Thais
—Te extrañé, idiota.
—Te extrañé, mocosa.
—Pervertido.
—Enana.
—Pendejo.
Ambos nos reímos de nuestras pendejadas. Es como si volviéramos de nuevo a cuando me mudé en su casa por primera vez, cuando nos la pasábamos peleando y reconcialiando a los pocos segundos, como hermanos. Creo que lo que sentía por David era una ilusión, estaba tan frustrada sexualmente y mi primera vez había sido tan doloroso que cuando escuché lo bien que se la pasaban las chicas con quien estaba que me enamore de la idea de tener sexo con él, no de él exactamente. De lo contrario, ahora debería estar sintiendo algo, pero no es así. Lo veo como siempre debí ver, mi mejor amigo, parte de mi familia.
Nos quedamos unos segundos mirándonos en silencio en este callejón donde apenas llega la luz de las farolas de la avenida. Aun así, mal iluminado y con mi tremenda borrachera, puedo apreciar que David es muy alto. Es como si hubiera borrado de mi mente ese detalle, también se dejó crecer el pelo. Pero veo que su sonrisa sigue siendo la misma, fanfarrona y segura, y de eso no me había olvidado. Ese gesto tan suyo, de sonreír con los dos dientes delanteros apoyados en los labios como un chico malo cuando él es todo lo contrario, lo he tenido clavado en la cabeza. En un lugar oculto en la parte más oscura; aún así, siempre ha estado ahí. Pero no es tan fuerte como el de Aang.
—Hola —lo saludo.
—Qué casualidad, ¿eh? ¿Qué haces aquí? —y su voz todavía está cargada de... ¿rencor? ¿Enfado? ¿Rabia? ¿Malestar?
¡Será posible!
—He venido a acompañar a un amigo —respondo.
—Yo también.
—Qué bien —murmuro, sin saber qué más decir.
—Hemos estado buscándote, ¿sabes?
No digo nada.
—Han sido muchos meses, ¿eh? —dice al ver mi silencio.
—¿De qué?
—Desde que hablamos por última vez.
Todavía ese tono recriminatorio. Puedo apreciarlo no solo en su voz, sino en el ambiente, que de súbito se ha enrarecido. Después de levantarme y de haberse dado cuenta de quién soy, David se ha echado hacia atrás como si yo quemara. O como si le diera asco y no quisiera ni rozarme.
—Sí. Han sido bastantes —respondo e intento restar importancia al asunto.
—Vero estará contenta cuando se entere —murmura. Entre sus dedos se mueve algo. Bajo la vista y descubro el bolígrafo.
—Claro.
—Pensaba que no te vería nunca más —la sonrisa sigue dibujada en su rostro, pero en su voz no hay ni rastro de simpatía. —No sabes lo feliz que estoy por verte.
Me alejo. —¿Y es por eso que pareces tan feliz?
Se le llenan inmediatamente los ojos de lágrimas. Su expresión refleja una mezcla de alivio y agradecimiento. Se me queda mirando unos momentos antes de salvar la distancia que nos separa y detenerse a solo unos centímetros de mí. Examina mi rostro de nuevo para asegurarse de que realmente soy yo.
Yo me quedo mirándolo y noto que la emoción me atenaza la garganta.
―Lo siento, Thais, estoy contento de que no te haya pasado nada ―no me abraza, aunque es evidente que desea hacerlo. ―Tenía miedo de no volverte a ver nunca más.

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Absurda [Libro #2]
RomanceSegundo libro de la «Saga Placeres Culposos». El amor y el odio son el mismo sentimiento que se expresan y se viven de forma distintas. Y así es Thais para mí, con ella experimente una turbulencia de emociones desde el amor más absurdo hasta el odio...