CACHORRO

Capítulo XLVII: Manada de Invierno

🐰

—¿Eres el Omega de mi hermano?—Beomgyu preguntó contento, por primera vez ignoró completamente al Alfa frente a nosotros y me miró con una sonrisa.

—Si—Dije, acariciando levemente sus cabellos.

—¿Cómo es posible?—Preguntó Jackson de repente, levantándose de un tirón y dando pasos hacia la puerta, deteniéndose y mirándome con horror, hasta que luego regresó y bajó bruscamente la parte de la nuca de mis prendas.

—¡Ey, imbécil!—Me removí con brusquedad, más de la cuenta ya que casi caía de la cama de no ser por Beomgyu, el Alfa se alejó aliviado, pero la frustración seguía marcada en su rostro. Le gruñí con el ceño fruncido.

—¿Por qué accediste a ser su Mate?

—Bueno...Para ser honesto no me dió muchas opciones, amigo—Confesé con irritación—¿Qué me ves? ¿Acaso no lo sabías o qué?—Ver su cara de desconcierto me descolocó, él no parecía estar fingiendo—¿Tu no tenías idea, verdad?—Pregunté en un hilo de voz.

—¡Por supuesto que no!—Exclamó y Beomgyu se pegó a mi costado, asustado nuevamente, por lo que instintivamente coloqué mi brazo frente a él—Nadie sabía ¿Cómo íbamos a saberlo?—Rodeé los ojos.

—Supuse que Ryujin se los habría dicho—Su mano, la cual pasaba por su rostro se detuvo y dejó revelar su impactado rostro.

—¿Ryujin sabe?—Oh no.

—Por supuesto que si. Ella vivió allí conmigo todo este tiempo, ella sabe que somos Mates, hasta hablamos al respecto cuando me traían hacia aquí.

Él se mantuvo quiero durante unos momentos, pensando, hasta que luego volteó y me ofreció su mano. Me levanté con sumo cuidado, con mi cuerpo adormecido, ese calmante tenía prácticamente drogado mi cuerpo.

—Ven conmigo.

—¿A dónde?

—Necesito hablar con los demás, esto es nuevo, no lo habíamos considerado. Tienes que venir conmigo—Volteé a mirar al cachorro que seguía escondido tras de mi—¡Él estará bien!—Dí un brinco por el repentino grito del Alfa, el cual agitaba su mano de manera insistente—Ven—Insistió.

—Ve, Hyung—Dijo Beomgyu con suavidad, empujándome levemente por la espalda.

—Está bien.

Tomé su mano y de un solo tirón ya había sido levantado para salir de la habitación. Nos encontrabamos en un pasillo de loza, con paredes de cemento y piedras, alzándose hasta un techo abovedado con pequeños ventanales con barrotes de metal negros como el carbón. Había algo cerca de este lugar que me era extremadamente familiar, pero no tenía mi tiempo de pensar en ello ya que me encontraba siendo arrastrado por el Alfa.

Jackson me movía por este y otros seis pasillos. El edificio parecía tener una estructura gigante en zigzag, todo era como un laberinto que no podía recordar. A dónde sea que pasemos hay lobos, Alfas, Omegas, Betas y Deltas que nos seguían con la mirada, muchos exclamando asombrados al ver mi tonalidad de ojos y haciéndome sentir cohibido.

—¿Jackson, qué sucede?—Preguntó un hombre regordete en sus mediados cuarenta que se encontraba hablando con una mujer de su misma edad. El Beta tiene cabello oscuro y una apariencia afable, aunque aprendí por las malas que las apariencias en esta familia de locos engañaba completamente.

Jackson se dió la vuelta y sus ojos amarillos se clavaron en mi.

—Diles—Demandó, jadeando por lo rápido de nuestra movilización—Diles lo que me dijiste.