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Aang

Thais me mira como si fuera un cachorro herido cuando le ordeno ir a trabajar.

Bajo la mirada y la ignoro, poniendo toda mi concentración en los documentos que tengo en el escritorio.

Ella no significa nada para mí ahora, absolutamente nada.

Odio a esa mujer.

Pensé que el diablo era un hombre.

Pero no.

Es ella con su sonrisa de ángel.

Ella podría hechizarme como una bruja, pero es peor porque es la encarnación de Afrodita. En un momento, la odié, y luego al siguiente, estaba bajo su trance. La escuché llorar anoche y con compasión en mi corazón entré a su habitación. En lugar de alejarme y dejarla en su soledad, me quedé para que ella no se sintiera sola ni usada. Entonces quise consolarla... y me demoré. Cada vez que me preguntaba por qué me quedaba, no tenía una respuesta. Porque sabía que no debería estar allí.

Ella es una traidora y una mentirosa de lo peor.

¿Por qué carajos me importa tanto?

Cuando ella se arrastró encima de mí, tuve que usar todo mi control para alejarme.

Y no debería tomarla más. Podría tener sexo con quien quisiera ahora, y con tantas mujeres como quisiera. La monogamia había terminado. Era la segunda mujer a la que se lo había dado y todo había sido un desperdicio como con la primera.

Una parte de mí aún la desea, y sé que ceder, es una idea terrible. Esa mujer me engañó una vez, y no puedo dejar que suceda otra vez. Pero algo dentro de mi pecho me duele cada vez que me llega la idea de dejarla.

Ella me traicionó.

Después de todo lo que hice por ella. Sin embargo, no puedo dejarla.

Ahora tendré que sufrir las consecuencias de ese error. Pero luego obtendré la venganza que merezco. Haré que pague y su cuerpo será el lugar de mi castigo.

Voy a enterrar toda mi furia en su entrepierna.

«Odi et amo». «Odio y amor». ¿Cuál es la maldita diferencia?

«Contratar a Thais Delgado como su asistente es, oficialmente, lo peor que has hecho en tu vida, Aang».

—Contratar a la señorita Thais es, oficialmente, lo mejor que has hecho, señor —Marguerite me pasa una carpeta—. Realmente la estoy apreciando. Me ha hecho el trabajo más fácil y aprende tan rápido.

—Mmm... —hojeo un informe y finjo leerlo. Necesita una excusa para regañarla, no quiero felicitarla.

Desde que Thais ha empezado a trabajar para mí, no he podido llevar a cabo mi labor diaria cumpliendo los estándares que me había autoimpuesto en estos dos malditos días. Todo en ella supone una distracción, y solo por hoy he perdido la cuenta de cuántas veces me la había imaginado inclinada sobre mi escritorio con el culo en pompa, rogándome que la folle más profundamente. Sin duda es la asistente personal más trabajadora que hubiera contratado jamás: no solo hace bien su trabajo, sino que parece que cada día que pasó trabajando para Theodore había mejorado un poco más. A pesar de su falta de experiencia en el mundo del champán, se había puesto al tanto de todo en poco tiempo. A diferencia de mis otros asistentes, que se limitaban a esperar que les dijera qué hacer, ella siempre parece ir diez pasos por delante de mí. Está mañana en el almuerzo la vi estudiar todas las características que convierten mi champán en una marca al pie de la letra, y pronto pudo recitar los mantras y las comodidades que ofrecían mejor que algunas de las personas que habían estado trabajando para mí durante años.

Absurda [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora