Capítulo LIV: El Consejo

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🐰

Apreté su brazo fuertemente para que detuviera su andar, importándome poco el dolor en mi cuerpo.

—¿P-Por qué?—Pregunté con ojos llorosos.

Bajé la mirada y observé las prendas que me había prestado la Alfa, quitándome aquellas prendas cedidas por Mikah, llevaba puesto solamente un short y una camiseta de algodón suave, parecía un bicho desarreglado, sin mencionar mis claras ojeras y mi apariencia de muerto. No podían verme así. No solo me aterraba que la primera impresión lo fuese todo para esas personas ¿Qué pasaba si ellos anulaban el contrato? Mis pensamientos junto a los de mi lobito comenzaron a atormentarme.

Yeonjun miró mis manos aferradas a él y luego miró mi rostro y su aterrada expresión.

—Tu querías deshacerte del acuerdo de Mates desde que llegaste aquí. Los llamé para que pudieras utilizar tu bocota para convencerlos. Sé puedes llegar a ser muy persuasivo...Cuando no me estás insultando.

—¡Yeonjun, no puedes estar hablando en serio!—Le rogué, aferrándome a su brazo con más fuerza—¿Realmente quieres deshacerte de mi con tanta prisa? Debí suponerlo—Sequé unas lágrimas traicioneras que salieron de mis ojos—Q-Quise confiar en ti por primera vez...P-Pero nunca me la dejaste fácil Hyung. Volví a equivocarme.

En ese momento, su rostro mostró momentáneamente confusión y dolor pero rápidamente se había transformado a esos ojos profundos y fríos. Me dieron ganas de llorar.

—¿Yo? Si eres quien se muere por alejarse de mi. Siempre lo dejaste bien en claro. Ayer apenas si llegamos cuando ya hablabas sobre este tema. Bueno, aquí está el consejo, así que espero que des tu mejor veredicto.

Diosa Luna, el Alfa estaba molesto pero yo no lograba comprenderlo ¿Acaso no podía darse cuenta que todo esto era por él? ¿No se daba cuenta que si no intentábamos ahora entonces él quedaría atrapado conmigo para siempre? Yo no quería ser el producto de un futuro odio mucho más fuerte, no soportaría ver al Alfa atado a mi sí estaba enamorado de otra persona ¿Por qué no era capaz de entenderlo? Yo ya no le valía nada y la señorita Yeji tenía razón, él no estaba interesado en el heredero, no había nada que temer más que a esa unión.

No me dieron tiempo de refutar ya que una voz se escuchó al final de las escaleras.

—Señor Choi, no tenemos mucho tiempo para estar aquí esperándolos. Después de todo, nos ha llamado de improvisto.

Quise hacer un berrinche para poder explicarle al tonto que tenía por Alfa que todo lo que hacía era por él. Pero él desvío la mirada y rápidamente terminamos de bajar la escalera.

Allí en la sala, habían tres personas, todas Alfas, Una mujer de fino porte con un cabello ondulado rubio, un pelinegro con  la piel inclusive más pálida que la mía, hasta el punto de verle perfectamente las venas y el otro hombre era del mismo tono de Mikah, pero era tan alto que juraba que podía tocar la lámpara que colgaba sobre nosotros. Su presencia me hizo bajar la cabeza intimidado, yo parecía una cucaracha de pies descalzos a su lado.

Cuando ingresé no dudaron en verme con curiosidad, notando como el más alto alzaba una ceja para verme a cuerpo completo. Me sentí tan cohibido que mis mejillas se tiñeron de rojo, avergonzado, quería esconderme detrás de Yeonjun para que dejara de sentirme así.

—Entonces tú eres Steve Dobrovsky—Habló la mujer rubia, estaba por corregirla pero recordé que ese era mi verdadero nombre.

Aunque Soobin era el nombre por el cual me habían llamado toda mi vida. Sin saber qué hacer y haber sido ganado por los nervios, mi instinto ganó junto a la costumbre y realicé una profunda reverencia como las que debía hacer cuando estaba en el instituto de los Huening.

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