Capítulo XL: Jet

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🐰

Aquel salón parecía uno de esos palacios donde se hacían grandes banquetes o fiestas, los ruidos estruendosos continúan pero yo no me detengo, al contrario, debido al terror me dejo guiar por ellos. No había mentido cuando dije que una de las mayores debilidades de los Lobos eran los sonidos fuertes.

Además de mi estado de salud, apenas y me podía mantener de pie por lo aturdido que me encontraba  y si bien mis secuestradores lo soportaban más que yo, ellos tambien luchaban para no desorientarse.

Salimos por unas enormes puertas y la encegadora luz del sol fue un obstáculo momentáneo para seguir corriendo. El sonido en el exterior era inclusive más fuerte, por lo que me dejé ser con quién me sujetaba firmemente, completamente desorientado y con la mirada perdida, una arcada me atravesó y otra cantidad considerable de sangre salió de mi boca, por más que trataba de contenerla cubriéndome con una mano.

Escuchaba disparos, gritos y mucha más sangre salpicarme encima, pero no solamente la mía. Era tanta mi distracción que desperté fue al ser empujado contra una fría y dura pared, volviendo cristalinos mis orbes verdosos. Fue cuando lo ví a él.

Al principio no lo había reconocido, entre toda la masa de gente y muerte que había a nuestro alrededor. Pero lo primero que noté fue su tez morena, tan roja por la sangre que corre por sus venas ante la adrenalina que debía de estar recorriendo su cuerpo, hasta que ví el rubor en sus mejillas debido al cansancio, allí pude ver fijamente su rostro.

Era el hombre que me había drogado en el bosque bajo las órdenes del Alfa Bolga, el hombre que me había impedido escuchar lo que él y la señorita Yeji discutían aquel día en la casa de playa. El guardia del Alfa líder que a pesar de todo, a pesar de que yo lo había odiado, él había sido amable conmigo.

Nunca había estado tan feliz de ver a nadie en mi vida.

—¡SIWON HYUNG!—Grité lo más fuerte que me permitieron mis pulmones y en la confusión logré safar un brazo para moverlo en el aire y llamar su atención—¡Siwon Hyung!—Funcionó, su cabeza giró en mi dirección y cuando me vió sonreí.

—Maldita sea ¡Cállenlo!—Gritó alguien detrás de mí, lo ignoré y seguí gritando, sin importar si aquello gastaba mis pocas fuerzas, me tomaron bruscamente y trataron de meterme a un vehículo. Allí supe que no me quedaba mucho tiempo.

—¡Siwon Hyung!—Grité casi entre lágrimas, tratando de correr en su dirección pero siendo aprisionado por todos esos Betas y Alfas—¡Siwon Hyung, por favor!

—Ya me cansó—Antes de que pudiese siquiera defenderme, por el rabillo del ojo ví como golpearon fuertemente mi nuca y caí inconsciente.

Esto de ser secuestrado me tiene podrido.

Sentí un matador dolor de cabeza cuando abrí los ojos y unas nuevas arcadas que de seguro contenían más sangre, esta vez el dolor no era causado por las drogas, si no por el jodido golpe que recibí al intentar escapar y la sangre...No tengo ni la jodida idea.

¿La voz de mando de Yeonjun Hyung? ¿Eso que tenía que ver con qué me estuviese muriendo junto a mi lobito?

—Maldita sea—Murmuré.

—Bien, ya estás despierto—Me asusté cuando escuché la respuesta de la Alfa.

—Y tú estás aquí,Ryujin—Dije parpadeando lentamente, aunque por suerte toda la luz era tenue—No me sorprende ¿Te pusieron en el puesto de vigilancia otra vez?—Miré rápidamente a mis alrededores y lo que ví me hizo entrar en pánico—E-Estamos...

—En un jet, así que si, prácticamente cumple las mismas funciones de un avión, si es lo que te preguntabas—Respondió ella de manera simple.

Mi mirada vagaba por los lujosos detalles del lugar. Me encontraba sentado en un mullido asiento tapizado en una tela suave al igual que la Alfa, pero entre nosotros había una mesa plegable que salía de la pared. Escuchaba más gente a la distancia, pero cuando intenté darme la vuelta, mis ojos se detuvieron en las sogas que nuevamente tenían atadas mis muñecas, pero eso no es nada que no me esperara. A diferencia de las pequeñas fotos que ví gracias a Hyuka en el instituto, este lugar gritaba lujo por todas partes.

Ryujin cargaba otro conjunto de ropa a diferencia de como la vi vestida de Delta, parecía cargar una especie de traje militar encima.

—¿A dónde me llevan?—Ella se inclinó un poco hasta mi, mirándonos directamente.

—Lejos de él, para que no pueda volver a tenerte.

—Ah—Murmuré, aunque Binnie agachó su cabecita y siguió sollozando en silencio, así que me mordí el labio—¿Pero no me dirás dónde está ese lugar seguro, verdad?—La Alfa simplemente me dedicó una sonrisa forzada.

—No. He descubierto que tienes una facilidad para arruinarme los planes, así que prefiero no decirte nada hasta que sepa que confías en mí.

Iba a tener que esperar un muy, muy largo tiempo.

El silencio se mantuvo entre ambos, expandiéndose y ganando espacio, juraría que podía escuchar su respiración. No lo soporté por demasiado tiempo y mi curiosidad me ganó, las preguntas que he tenido dándome vueltas en la cabeza durante este tiempo recaen en mi lengua.

—¿Fuiste tú la que le dejó ese celular a Hueningkai, verdad?

Ryujin se había dedicado a mirar por la ventanilla que estaba de su lado a un paisaje que yo no podía observar, pero cuando le hablé salió de su ensoñación y me miró confundida.

—Si—Respondió simplemente, sin explicación ni disculpas, pero por algún motivo su carácter franco me relaja, era mejor que estar lidiando con un bicho misterioso.

Estaba seguro de que había sido ella en su infiltración como Delta, era la única que había estado en la casa durante todo ese tiempo. Tenía su confirmo, pero no estaba seguro de qué hacer con eso.

—Casi nos matan ese día—Digo porque no sé qué decir y porque es cierto.

—Tu lobo y tú están muriendo por culpa de ese hombre—La miré con los ojos abiertos, si, sabía que no me estaba sintiendo bien y mi Omega tampoco, pero ¿realmente ibamos a morir?—El atentado por otra parte, fue culpa del imbécil que se hacía llamar tu amigo. Se suponía que debía llevarte afuera donde un auto te estaría esperando y sin embargo, salió solo—Su voz amiga y colérica me sorprende.

—Fue mi culpa—Confesé—Yo quise volver cuando él me dijo que matarían a la señorita Yeji, le dije que se fuera.

—Como si fuéramos a ayudar a ese imbécil—Sus manos se apretaron en puños y gruñó bajo—¿Sabías que él no quería sacarte realmente de allí?

Sus palabras me tomaron desprevenido y solo pude parpadear asombrado.

¿Q-Que Kai qué?

¿Q-Que Kai qué?

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