Sala Dama Rosa. Era la una en punto del sábado. Chris hizo un gesto de tristeza cuando se dio cuenta de que Poncho y Dulce se habrían casado a esa misma hora si todo hubiera salido como estaba previsto. ¿Qué significaba que Dulce lo hubiera citado precisamente en aquel lugar?
La misma camarera del día anterior le colocó una cerveza sobre la barra.
-¿Todavía sigues buscando a ese tipo? -le preguntó.
-Ya no.
-Me alegro.
De repente, la puerta se abrió. Chris cerró un poco los ojos al ver los rayos del sol, dada la penumbra que reinaba en el local. El recién llegado no era Dulce.
La verdad era que no sabía lo que esperar. Ella no se había puesto en contacto con él durante tres largos días. Entonces, le había enviado una nota con aquella idea tan descabellada. ¿Por qué no lo había citado en un lugar más normal? Le parecía que tendría más posibilidades de que ella le declarara su amor en un restaurante familiar que en aquel local.
Miró con tristeza a los hombres que vitoreaban al lado del escenario. De repente, sin saber por qué, le pidió un cigarrillo al hombre que había sentado a su lado.
Hacía años que no fumaba... Y aquel era su segundo cigarrillo desde que Dulce había entrado en su vida. No pensaba volver a fumar, pero mientras estuviera allí, aspirando el humo de otros, pensaba sacar algo de placer de la situación.
Aplaudió con poco entusiasmo a la bailarina que acababa de terminar su actuación. Entonces, la puerta de la calle volvió a abrirse. No era Dulce.
Miró la hora. ¿Dónde estaría? Nunca hubiera pensado en que lo citara para luego no presentarse. Decidió preguntar a la camarera.
-¿Has visto a esta mujer? -le preguntó, mostrándole la página del periódico en la que se había anunciado el compromiso de Poncho con Dulce. A su lado, aparecía una foto de Poncho y Marian en los juzgados, tras una ceremonia muy rápida. Helena estaba tras los novios, haciendo ostentación de su descontento, con el ceño fruncido.
-¡Vaya! Ahora buscas a una mujer. Vas progresando.
Mientras la camarera examinaba la foto, el presentador anunció una nueva actuación.
-Bien, chicos. Esta tarde tenemos algo muy especial. ¡Una primeriza! Todos tenemos que empezar en alguna ocasión, ¿no? ¡Démosle una cálida bienvenida a la deliciosa Dulce!
La camarera comenzó a sonreír. Entonces, soltó el periódico y señaló el escenario.
Chris se giró muy lentamente. Nada. El escenario estaba vacío. La música comenzó a sonar, pero no se veía bailarina por ninguna parte. Se frotó la cara. Era imposible que la Dulce que él conocía fuera la misma que iba a aparecer en el escenario. Ella misma le había asegurado que nunca sería capaz de desnudarse para él...
De repente, el escenario se iluminó. Vio una cabeza pelirroja, adornada con cuentas metálicas, y sintió que el aire se le helaba en los pulmones. Si le quedaba alguna duda de que fuera su Dulce, ésta desapareció cuando apareció de repente en el escenario, aparentemente después de que le dieran un empujón. Se colocó en el centro del escenario, con un traje de rayas y unos altísimos tacones de aguja. No sabía qué hacer. Entonces, cuando vio a Chris, le dedicó una sensual sonrisa.
Él sintió que el humo del cigarrillo le atenazaba los pulmones. Entonces, Dulce comenzó a moverse. Lentamente, con poca seguridad. Se acercó a la parte frontal del escenario sin saber muy bien qué hacer. Entonces, la voz de una mujer le dijo algo desde el interior del escenario. Ella abrió los ojos y se desabrochó con cierta dificultad el botón que le ceñía la chaqueta. Cuando se la quitó, dejó al descubierto un biquini dorado. Entonces, le dio a la prenda un par de vueltas y la arrojó en dirección a Chris, aunque cayó sobre la calva de otro espectador.
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Amante desconocido ***HOT***
RomanceDulce Espinoza siempre había tenido unas fantasías maravillosas. El problema era que esas fantasías jamás se habían acercado a la realidad... Hasta que se encontró a solas en un ascensor con el sexy Christopher Uckermann. Sin embargo, había otra cos...