Deja vú | Pierre Gasly

Treinta y cuatro

Narra Pierre:

La tristeza que ambos sentíamos era tan grande, pero aun así quería ponerle pausa a este momento a pesar del dolor.

Ella se encontraba sentada encima de mis piernas, mientras que yo la aferraba más a mi pecho abrazándola por la cintura y espalda, negándome a soltarla. Pero como siempre había algo, o más bien alguien que interrumpía esos momentos de felicidad.

El papá de Camille irrumpe en la habitación con un "¿Está todo bien?" que provocó que ella se apartara de mi pecho para consecuentemente pararse y fundirse en un nuevo abrazo con su padre.

−Creo que es hora hija, si estas lista – dijo mirándola a los ojos.

Camille tardó varios segundos en responder, ya que trataba de asimilar lo que estábamos por realizar, pero su respuesta o más bien su acto fue lo que me dejó sorprendido.

−Estoy lista, solo si ustedes me acompañan

Agregó para tomar la mano de su papá, apartar la vista de él y extender su otra mano libre en mi dirección.

Sin dudarlo tomé su mano entrelazando sus dedos con los míos, para luego realizar una caricia sobre la misma con mi dedo pulgar a lo cual ella sonrió en esa dirección a modo de respuesta.

Oscar colocó un poco de música en la radio que Célica, la mamá de Camille siempre utilizaba, armonizando un poco el ambiente para luego comenzar a realizar lo que realmente habíamos venido a hacer.

Tomamos una bolsa cada uno y esperamos a que Camille nos entregara la ropa que allí dentro pondríamos. Ella se quedó observando nuevamente el placard hasta que luego de tomar una gran bocanada de aire y otro tanto de valor, se animó a tomar la primer prenda.

A medida que pasaban los minutos las bolsas se empezaban a llenar, a su ritmo y a su tiempo.

Con Oscar estábamos concentrados ordenando cuando se me da por apartar la vista y ver como Camille se estaba quebrando nuevamente, por lo que sin pensarlo la abracé por la espalda haciendo que ella colocara sus manos encima de mis brazos aferrándose a ellos.

−Lo estás haciendo de maravilla

Susurré en su odio para acto seguido sentir como su cuerpo se estremeció un poquito, por lo que ante eso ella se liberó rápidamente de mi agarre.

−Si me disculpan, voy al baño un momento− habló mirando a la nada para irse de la habitación rápidamente.

Yo me aclaré la garganta como si eso hiciera que el momento incomodo fuera más ameno, pero al contrario Oscar no la dejó pasar y enseguida habló.

−Cuídala Pierre – dijo dándome a entender que me daba nuevamente su bendición.

−Hoy más que nunca

Respondí mientras que sentía como mi corazón se aceleraba rápidamente, para acto seguido ver como él colocaba una pequeña cajita sobre mis manos.

−Yo sé que en algún momento lo vas a necesitar

La conversación terminó ahí ya que Camille apareció en la habitación por lo que guardé el obsequio en el bolsillo trasero del pantalón, y me centre en su rostro observando cómo se había lavado la cara haciendo que sus energías cambiaran dándole fuerzas para continuar.

A partir de ese momento la hora pasó mucho más rápido y cuando quisimos acordar ya habíamos terminado de acomodar todo. Observamos a nuestro alrededor y pude contar al menos quince bolsas repletas de ropa.

−Quiero que esto llegue a buenas manos –hablo Camille después de un buen rato al mismo tiempo que se sentaba en la cama.

−Creo que se donde podemos enviarlo, haré un llamado – Me disculpe retirándome de la habitación.