Treinta

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7 de Julio 2021, L.A.

Narra Camille:

Tan solo tres días habían pasado de nuestro arribo a la hermosa ciudad de Los Ángeles y los rumores de nuestra "relación" con Daniel crecían más y más. Las fotos en el yate de la fiesta que habíamos asistido anoche se habían hecho virales por todas las redes sociales.

Traté de restarle importancia al asunto para poder disfrutar, pero como dice una frase "siempre hay un mambito dando vueltas" y ese mambo tenía nombre y apellido.

Lando Norris.

Por segunda vez en el día entre en nuestro chat de whatsapp para ver como arriba marcaba que estaba en línea, para que luego de unos segundos esas palabras se transformaran en un "Escribiendo".

Salí rápidamente y me quedé esperando, mirando fijamente la pantalla viendo como la palabra "Escribiendo" aparecía y desaparecía, hasta que en un momento dejó de aparecer.

Y sí, el mensaje nunca llegó.

Mi mente no paraba de buscar entre mis recuerdos alguna señal de alerta sin éxito alguno, por lo que comienzo a deslizar mis dedos sobre la pantalla releyendo nuestro chat, para ver si encontraba algo que podría haber dicho pero simplemente no noté nada extraño, por lo que me armé de valor y comencé a teclear.

Lando ¿ Cómo estas?

Necesito saber de vos, me dejaste preocupada.

Visto a las 16:25

Y nuevamente no recibí ninguna respuesta, más allá de ese visto que decía muchísimo más que cualquier palabra. Dejé apoyado el teléfono en la lona de playa, al mismo tiempo que largaba un gran suspiro frustrado para acto seguido empezar a tallar mi rostro con ambas manos.

La mano de Daniel acariciando mi nuca provocó que se liberara la tensión de mi cuello, haciendo que mis manos abandonaran mi rostro para acercarme hacia él, quedando ambos acostados al rayo del sol.

Nos quedamos así un buen rato hasta que el decidió romper el silencio.

−¿Todo bien?- preguntó suponiendo que algo estaba pasando.

Yo le respondí con un simple y apenas audible "Si" para luego acurrucarme aún mas contra su pecho, tratando de que mi mente se tranquilizara al sentir el olor a su colonia dándome un poco de paz.

Pero esos minutos de tranquilidad se terminaron, cuando en un rápido movimiento él me cargó encima de sus hombros al mismo tiempo que reía.

Me decís que pasa o te tiro al agua - Dijo retadoramente divertido.

La falta de aire producto de la risa y de que me encontraba con la cabeza colgando me impedían gesticular palabra, por lo que pronuncie un "No pasa nada" que no logró convencer a Daniel, por lo que en esos momentos el empezó a correr conmigo a cuestas en dirección al mar.

Escuchar las risas de ambos hizo que por un momento todo se detuviera. Ya no importó más lo que pasaba a nuestro alrededor, éramos simplemente él y yo.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, jugando dentro del agua como dos nenes chiquitos, pero al volver a concentrarnos en lo que pasaba mas allá de nosotros dos, pudimos notar como poco a poco todo comenzó a tranquilizarse.

Laplaya estaba casi vacía, el ruido del mar era cada vez más notorio, y la brisa que se levantaba envolvía nuestros cuerpo para que ellos se juntaran culminando en un beso, mientras que el sol que caía  por el horizonte era testigo de ese hermoso momento.

Deja vú | Pierre GaslyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora