Thais
Aang abre su armario y saca una cuerda blanca con una superficie suave y lisa. Veo cómo la luz se refleja en el material, otorgándole un leve resplandor. Se la enrosca alrededor del brazo y camina hacia mí, que me encuentro en la cama, mientras lo observo con aspecto de ser un vaquero esgrimiendo un lazo y vestido tan solo con sus bóxers negros.
Me quedo allí sentada y lo contemplo, sintiendo que el corazón me empieza a palpitar con fuerza en el pecho. Desde que Aang había asumido el mando luego de mi secuestró, todas sus preferencias han sido muy moderadas. Le gusta controlarme, pero no disfruta haciéndome daño. Debería haber imaginado que eso cambiaría. Me recuerdo que aquello es diferente, que confío en Aang porque es alguien a quien estoy muy unida. Se preocupa por mí, poniéndome siempre por delante de sí mismo para protegerme. Es posesivo, pero comprensivo y es mi amigo más íntimo. Una vez que mi cuerpo asimila aquella lógica, dejo de sentir miedo. Porque ya no estoy secuestrada, yo no debo tener miedo.
Está de pie frente a mí con aquel físico musculoso, poderoso y espectacular. Comprueba la cuerda con las manos, mostrando su evidente resistencia.
―Bocabajo —ordena.
Me quedo mirando la soga que tiene en las manos con la mente en blanco. No puedo hacer nada más que permanecer sentada contemplándolo, pensando en aquella cuerda anudada con fuerza alrededor de mis muñecas. Quedaré a su completa merced, sin ningún control en absoluto.
Forma un lazo con ella y tira de ambos extremos, provocando un fuerte chasquido.
―Ahora.
Termino por cooperar y me doy la vuelta para tumbarme con el vientre sobre la cama.
―Se te olvida algo.
Sé perfectamente a qué se refiere. ―Oui, monsieur..
Me agarra por los tobillos y me estira las piernas hasta que quedan colgando en el borde de la cama. Me ata los tobillos con la cuerda, apretándola bien para que no pueda moverme a menos que doble las rodillas.
Coge lo que sobra de la soga y trepa sobre mí.
―Las muñecas.
Dudo antes de juntarlas por detrás de la espalda. Me las ata con firmeza, usando la fuerza suficiente para que no pueda mover ni siquiera los codos. Me quedo allí tumbada con la mejilla apoyada contra la cama, esperando a que empiece con lo que sea que quiera hacer conmigo. Aang se quita los bóxers y los lanza al suelo de una patada. Después se mantiene suspendido sobre mi cuerpo, haciendo presión con su gruesa erección entre mis nalgas. Se frota contra mí despacio, moviéndose a través de la suave piel. Recoge la humedad de mi entrepierna y la extiende por mi trasero. No sé si va a penetrarme por delante o por detrás. Conociéndolo, probablemente quiero hacerlo por ambos sitios. Me rodea el pecho con el brazo y me obliga a levantarme, arqueándome la espalda y girándome la cara hacia él.
Me besa la mandíbula y traza un recorrido hasta mi boca. Me da un beso delicado, una contradicción directa con la brusquedad con la que se aferra a mí.
―Dime qué piensas cuando me ves con Lou.
Mi pecho se eleva y desciende contra su brazo. Siento su sexo grueso entre mis nalgas, retorciéndose y palpitando porque ansia follarme con ganas. Mis manos atadas descansan en la parte superior de mi trasero y la cuerda me roza la espalda.
―Dímelo.
―Que fue tu primera sumisa... la primera mujer que te hizo querer tomar el control. Odié imaginármela atada en tu cama.
―¿Y qué más?
―Me pregunto si todavía quiere intentar algo contigo... y si lo harías.
―¿Y?

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Absurda [Libro #2]
Roman d'amourSegundo libro de la «Saga Placeres Culposos». El amor y el odio son el mismo sentimiento que se expresan y se viven de forma distintas. Y así es Thais para mí, con ella experimente una turbulencia de emociones desde el amor más absurdo hasta el odio...