Capítulo LXXIV: La Tarde

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🐰

Beomgyu corría de la arena al mar un par de veces, saltando entre las frías olas con una alegría que me hacía tiritar, en cuestión de momentos podía ver sus piernitas asomándose por la superficie del agua, sostenido por su mano, hasta volver a caer.

Yeji Noona ya se había retirado a la casa, dispuesta a tomar una siesta, al parecer los días tranquilos mantenían una calma inmediata a sus cuerpos, inclusive yo me sentía mucho más agotado que de costumbre.

—¿Me viste Hyung?—Preguntó Beomgyu cuando se me acercó.

—¡S-Si, Si, fantástico!—Respondí tiritando, pasando mis manos vigorosamente por ambos brazos en busca de calor. De haber sabido que Beomgyu estaría aquí todo el día, hubiese sido bueno ir por un abrigo—Ya es hora de ir entrando, ¿no te parece?

Los Lobos normales podían soportar el frío, pero como yo no tenía la habilidad para cambiar mi lugar con el cuerpo físico de Binnie, mi calor corporal era como el de un simple humano.

Beomgyu miró el sol anaranjado que se colaba entre las nubes cerca del horizonte, calculando el tiempo. Debía al menos de faltar una media hora para que el sol se ponga, pero incluso ante el desgarrador frío, el cachorro negó y volvió a tirarse sobre una ola.

—Lo único que me falta es contagiarme de un resfriado—Me quejé al sentir otro escalofrío estremecer mi cuerpo. Últimamente estaba teniendo problemas para dormir, a parte de que mi estómago parecía rechazar todo en las mañanas y mi cuerpo solía entrar en fiebre, contagiarme de un resfriado sería como la cereza del pastel.

—Ten cuidado—Me sobresalté al sentir algo pesado posarse en mis hombros, pero cuando volteé, encontre a Yeonjun Hyung colocar su abrigo de lana sobre mi helada figura—Tanto tiempo en este frío no te hará bien.

Asentí con un pequeño rubor subir por mis mejillas, mientras seguía enfocando mi vista en Beomgyu, Yeonjun también lo observó, sentándose a mi lado, viendo las piruetas que hacia su menor, su mano comenzó a bajar lentamente por mi espalda, adentrándose debajo de mis prendas. Debía ser honesto, mi falta de sueño también se debía a ese tonto Alfa calenturiento.

—¡Oye!—Dí un pequeño brinco por el contacto—¿Qué haces? Beomgyu podría vernos.

—¿De verás? Porque como yo lo veo, él parece estar muy ocupado en este momento—Respondió el castaño con simpleza, volviendo a acariciar mi espalda.

—Eres incorregible, Alfa—Quité su mano y me alejé un poco de su lado para que no volviera a hacerlo, mis ojos furtivamente voltearon hacia todos lados, avergonzado—T-Tus guardias pueden vernos, ¿Qué pensarían?

—No sé si lo has notado, pero curiosamente todos los guardias están muy ocupados hoy, ¿Acaso has visto alguno desde que llegué a la playa?

No lo había notado, pero ahora que miraba a nuestro alrededor, y agudizaba mis sentidos, sabía que los guardias nos habían abandonado. Me sobresalté de nuevo al sentir al Alfa en mi espalda, inmovilizado mis muñecas mientras comenzaba a mordisquear mi oreja.

—¿D-De verdad me estás diciendo que echarse a tus guardias, tan solo para meterle mano a tu Omega en la playa?—Lo miré de forma acusadora, con las mejillas completamente rojas—Usted señor, es un degenerado.

—¿Yo? Jamás. Es solo a mi Mate a quien pretendo manosear, a nadie más.

—Bueno, supongo que al menos es un alivio—Yeonjun rió a carcajadas y luego hizo que yo rodara por su espalda para finalmente él quedar sobre mi—¡Basta!—Dije, tratando de no reírme mientras nos revolcabamos en la arena, la cual podía sentir cubriendo mi ropa y mi cabello—Hyung, Beomgyu nos verá.

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