Thais
Me froto la cabeza, frustrada.
El señor Alexander entra en ese momento y me mira fijamente. Titubeo antes de decir algo, sin saber si se va a detener o preguntar algo, pero sigue andando, entra en su despacho y cierra la puerta despacio con un clic apenas audible. Yo ya había llegado diez minutos antes para preparar el escritorio como me dijo que le gustaba; café a la derecha, carpeta llena de artículos impresos e informes a la izquierda y un libro de trabajo de tapa dura en el centro.
Clavo la vista en la mesa con la mente hecha un torbellino de ideas. Si logro sobrevivir un mes por fin me mudaré a un lugar decente y podré comprar ropa, ayer al momento de llegar tuve que lavar el vestido para que diera tiempo de secarse y poderlo usar hoy. Odio mi vida. Odio con todas mis fuerzas sentir algo que me impide irme de este país y odio tener que saber que ese algo tiene que ver con Aang. Por su culpa mi vida es un infierno, yo tengo que vivir con el remordimiento de saber que yo lo maté porque no tuve alternativa.
Acaricio con la yema de mi dedo el contorno del protector de la mesa.
Parpadeo para controlar las lágrimas que tengo en los ojos y logro responder cinco correos electrónicos.
Me ocupo de hacer mi trabajo y borrar cualquier pensamiento de él en mi mente.
—Buenas tardes —dice Anjoly llegando hasta mi escritorio.
—Buenas tardes, ¿tienes cita?
—No, nunca he necesitado una —se ríe. —Pero no vine a ver a Theodore, sino a ti.
—¿A mí?
—Vine a invitarte a comer.
Sus ojos se desvían a mi ropa, me da vergüenza mirarla a los ojos así que desvío mi mirada.
—Es muy cómoda —le digo. —Y me gusta.
—No lo dudo, pero no sabes mentir —me levanta.
—Bueno, es que yo...
—Puedo dejarte ropa, tengo de sobra —se ofrece Anjoly rápidamente evitando mi tartamudeo.
—Gracias por todo, pero estoy bien —murmuro por lo bajo con la mirada clavada en la pantalla del ordenador—. No tienes por qué hacerlo.
—Vamos a comer que muero de hambre —me jala del brazo para levantarme.
Salgo al pasillo con ella.
—¿Cómo puedes estar en medio de dos hombres como Aang y Theodore siendo así como eres?
—Algunas personas se cierran tanto en un momento determinado que luego olvidan cómo volver a abrirse a los demás; se vuelven herméticas, necesitan protegerse porque en el fondo tienen mucho miedo o sienten dolor. A veces es más fácil cerrarse en sí mismo que abrirse y dejar que otros te vean como realmente eres —me dice Anjoly con esa voz delicada que parece quedarse flotando en el aire cuando termina de hablar—. Como tú. Tienes mucho en común con Aang.
—¡No es verdad! —protesto indignada.
—Que hables más o sonrías más no significa que seas abierta; la sonrisa esconde y disfraza la verdad.
—No me conoces —siseo.
Ella me mira afligida. —Lo siento, no pretendía incomodarte. La verdad es que tenía muchas ganas de conocerte, pero me he dejado llevar... es solo que me caes bien...
—No te preocupes, no has dicho nada malo —murmuro. —Creo que últimamente estoy muy sensible.
—Es comprensible que estés así luego de haber roto con Aang.

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Absurda [Libro #2]
RomanceSegundo libro de la «Saga Placeres Culposos». El amor y el odio son el mismo sentimiento que se expresan y se viven de forma distintas. Y así es Thais para mí, con ella experimente una turbulencia de emociones desde el amor más absurdo hasta el odio...