Capítulo XXVII: Oportunidad

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🐰

Kai no quiso hablarme cuando me acerqué a su puerta esa misma noche y al día siguiente a la hora del desayuno. De hecho, no lo ví en todo el día y la culpa de que él me hubiera visto riendo con el Alfa, aunque hubiera sido sólo un segundo me carcomía por dentro. Me había pasado la noche entera dando vueltas en la cama, culpándome por haberme dejado llevar y reír con el mismísimo hombre que nos había traído hasta aquí. Era solo que...Por un segundo, él no había sido el Alfa líder ni yo su prisionero, éramos solamente un Alfa y un Omega disfrutando de una cálida noche de verano.

—Estás muy distraído hoy—Comentó la señorita Yeji durante el almuerzo.

Solamente éramos la pelinaranja y yo. El Alfa tampoco lo había visto en todo el día y no quería pensar en él o en lo que significaba que no quisiera verme como para faltarse también el desayuno. Los Lobos que habían llegado el día anterior a se habían asentado en sus posiciones y apenas sí los veía dando vueltas por la casa, entrando y saliendo muy ocupados con sus propios asuntos. Cada vez que me cruzaba con ellos, todos me dedicaban una reverencia de respeto puesto que al ser el Mate del Alfa, a sus ojos yo era de su mismo status. La imagen de aquellos invitados, en su mayoría Alfas y varios años mayores que yo haciéndome tal acción, era una vista a la cual no podía acostumbrarme.

Me encogí de hombros ante las palabras de Noona.

—Estoy cansado supongo. No dormí muy bien—Ella suspiró, ignorando todo aquello que pasaba por mi cabeza.

—Si, yo tampoco, debe ser el aburrimiento de estar aquí todo el día ¿Quisieras ir de nuevo a la ciudad? El otro día no pudimos ver nada de maquillaje, comida o... cualquier cosa que no fuera ropa—Se rió—Sería bueno que respiraras otro tipo de aires.

La observé de manera atenta. Desde el día anterior en que se había negado a responder mis preguntas respecto al comentario de la señorita María sobre la guerra con los tales Dobrovsky, no la había vuelto a ver e incluso me permitía decir que las cosas entre nosotros estaban muy tensas, a diferencia de cómo había estado los días anteriores cuando solo nos teníamos el uno del otro para entretenernos en esta casa.

Para ser honesto, la idea de salir de compras con la señorita Yeji luego de todo lo que había pasado, era lo menos apetecible en mi lista de cosas por hacer, la número uno era volverme a dormir, enterrándome en mis sábanas, cerrar las cortinas y sentirme como un gusanito. Pero ella estaba haciendo ese esfuerzo en querer acercarse nuevamente a mi y extrañaba tenerla como aliada. Era más la que me ataba a la cárcel, pero algo era algo.

Hice un berrinche mental contra la mujer por no dejarme dormir y solté un tono alegre para no deprimir a la pelinaranja.

—¿Nos vemos afuera en media hora?

El rostro se le iluminó y media hora después estábamos en el auto camino a la ciudad. La ruta para llegar hasta allí fue distinta, lo cual me molestó un poco porque supuse que lo hacía para que no lo memorizara como la primera vez, pero me concentré en recordar este nuevo camino de la misma manera, fue solo cuestión de minutos para que estuviésemos se vuelta en la ajetreada ciudad.

La pelinaranja me paseó de negocio a negocio, volviendo al auto a cargar las bolsas en el baúl cuando se volvían demasiado para llevar en las manos, lo cual pasaba cada media hora.

Luego de tres ajetreadas horas, habíamos llegado a un enorme centro comercial para hacer las últimas compras y entrar literalmente a cada local para mirar absolutamente todo. Cuando estábamos por irnos, a la Alfa se le ocurrió la idea de comprar unos batidos, por lo que nos sentamos en el gigante patio de comidas con las bolsas y cajas a nuestros costados, descansando.

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