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Aang

Han pasado doce horas sin novedades. 

Elliot sigue en cirugía y no hay rastro de Thais en ningún lado. 

Los malditos sabían del rastreador y se lo quitaron. Alguien me traicionó. Solo Elliot, Lou y Lars sabían sobre el rastreador; ni siquiera Thais estaba al tanto. 

No puedo dejar de pensar en ello. 

Deseo que Escorpión no estuviera escondido, solo para poder matarlo yo mismo. 

Pero un tiro en la cabeza sería demasiado rápido para él. 

Tengo que hacerlo sufrir. Con mis propias manos. 

Exhalo cansado, abro el sobre y veo la letra de Terrence. Eso me calma un poco. 

Aang:

Recuerda que eres un Briand y que tienes mi apoyo, no me importa si ella está en manos de ese maldito psicópata sin rostro, necesito que tengas la cabeza fría, no actúes por impulso, muchas veces tenemos que calmarnos para ver aquello que se nos escapa delante de nuestras narices.

Hoy más que nunca debemos estar más unidos, nunca te le he dicho, pero eres una de las personas más importante de mi vida. La organización te apoyará en todo, aunque debo reconocer que reorganizarla me está costando mucho sin Elliot y sin ti. Todo es un maldito infierno aquí.

Mantenme al tanto, no llames si es para darme algún indicio de Thais, quema esa carta una vez que termines de leerlo, pues creo que todavía hay gente fiel a quienes nos traicionaron.

Terrence.

Me levanto y saco el encendedor, prendo fuego a la carta y la lanzo a la papelera. Me quedo hasta que el papel es consumido por las llamas.

Quince horas después, un médico finalmente entra en la sala de estar. Pelo cano, gafas, pijama azul. Parece estar buscando a alguien. 

Espero que sea a mí. 

Me levanto y lo miro fijamente, asegurándome de que no me pase por alto. Hay otras personas esperando noticias, pero él se acerca a mí. 

Joder. 

Por favor, Dios.  Qué Elliot esté vivo.

Mis padres y algunos guardias se arremolinan a mi alrededor. 

Estoy de pie, manos en las caderas, respiración acelerada sin siquiera recibir noticias. Si Elliot no había sobrevivido, no quería oírlo. No podría soportar esas palabras otra vez, no después de que Elliot se había convertido en algo más que un compañero, más que un guardaespaldas. 

Ya había oído esas palabras antes. No podría soportarlas de nuevo.

―¿Familiares de Elliot Laine? ―pregunta el médico.

Ni uno solo de los que estamos aquí esta emparentado con él. No tiene familiares con vida. Pero hay familias que tiene su origen en algo más fuerte que la sangre.

—Sí.

Se pone las manos en las caderas.

—La bala había provocado gran cantidad de lesiones internas. Le perforó el pecho, alcanzó una gran arteria, le rozó el corazón y provocó numerosos daños en sus tejidos blandos. Había perdido la mitad de su sangre, por lo que tuvimos que hacerle una transfusión de emergencia... —continúa enumerando todas sus lesiones. ―Casi al final de la intervención la hemos perdido unos momentos...

Absurda [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora