Capítulo 2: "Legado familiar"

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¿Casarme..?

Hinata lo miró confundida creyendo haber escuchado mal.

- Creo que no-

- Escuchaste bien, Hinata. Quiero que te cases con él. Ya estás en edad de casarte y él sería un buen esposo para ti. Además así podrás cederle tus derechos de primogénita a quien se lo merece, hablo de tu primo Neji.

- Pero padre...

- No te atrevas a contradecirme, Hinata. Te vas a casar con él porque es lo mejor para tí. Y ya no tengo nada que decirte así que ya puedes retirarte, luego te daré los detalles.

Hinata sentía que la fuerza se le iba del cuerpo pero no podía hablar, siempre que miraba a su padre tenía un miedo terrible que la hacía retroceder, así que como anteriores veces solo asintió y salió de ahí.


Cuando cerró la puerta del despacho, sus piernas no aguantaron más y cayó. Su primo que estaba esperándola no dudo en ir con ella y la miró con preocupación.

- Hinata, ¿qué ocurre?

- Y-Yo...

Ella no podía ni hablar porque además de sentir un nudo en la garganta, no podía explicar lo que había sucedido; ni siquiera ella lo podía creer. Su hermana la vio también, se acercó a ella y se arrodilló a su lado.

- ¿Qué pasó, nee-san? ¿padre te dijo algo cruel de nuevo? Iré a decirle que-

Hinata la tomó suavemente del brazo y negó repetidamente. Hanabi suspiró y la ayudó a levantarse. La peliazul no dijo ni una palabra, solo les dio una sonrisa a ambos castaños y se dirigió a su habitación.


Minutos después, Hinata pudo escuchar los gritos de Hanabi y la voz calmada de su padre. 

Ya se enteraron...

- No permitiré eso, papá. No dejaré que cases a nee-san con un extraño. No.

- Hanabi eso no está a discusión. Tu hermana se casará por el bien de la familia.

- ¡Bien de la familia un cuerno! La vas a casar con un hombre muchos años mayor que ella, eso es injusto. No permitiré que-

- ¡Hanabi, ve a tu habitación ahora!

- No te voy a perdonar esto, padre. Nunca.

Una puerta se escuchó ser golpeada con fuerza y luego todo quedó en silencio. Hinata se acurrucó en su cama y lloró lo más que pudo. No podía pensar en nada más que en su desdicha.

- T-Todos estos años siguiendo al pie de la letra las reglas para que me hagan esto...


No supo cuántas horas estuvo llorando pero cuando despertó ya era más de medianoche. En ese momento recordó todo y se sentó a pensar en su situación. Se sentía enojada, decepcionada, frustrada porque siempre había hecho lo que su padre quería y ahora la iba a entregar a un desconocido sólo para deshacerse de ella.

Hubiera preferido que me mandará lejos.

No quería casarse con un extraño, quería casarse con alguien a quien amará pero eso iba a ser imposible y eso la hizo sentir por primera vez un sentimiento de odio hacia su padre. Al principio se sorprendió pero rápidamente se limpió las lágrimas y miro su reflejo en el espejo.

- Debo irme de aquí...

Decidida alistó un poco de ropa en su mochila, bajó cuidadosamente por las escaleras dispuesta a irse de esa casa pensando que así su padre podría pasar un poco de vergüenza al no tener novia que presentar.

Pero antes de llegar a la puerta, paso por el despacho y su mirada se clavó en el manuscrito de reglas, pero esta vez observó una regla en especial.

"Lo más importante para una integrante de esta familia, es llegar pura al matrimonio. Quien incumpla esta regla no podrá casarse por dañar el legado familiar dejando en vergüenza a la familia y al líder."


Hinata sonrió con pesar, caminó lento y cuando estaba a punto de llegar a la puerta principal, giró su cuerpo mirando rápido al manuscrito y se le ocurrió algo.

Pureza...sin pureza.

Sin más subió lo más rápido que pudo a su habitación y dejó la mochila para cambiarse de ropa.

- No tengo ninguna ropa provocativa...

En ese momento recordó el vestido que le compró Hanabi para su cumpleaños pero que nunca había usado porque era algo revelador. Esta vez lo tomó sin dudar y fue a cambiarse.

Minutos después miró el resultado en el espejo e intentó sonreír. Luego se puso un gran saco encima y salió de casa sin que nadie lo notará.


Estando en la calle se dio cuenta de lo que estaba haciendo, empezó a dudar hasta que recordó por qué estaba en esa situación y ese sentimiento amargo regresó a su pecho.

- Si quieres que me case, padre...lo haré pero te dejaré en ridículo con tu gran legado familiar.

Despertar contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora