Entonces, los diamantes de su anillo de compromiso empezaron a reflejar las luces de la pista de baile. Rápidamente, Dulce apartó la mano como si se hubiera quemado.

-Yo también diría que es una señal... Pero una señal de que el tequila y yo no nos llevamos bien.

Por fin consiguió levantarse. La desconcertaban los fuertes latidos de su corazón, el ardor que notaba en el vientre y que le era completamente desconocido, aunque resultaba tan embriagador como el tequila.

-Y que lo digas -dijo la voz de May, a través de la maraña de sus pensamientos-. Bueno, ya que has tenido un contacto tan personal con este hombre, ¿no te parece que deberías presentarte?

¿Presentarse? ¿De qué estaba hablando May?

El hombre se puso de pie. A Dulce le pareció que los ojos subían y subían antes de que llegaran a ver la sonrisa de aquel hombre.

-Me llamo Christopher.

-¿Christopher? -repitió Dulce, atónita-. Ese es el nombre del...

Cuando May le dio un buen golpe en las costillas, lanzó un grito, lo que hizo que se perdieran las palabras «mejor amigo de mí novio», que había estado a punto de pronunciar.

En realidad no importaba. Aunque todavía no conocía al misterioso amigo de Poncho, le parecía que ninguna persona tan distinguida como un amigo de Poncho aparecería por un mercado de carne como lo era Rage. Además, el hotel no tenía suficiente mármol como para que se le considerara adecuado para aquellos círculos, lo que había sido una de las razones para que Dulce hubiera cedido ante la sugerencia de May. Por una noche, quería estar en un lugar en el que no le importara a nadie quiénes fueran los Herrera. A aquel hombre, con su largo cabello, su fornido cuerpo y aquella sugerente sonrisa, no le importada lo más mínimo quiénes eran los Herrera, e incluso la haría a ella olvidarse de quiénes eran.

Amante desconocido  ***HOT***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora