Cuarenta y dos

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Maratón 4/5:

Narra Camille:

Mi cama parecía no querer dejarme ir, pero estaba vez y como tantas otras veces Carla me sacó de ese lugar.

−Sabes que no deberías estar acá

Me habló desde el marco de la puerta haciendo que yo la mirara.

Lo sé

Y ¿Qué estas esperando? ¡Ve! - dijo alentándome.

No estoy esperando, solo que por primera vez quiero ir lento y no perderme de disfrutar nada

Solté sin más mientras una sonrisa se formaba en mi rostro.

Necesitas esto- dijo lanzándome las llaves del auto− Pero antes te cambias

Revolví el placard rápidamente dejando algo de ropa caer como era de mi costumbre, me puse lo primero y más cómodo que encontré para luego acomodar todo dónde estaba dejando lo más ordenado posible.

Me agache juntando la ropa del suelo y como consecuencia de pararme bruscamente debido al apuro, un fuerte mareo se hizo presente haciendo que me agarrara del estante del placard. Cuando creí conveniente tomé las llaves del auto y salía prácticamente corriendo de la habitación, para luego toparme con algunos de los que aún quedaban en mi casa.

Abracé primero a Carla la cual me susurró "Ve en paz" haciendo que esas palabras calmaran un poquito los nervios que sentía.

Luego me recibieron los brazos reconfortantes de Carlos para que luego el soltara un "Al fin" sin tener que decir mucho más a lo que se refería. Cuando me separé de él divisé a Charles a unos metros que me guiñaba el ojo seguido de articular un silencioso "Ve" que perfectamente leí de sus labios.

Corrí rápidamente hacia la puerta de entrada y salí decidida pero no me retiré sin articular un "Gracias" a mis amigos.

Me subí al auto, bajé ambos vidrios, puse nuestra canción favorita y empecé a conducir, haciendo que el movimiento del mismo provocara que el aire entrara por las ventanillas y, por ende, que mi pelo volara libremente enredado.

Y me dispuse a disfrutar del camino.

Cuando estaba a tan solo unas cuadras sentí como mi corazón empezó a bombear fuertemente esperanzado y aun así cuando llegué a la meta el bombeo no cesó el ritmo.

Y sin perder más tiempo me bajé apresurada del auto.

Los pasos acelerados hasta llegar a la puerta de entrada parecían estar coordinados con los latidos de mi corazón.

Y ahí me formulé la pregunta que todos en algún momento deberíamos hacernos

"¿En qué inviertes tus latidos?"

Y sonreí porque al fin sabía la respuesta.

La puerta se abrió para luego ver a Lando asomarse por ella, y sin darle tiempo a nada le lancé las llaves de su auto generando que él tuviera que hacer malabares para no dejarlas caer.

Él me miró sorprendido, pero, aun así, sin entender nada me dejó pasar haciéndose a un lado de la puerta. Yo me adentré al mismo tiempo que me dejaba envolver por el aroma a su colonia, mientras que él pasó por al lado mío caminando algo nervioso hasta la cocina, donde supuse que se encontraba antes de que yo llegara.

Mis ojos recorrieron el desastre que era la cocina e inevitablemente solté una leve risita, ya que nunca se le había dado bien cocinar, pero aun así el con su perseverancia como en todo, siguió a pesar de que la comida se veía bastante rara.

Deja vú | Pierre GaslyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora