capitulo 31

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Cinco minutos más tarde, tras los cuidados de Esmeralda, Dulce apareció en el salón con una apariencia más o menos normal. Cuando se disponía a salir del cuarto de baño, se volvió y apretó la mano de la anciana, aunque sin decir nada por un momento.

-Gracias- susurró, con una débil sonrisa. Entonces, trató de soltarse, pero Esmerelda se lo impidió.

La agarró de la mano y tiró de ella.

-Todo esto... la reaparición de tu prometido, no cambia nada.

Dulce miró las manos unidas y negó con la cabeza.

-Te equivocas, Ezzie -dijo-. Lo cambia todo.

Chris se sentía como si lo tuvieran, atado de la cabeza a los pies. Cuando Dulce por fin entró en el salón, notó que había estado llorando. El modo en el que se negó a mirarlo lo preocupó mucho más que la desaparición de Poncho.

Helena había llegado al rancho poco antes, con su fiel guardaespaldas, Bruno. Sin embargo, lo que resultaba verdaderamente sorprendente era la presencia de Barry Lomax. Chris no estaba seguro, pero se apostaba algo a que el interés que Barry sentía por Helena iba más allá de lo puramente profesional.

Helena estaba acunando a Poncho, como si este hubiera sufrido un terrible percance. Si no le prestó atención a la mujer que estaba sentada a su lado, Poncho pareció no notarlo. O tal vez no le importaba.

De repente, Helena pareció recordar todo lo que había sufrido y dio un paso atrás. Su expresión cambio repentinamente.

-¿Cómo me has podido hacer esto a mí? ¿Y quién diablos es esta?

-Mamá -respondió Poncho-. Me gustaría que conocieras a Marian Zapico. Marian, esta es mi madre, Helena.

-Es un placer conocerla por fin, señora Herrera -dijo ella, extendiendo la mano.

Helena siguió mirando a su hijo, sin prestar atención alguna a la mano que Marian le ofrecía.

-Tu prometida y yo hemos estado muy preocupadas -susurró Helena, mientras que, con la experiencia de años, rodeaba a Poncho con un brazo para apartarlo de Marian y acercarlo a Dulce-. Bueno, bien está lo que bien acaba... ¿No es eso lo que reza el dicho?

-Señora Herrera -musitó Dulce, mientras daba un paso atrás.

-Mamá -dijo Poncho, simultáneamente, mientras trataba de librarse del abrazo mortal de Helena.

Entonces, Chris se aclaró la garganta e hizo que todo el mundo le prestara atención.

- Helena, creo que hay otros asuntos que tal vez te gustaría escuchar sobre la desaparición de Poncho -dijo.

-No necesito saber nada más que mi hijo está bien -afirmó. En aquel momento, Chris supo que Helena lo sabía todo-, y que esta boda que todos tenemos tantas ganas de celebrar por fin tendrá lugar.

-¿Boda? -repitió Marian, mientras rodeaba a Poncho y se colocaba entre su madre y él-. ¿Qué boda? Dile a tu madre que no va a haber ninguna boda, Poncho. La única persona con la que tú te vas a casar soy yo ... ¿No es verdad, tesoro?

El momento de la verdad había llegado. Chris se cruzó de brazo y esperó.

-Tienes toda la razón, cielo -replicó Poncho, sin dejar de mirar a su madre.

Chris miró a su amigo como si se hubiera vuelto loco. Marian esbozó una sonrisa, mientras que Helena parecía dispuesta a estrangular a alguien. Sin embargo, todavía no se había dado por vencida.

-Poncho, hijo. Recuerda que tenemos un acuerdo -susurró Helena-. Tu parte es casarte con Dulce...

-¿Cómo has dicho, Helena? -preguntó la joven abogada-. ¿Qué has querido decir con eso? ¿De qué acuerdo estás hablando?

Amante desconocido  ***HOT***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora