capitulo 28

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Era como estar en el paraíso. Así era como se sentía, con Dulce pegada a su espalda yapretándose contra su hombro. Chris le cubrió la mano que ella le había colocado sobre el vientre con la suya y levantó la vista para mirar al cielo. Con Ewtoto y sus tierras debajo, Dulce detrás de él, el cielo intermimable encima y el horizonte al frente, le parecía que no había nada que pudiera desear, a pesar de que supiera que sólo sería suyo durante un momento.

-Te deseo -susurró Dulce, antes de apretarle el lóbulo de la oreja entre los dientes.

Entonces, poco a poco fue bajando la mano hasta agarrarle la entrepierna. Si se sorprendió al encontrarlo con una fuerte erección, no lo demostró. En vez de eso, metió los dedos por la cinturilla y comenzó a acariciarle la punta tan reverentemente como el paso que Ewtoto llevaba, directamente hasta los establos.

Chris apartó la mano Dulce y le tocó la rodilla desnuda. Entonces, tiró de la pierna para que ella se la colocara encima. Con algunos torpes movimientos, Dulce terminó sentada delante de él, con las piernas abrazándole las caderas y la falda completamente levantada, mostrándole un poco de las braguitas blancas de algodón que llevaba puestas.

-No, no, no podemos hacer esto...

Chris sonrió y le metió el dedo por debajo del elástico de las braguitas, gozando al escuchar cómo se rasgaba la tela. Ella contuvo el aliento y se aferró a él al ver que le arrancaba las bragas y permitía que el seco aire del desierto se las llevara muy lejos.

Entonces, la miró y lo que vio le quitó el aliento. El sol del atardecer se le reflejaba en el cabello, sacándole reflejos de oro. Tenía los ojos azules casi negros y los labios entreabiertos, listos para acoger lo que él quisiera darle.

Chris observó cómo cambiaba la expresión de su rostro. Las dudas desaparecieron para verse reemplazadas por el deseo. Entonces, lo besó profundamente, deslizándole la lengua entre los labios.

Él le agarró los muslos para acariciarle su henchida y húmeda feminidad. Entonces, dejó que ella le abriera la bragueta del pantalón.

-No tengo nada, Dulce.

-No me importa...

-A mí sí... quiero protegerte.

-No he tenido relaciones íntimas con nadie más que contigo desde hace tres años -susurró ella, metiéndole las manos por la cinturilla del pantalón.

-Y yo nunca he tenido relaciones sexuales sin protección con nadie.

-Entonces, eso significa que no tenemos nada de qué preocuparnos, ¿no te parece? -musitó, antes de lamerle suavemente la comisura de la boca-. Quiero sentirte dentro, Chris. Entero. Carne contra carne....

-¿Y si te quedas embarazada? ¿Qué pasa?

En otra ocasión, aquellas palabras habrían provocado que Chris se marchara corriendo en la dirección opuesta, pero con Dulce no parecía importarle. Dejó que ella le sacara el miembro viril y, en cuanto se sintió completamente libre, la levantó y la colocó encima de él. La miró a los ojos, buscando cualquier señal que indicara que ella había cambiado de opinión, pero no fue así. Entonces, por primera vez en su vida, sintió el calor húmedo y puro de una mujer contra su piel. No había capa de látex que los separara...

Cerró los ojos para disfrutar el momento. Dulce era deliciosa... Mientras ella se colocaba, le abrió la blusa para concentrarse en los suaves montículos de carne que se le derramaban por encima del sujetador. Los acarició suavemente y los cubrió con las manos.

Dulce se movió contra él de manera que Chris la penetró muy profundamente. La agarró por las caderas y la levantó, para luego empezar a moverse por debajo de ella, acompasando sus movimientos a los del paso del caballo.

De repente, Dulce se aferró a él como si le fuera en ello la vida. Entonces, sintió que ella temblaba, apretándose con fuerza alrededor de él. Un minuto más tarde, la siguió...

Caliente... duro... pleno... Así era como sentía a Chris dentro de su cuerpo. La llenaba como ningún hombre lo había hecho antes, tanto física como espiritualmente. Trató de recuperar el aliento, pero sacó la lengua para lamerle la piel del hombro, que sabía a sal y a polvo del desierto. En los últimos minutos, se había olvidado de su miedo a caerse de un caballo. Se había dejado llevar por los abrazos de Chris, por sus besos, por cómo le hacía el amor...

Cerró los ojos y apoyó la cara sobre su hombro. Cuando volvió a abrirlos, contempló cómo se ponía el sol en el horizonte, lo que le hizo volver a mirarlo a él.

-Te amo -susurró ella, sin poder evitarlo. Pensar las palabras era una cosa, decirlas en voz alta otra muy distinta.

-Dulce, yo...

-Calla. No quiero que respondas. Ni siquiera quería decirlo. No me había dado cuenta hasta este mismo instante que es eso lo que siento. Sé que lo nuestro es muy complicado. Todo. Lo de Poncho, tú y yo, pero nada podrá cambiar lo que ha ocurrido.

-Dulce, Poncho es mi mejor amigo.

-Lo sé. -¿Qué más podía decir? Dulce se apartó de él, rompiendo así su íntima unión. Chris se lo permitió, lo que le provocó un cierto dolor en el corazón.

-Esto es una locura...

Intentó bajarse del caballo, pero Chris la agarró del brazo antes de que se cayera y la ayudó a descender. En aquel momento, Dulce se dio cuenta de que confiaba en él más que en nadie del mundo. ¿Podía decir lo mismo sobre Poncho? No.

En cinco meses, no habían establecido el vínculo que había entre Chris y ella en sólo cuestión de días.

Al final, ¿qué importaba todo eso? Chris era un hombre de palabra. Su amistad con Poncho iba más allá de cualquier mujer, especialmente si esa mujer era ella.

El suelo del desierto estaba muy caliente, aunque, de repente, el aire parecía frío. Se frotó los brazos con fuerza y luego comenzó a abotonarse la camisa. Chris descendió del caballo y se colocó a su lado para ayudarla.

-Ya tendremos tiempo de solucionar todo esto, Dulce...

-¿Tú crees? -preguntó, mientras él se ponía también su camiseta-. ¿Y si no encontramos a Poncho? -añadió, con lágrimas en los ojos-. ¿Qué ocurrirá entonces, Chris? ¿Debo seguir prometida con un hombre del que desconozco si está vivo o muerto? ¿Seguirás siendo leal en ese caso?

-No lo sé...

-Yo sí lo sé. Los dos vivimos en el limbo, esperando a ver lo que nos depara el mañana, deseando que todo esto termine. No hacemos más que hablar de la cuestión de la lealtad con tu amigo, con mi prometido... No sé si me crees, Chris. Sé que no hay razón para que lo hagas, pero te aseguro que no he hecho esto en toda mi vida. Nunca le he dado mi palabra a un hombre para luego acostarme con otro, y mucho menos con su mejor amigo.

Dulce se dio la vuelta rápidamente, con la intención de marcharse, pero Chris le agarró la mano y la detuvo. Sin embargo, ella no se volvió para mirarlo ni él la obligó a que lo hiciera.

-¿Te he dado yo alguna vez razón para que creas que te respeto menos por tu vínculo con Poncho? ¿Por lo que ha ocurrido entre nosotros? Te aseguro que si dudo, no tiene nada que ver contigo, Dulce. Nada.

-Espera...

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PROXIMAMENTE UNA NOCHE JUNTO A TI ...♥♥♥♥

Amante desconocido  ***HOT***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora