Capítulo XXIII: La Historia

281 57 6
                                    

🐰

Yeonjun me hizo repetir la historia de mentira una y otra vez hasta que la tuve de memoria a la perfección.

Yo era un Omega que escapó de su pequeña manada hace cinco años cuando fue destruida por las guerras de territorio en Corea del Sur. El Alfa me había conocido hace un año cuando yo trabajaba como barista aquí en los Ángeles, nos enamoramos locamente después de un tiempo que él estaba cortejandome y finalmente acepté ser su Omega, fin.

Romance era lo menos que nos había pasado, era una historia plausible puesto que las manadas pequeñas siempre vivían en guerrillas por territorio contra otras, siempre tratando de imponerse sobre la otra, si bien yo no conocía ninguna manada de esas, sabía muy bien que son bastante comunes, sobretodo los lobos que van de una manada a otra y que en los más extraños casos, preferían la soledad a una nueva manada.

Sin embargo, había un problema con tal idea.

—Yo jamás he estado en los Ángeles además de ahora ¿Y se supone que he vivido allí? ¿Qué ocurrirá si alguien me pregunta algo de esos lugares y no sé contestarles?—Le pregunté al Alfa, asustado, cuando me encontraba con la señorita Yeji practicando en el comedor.

—Simplemente dí que no sabes—Dijo, encogiéndose de hombros—La ciudad es lo suficientemente grande para que sea plausible, además, hay millones de personas que sólo conocen el barrio donde viven y apenas los alrededores por el resto de su vida, nadie pensará nada extraño al respecto.

Después llegaba la peor parte,era muy difícil para mí decir en voz alta como fue que nos terminamos enamorando locamente.

—¿Cómo fue nuestra primera cita?—Repitió el castaño de manera agotada, era la enésima vez de ese día—Dilo como si no te estuviera obligando bajo amenaza de muerte.

Le saqué la lengua con el ceño fruncido, mi carita estaba toda roja de la rabia, su voz irónica y burlona me sacaba de mis casillas.

—Creo que te clavé un tenedor en la mano en aquella cita—Le espeté—¿O acaso fue ahora?—Había dicho, cogiendo un tenedor de la mesa y atacandolo con este. Yeonjun rió de mis inútiles intentos, había esquivado mi berrinche.

—Santo cielo, Yeonjun—Noona suspiró mientras sostenía el puente de su nariz. Eran las once de la noche y todos estábamos agotados, molestos, iracundos y con deseos de estrangularnos los unos a los otros. O quizás solamente era yo—No ayudas para nada.

Pero finalmente y para fortuna de todos, logré relatar las historias sin atragantarme y de una manera relativamente creíble, esperaba que aquello fuera suficiente, no todo había sido en vano puesto que había podido aprender algunas cosas de ellos.

Para empezar, el extraño acento que a veces escuchaba se debía a que ellos sabían hablar ruso, sin embargo, ellos nacieron en Corea del Sur y se criaron en Estados Unidos. La madre del Alfa, la tía de Yeji Noona, se había enamorado de un lobo europeo y como resultado, Yeonjun recibió el apellido de tal hombre y su herencia, llegaron a vivir cierto tiempo en Rusia, sin embargo, dejó de usar tal apellido cuando a los americanos se le complicaba pronunciarlo, al mismo tiempo que su nombre. Por lo tanto, llegó a usar el apellido de su madre y un nombre con el cual fuera más fácil contactarle.

Daniel Choi.

Supuse que el padre del Alfa había fallecido, por ende se me hizo un poco más claro entender el cambio de identificación, al mismo tiempo, Yeonjun se quedaba ajeno al tema, hasta donde sé, era un cachorro cuando todo aquello sucedió, apenas recordaría al hombre, eso simplemente me daba una pista.

Beomgyu debía de ser entonces su medio hermano, debido a la diferencia de edad entre ambos. No sabía cómo podría ser de utilidad eso, pero por lo menos era algo y ahora sabía en qué jodido idioma estaban esos documentos de la oficina, lo malo del asunto, es que no podría entenderlos.

CACHORRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora