Thais
Aang no volvió al trabajo.
Se ha quedado en casa y se pega a mí como una lapa. No le gusta que ningún miembro de su personal se acercase a mí. Es él quien me trae las comidas, me baña y me hace compañía. Deja que mis amigos vengan a visitarme, David a estado algo resentido con él mientras Verónica a estado actuando muy rara, pasa la mayor tiempo mirando su celular como si esperara una llamada o mensaje, y cuando le pregunto que pasa me dice que no es nada o que se tiene que ir. No le creo, pero se lo dejaré pasar hasta que esté bien.
Los padres de Aang han venido a verme, al igual que Anjoly.
―Lo entenderé si tienes que volver al trabajo ―le digo, estoy sentada en la mesa del balcón, intentando comerme todo lo que tengo en el plato.
La medicación que tomo me quita el apetito, no tengo ganas de comer nada. Si hubiera sido por mí, no habría comido en absoluto, pero a Aang no le agrada la idea de que no coma. Se queda sentado mirándome hasta que coma todo, o él mismo se pone a alimentarme.
Dice que no quiere que baje más de peso y me enferme más de la cuenta.
―No hace falta que te quedes por mí. El doctor ha dicho que estoy bien —digo—. Tampoco me pasará nada con Elliot y tus hombres afuera. Y si me siento mal, Anton no dudaría en llamar al médico.
Él no se da por enterado de mi afirmación. Continúa comiéndose su ensalada y su sándwich en silencio. Como no responde, no insisto en ello. Detrás de su fachada, se esta carcomiendo por dentro. Es amable cuando me cuida, pero también parece enfadado al mismo tiempo.
―Hace un día precioso, ¿verdad? —llevo un pedazo de fruta a la boca.
―Supongo ―se come la mitad de su comida antes de apartar el plato. Su apetito tampoco ha vuelto a ser el mismo. Parece más oscuro de lo habitual, hirviendo con una rabia silenciosa. De no recordarme que quiere que yo esté allí, habría asumido que me odia—. Mañana tienes cita con el médico. —avisa.
—¿Para qué?
—Chequeo de rutina.
―Bien. Necesito todas las cremas posibles y pastillas para el dolor.
Una minúscula sonrisa se dibuja en sus labios, apenas perceptible.
―Te conseguiré todo lo que necesites. Pero igual el doctor aseguró que las cicatrices en tu espalda no serían permanentes.
―Gracias ―picoteo mi ensalada, pero no tomo un bocado. Todo lo que Anton hace esta delicioso. De hecho, ha preparado un poco de todo cuando no sabía que quería de desayuno, pero mi estómago no consigue retener la comida como antes.
Los primeros tres días pasé vomitando.
—No puedes seguir así, pequeña, necesitas alimentarte —me había dicho Aang el segundo día, observando mi rostro pálida y ojerosa.
—Lo intento, pero todo lo vomito... —respondí con la voz débil, apoyándome en el borde de la cama.
Aang volvió con un pequeño bol de caldo de pollo y otro de arroz blanco. Hace rato que me había obligado a hidratarme.

ESTÁS LEYENDO
Absurda [Libro #2]
RomanceSegundo libro de la «Saga Placeres Culposos». El amor y el odio son el mismo sentimiento que se expresan y se viven de forma distintas. Y así es Thais para mí, con ella experimente una turbulencia de emociones desde el amor más absurdo hasta el odio...