Thais
Soy una idiota.
Lo soy. Soy tan tonta e ingenua, yo sola me metí en esto.
Se las hice tan fácil que siento vergüenza.
¿Cómo pude ser tan idiota?
Tenía que conectar un poquito las neuronas, deducir que Gian no iba a traicionar su jefe y ayudarme a escapar.
¿Por qué no pensé? ¿Por qué no se me ocurrió que podría ser un engaño antes se saltar a la pileta tan ciegamente? ¿Estaba herida? Sí y aún me molesta la espalda pero debí suponer que esto no sería por la bondad de su alma.
Ahora estoy atada al respaldar de una cama, tengo los ojos vendados y me han quitado la ropa. O sea que... estoy siendo exhibida solamente en ropa interior, delante de los dos hombres que me han estado rondando desde que desperté. Hablan de mí, de mi cuerpo, es tan obsceno que la piel se me eriza y no precisamente por el frío que roza mi piel expuesta.
—Él siempre tuvo suerte con las mujeres —dice Gian, el que siempre se mantiene cerca, y ha estado tocándome aquí y allá—. Todas hermosas y siempre dispuestas. Su reputación de tipo malo hace eso, conseguir esta clase de carne tan... exclusiva y de alta calidad.
Aprieto los dientes porque apoya su palma en mi muslo y me acaricia. La aspereza me quema y me provoca nauseas, hago lo que puedo para separarme.
—Solo veo una mujer con cuerpo de diosa, pero una mujer al fin —dice la voz que identifico como Theodore.
Me apresa con fuerza y me besa.
Le muerdo la lengua con todas mis fuerzas.
El gran Theodore Alexander aulla. Un golpe en el estómago me hace doblar.
—Prometo que en un momento te sentirás mejor —susurra, sigue tocándome como si me adorara, y me da tanto asco que deseo matarlo—. De hecho, vas a estar rogando por nuestras caricias.
Me doy la vuelta lejos de su voz que suena tan cerca de mi rostro.
El inconfundible sonido de un condón abriéndose entra a través de la bruma en mis oídos, traspasando los retumbantes latidos de mi corazón. Procuro alejarme, pero eso hace que me frote más contra él y mis sentidos se manifiesten mejor, con más poder.
—Voy a irme ahora —avisa Theodore. —Que te sea placentero y a los chicos también —su voz tiene cierto tono como si estuviera sonriendo y me doy cuenta que hay más personas en la habitación. —Recuerda enviarle un vídeo a Aang.
Una puerta se abre y cierra, el ruido de una llave trabándola marca mi destino tan claramente que me olvido de tomar aire.
El cuerpo grande y pesado se inclina más sobre mí, erizando cada poro que me cubre. Incluso los dedos de mis pies se crispan.
—Es hijo de puta de Aang tiene mucho por lo que responder, y vamos a tomar eso de ti —susurra uno. —¡No puedo creer mi puta suerte! Él mató a algunos de nuestros hombres y ahora eres tú la que va a pagar por ello —gimo cuando la bestia con forma de hombre me agarra la parte posterior del cuello.

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Absurda [Libro #2]
RomansaSegundo libro de la «Saga Placeres Culposos». El amor y el odio son el mismo sentimiento que se expresan y se viven de forma distintas. Y así es Thais para mí, con ella experimente una turbulencia de emociones desde el amor más absurdo hasta el odio...