Thais
Me siento a la mesa, con los ojos hacia abajo, el palpitante dolor en la sien me está matando.
Colocan una bandeja de comida frente a mí: unas rebanadas de pan y tiras de jamón. Es poco comparado con el almuerzo de hoy, o las comidas de las otras chicas.
Morgane se sienta frente a mí, al final de la fila. Su bandeja y la de las chicas a mi lado están llenas: lasaña de carne, ensalada, pan, frutas y jugo. Ella mantiene la cabeza gacha y come tranquilamente.
Desgarro un trozo de pan y lo mastico lentamente. Un hombre pasa vigilándonos y luego sigue su camino.
Morgane, con una mirada de preocupación, se inclina hacia mí y susurra. —Si desobedeces o haces algo que no debes, te dan menos comida y agua. Lo he visto muchas veces.
—No tengo mucha hambre en este momento, así que funciona por ahora —el ruido sordo en mi cráneo es tan fuerte que no estoy segura de cómo superaría esto sin los analgésicos.
—Necesitas mantener tu fuerza tanto como sea posible. Tienes que hacer bien tu trabajo —habla justo antes de que la comida llegue a su boca, disimulando cuidadosamente el movimiento de sus labios para que sus susurros pasen desapercibidos. —O te castigarán. Hay un cuarto de castigo y nadie que entra ahí vuelve igual.
—Agradezco tu amabilidad, pero no deberías hablar conmigo. Lo digo por tu bien. No quiero que te metas en problemas.
—Es mejor que sepas cómo funcionan las cosas y evitar meterte en problemas. No tienes ni idea de cuánto vas a tener que cambiar, apenas serás una sombra de lo que eras. Si quieres sobrevivir a esto, deberás amoldarte a tu nuevo destino —hace una pausa—. Con el tiempo, llegarás a olvidarte del pasado, porque recordarlo será demasiado doloroso.
—Jamás lo olvidaré —espeto con decisión.
—Peor para ti; porque a veces duele más recordar que olvidar.
Antes de que me dé cuenta, al menos cuatro hombres más salen y recogen mi comida.
—¡¿Qué diablos hacen?! —digo bruscamente. —¡Ni siquiera he comido todavía!
Uno recoge la rebanada de pan de mi mano y lo tira al suelo. —Se supone que no debes hacerlo.
—¿Qué? —mi voz está llena de incredulidad.
—Se supone que no debes comer —vuelve a decir uno de ellos. —Estás castigada. Si se enteran de que has comido, nos castigarán también. Será mejor que hable con quien reparte la comida para que eso no vuelva a pasar.
Morgane suspira. No estoy segura de sí ella está con o contra ellos. De cualquier manera, sé que ella no intervendrá ni dirá nada.
Y eso está bien.
No necesito que ella me salve.
Puedo salvarme a mí misma.
Puede que tenga hambre más tarde, pero estuve muriendo de hambre cuando me fui de casa de Aang y si logré pasar eso, sus venenosas maneras debiliten mi espíritu no van a hacerlo.
Aceptaré mi castigo y luego saldré de este lío. Aang habrá venido por mí, o yo ya habré escapado por mi propia cuenta.
—Él me va a encontrar —susurro para mí.
—Las ilusiones duelen más que la realidad —dice miss positivismo, quien al parecer me escucho. —Nadie vendrá aquí porque no existe, nadie te salvará, deberías de dejar de pensar en eso y aprender a sobrevivir.
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Absurda [Libro #2]
RomanceSegundo libro de la «Saga Placeres Culposos». El amor y el odio son el mismo sentimiento que se expresan y se viven de forma distintas. Y así es Thais para mí, con ella experimente una turbulencia de emociones desde el amor más absurdo hasta el odio...